Mié 08.05.2002

SOCIEDAD

Einstein, un blanco del FBI

Documentos que acaban de ser desclasificados muestran cómo el FBI investigó durante diez años al famoso científico, al que creía un espía ruso.

Le revisaban la basura. Espiaban su correspondencia y controlaban sus llamados telefónicos. Lo imaginaban un agente ruso, peligroso para Estados Unidos. Nunca encontraron nada, pero aun así la investigación que el FBI realizó sobre Albert Einstein se prolongó a lo largo de diez años y su expediente se cerró sólo después de su muerte. El más famoso científico fue acosado por la agencia de investigaciones que manejó teorías tan disparatadas como que Einstein trabajaba sobre un “rayo mortal” y que estaba encabezando una conspiración comunista para copar Hollywood.
Los detalles de la investigación sobre Einstein salen a la luz en el libro de Fred Jerome El archivo de Einstein: la guerra secreta de J. Edgar Hoover contra el científico más famoso del mundo, de próxima publicación. La investigación se basó en documentos que el FBI tuvo que desclasificar por orden judicial. Fue el propio Jerome el que lo logró: con la ayuda del Public Citizen Litigation Group demandó al organismo para que diera a conocer una versión no censurada de las 1427 páginas del archivo Einstein. Sobre esos textos –disponible en el sitio foia.fbi.gov/einstein.htm– basó su análisis.
Jerome no es un desconocido para el FBI. Su padre, dirigente del Partido Comunista, estuvo preso tres años en el marco del Acta Smith, que convirtió en delito alegar a favor del derrocamiento del gobierno. Periodista y profesor, Jerome fundó el Media Resource Center, que pone en contacto a periodistas y científicos.
Las ideas socialistas y pacifistas de Einstein están bien documentadas. Acababa de regresar a Alemania en 1914 cuando estalló la guerra y fue uno de los pocos intelectuales que firmó un manifiesto en contra, reclamando una unión europea. El científico adquirió fama mundial en 1915, con la difusión de su Teoría de la Relatividad. En los años siguientes su nombre figuró en muchos manifiestos pacifistas e integró organizaciones a favor del desarme. En el archivo del FBI figura una carta de 16 páginas escrita por una tal Corporación Patriótica de Mujeres, quienes reclamaban al Departamento de Estado que no dejara entrar al país a Einstein por su actividad política.
Pero en 1933, cuando Hitler llegó al poder, el científico se trasladó a Estados Unidos. Fueron conocidas sus posiciones contra la bomba nuclear y a favor de los Rosenberg, sentenciados a muerte por espionaje, y su pedido a la gente de que no testificara ante el subcomité de McCarthy. Aunque adscribía a los ideales socialistas, no se incorporó a ningún partido.
El archivo da detalles sobre la relación de Einstein con la bomba atómica. Pese a sus posiciones pacifistas, el científico le escribió al presidente Franklin Roosevelt advirtiéndole que era posible crearla y que Alemania podía estar trabajando en ello. Se cree que la carta contribuyó a establecer el Proyecto Manhattan, aunque Einstein nunca trabajó en la bomba.
Sin embargo, su nombre fue incluido en la lista de científicos que podrían trabajar en ese proyecto, enviada por el ejército al FBI en torno de 1940. Hoover respondió haciendo un resumen de las actividades de Einstein. El informe describía el departamento del científico en Berlín en 1930 como un “centro comunista” y su casa de campo como el “escondite de los enviados de Moscú”. Como síntesis, sostuvo que “parece poco probable que un hombre de su pasado pueda convertirse en tan poco tiempo en un ciudadano norteamericano leal”.
En el archivo figura un memo donde los agentes del caso piden, en 1946, permiso para intervenir el teléfono de Einstein. No les fue concedido, ya que el organismo no quería correr el riesgo de que se difundiera el espionaje a un personaje célebre. Aun así, los agentes rastrearon sus llamados telefónicos y su correspondencia y compilaron gran cantidad de información sobre sus contactos, totalmente irrelevante.
La agencia tomó nota de un encuentro entre Einstein y el vicecónsul soviético en Nueva York, Pavel Mikhailov, arreglado por Margarita Konenkova, una emigrada rusa que vivía en Greenwich Village con su marido,el escultor Sergei Konenkov. Según las cartas que salieron a remate en Sotheby’s en 1998, Margarita fue amante de Einstein, pero el FBI no pareció darse cuenta.
La acusación más espectacular contra Einstein es que su oficina en Berlín había sido el destino de los cables de los espías rusos en los años 30. Supuestamente, el equipo de tipeadoras y secretarias del científico extraían mensajes en código de telegramas que le enviaban y se los daba a mensajeros de Moscú. Sin embargo, cuando los investigadores intentaron obtener más información, uno de los informantes desapareció. Otro resultó ser un extorsionador convicto. El tercero era un ex comunista que terminó siendo declarado no confiable. Y no sólo eso: en la época sospechada, Einstein no tenía una oficina, un hecho que se menciona en numerosas biografías. Trabajaba en su casa, siempre con una misma secretaria: la señora Dukas. En 1955, el FBI interrogó a Dukas, quien les dijo que había sido la única secretaria de Einstein desde 1928.
El archivo de Einstein se cerró días después de su muerte, en abril de 1955.

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