El Gobierno aprovechará la Asamblea General de la ONU para hacer otro llamado en busca de ayuda internacional. Será hoy en la Sesión Especial en favor de la Infancia que comienza en Nueva York. El mensaje desesperado estará a cargo de Norberto Liwski, presidente del Consejo Nacional de Niñez y Familia. “Los niños y adolescentes son las víctimas más visibles de la emergencia actual. De continuar con esta situación habremos comprometido el futuro de la Argentina por varias generaciones más”, dirá Liwski.
El funcionario encabeza la delegación oficial. Su discurso sonará a súplica. Hará hincapié en que en la actualidad “6 de cada 10 niños” crecen y se desarrollan en el país por debajo de la línea de pobreza y “un millón de adolescentes” están excluidos de la educación y del trabajo. En el auditorio lo escucharán, al menos, 70 jefes de Estado. “Nos proponemos presentar la realidad de la infancia con realidad y responsabilidad, mostrando cómo la actual crisis tiene su rostro más grave en los sectores más vulnerables de la niñez y la adolescencia”, adelantó Liwski.
Además, anunciará el compromiso del país durante la próxima década de recuperar la identidad de todos los chicos que fueron secuestrados durante la última dictadura militar y de poner fuertes barreras a la sustracción de niños, dentro y fuera de las fronteras, por alguno de sus progenitores. Prevista inicialmente para setiembre de 2001, la Sesión Especial de la ONU tuvo que ser aplazada después de los atentados que se produjeron en Nueva York y en Washington. La reunión, que comienza hoy y finaliza el viernes, fue convocada para analizar diez años después las metas de la Cumbre Mundial en favor de la Infancia: cuáles se lograron y cuáles quedan aún pendientes. Concluirá con la adopción de un nuevo conjunto de objetivos relacionados con la infancia y un plan de acción para alcanzarlos.
Liwski tiene pocos logros para mostrar (ver aparte). Uno de ellos es el descenso de la tasa de mortalidad infantil que se redujo entre 1990 y 1999 del 25,6 al 19 por mil nacidos vivos en 1999, superándose la meta del 20 por mil fijada una década atrás, pero muy lejos de las más bajas del continente. Países como Chile, Costa Rica y Cuba ostentan índices que oscilan entre el 7 y el 11 por mil. Precisamente, acercarse a esas tasas durante el próximo decenio es otro de los compromisos que asumirá la Argentina hoy ante la Asamblea General de la ONU, según adelantó ayer Liwski a Página/12. Duplicar la actual matrícula escolar del nivel medio, que hoy es del 45 al 50 por ciento de los que egresan del ciclo básico, es otra de las metas.
Argentina no es el único país que cumplió escasamente sus compromisos en relación con la salud, la educación y la protección de la niñez. “El mundo no ha conseguido alcanzar la mayoría de los objetivos de la Cumbre Mundial en favor de la Infancia (...) en gran medida, a causa de inversiones insuficientes”, advirtió el secretario general de la ONU, Kofi Annan. En el mundo, 1 de cada 12 niños muere antes de cumplir 5 años, en gran parte como consecuencia de enfermedades o problemas que se podrían evitar; de cada 100 recién nacido hoy, 26 no recibirán una vacuna contra ninguna enfermedad.
Como dato novedoso, será la primera Sesión Especial de la ONU en la que chicos y jóvenes formarán parte de las delegaciones oficiales y ellos mismos presentarán un análisis ante la Asamblea General. Sin embargo, en la delegación oficial argentina no hay menores. De hecho, es una de las más austeras que se recuerde. Mientras la que concurrió a la Cumbre de la Infancia de 1990 tenía 88 personas, en esta oportunidad son 4: junto a Liwski viajaron el subsecretario de Culto de la Cancillería, Fernando Jesús González, el presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría, Horacio Lejarraga (como asesor) y una representante de una ONG que llamativamente (o, no) es la titular de la filial argentina del Movimiento Mundial de Madres, una entidad vinculada a la Iglesia Católica.