SOCIEDAD
ALPI, al borde de la quiebra y con médicos echados
El tradicional instituto de rehabilitación, en crisis desde hace unos años, se presentó en convocatoria de acreedores.
› Por Pedro Lipcovich
ALPI, el tradicional instituto de rehabilitación, se presentó en convocatoria de acreedores. Según sus actuales autoridades, la crisis se debe a que “la institución contaba con benefactores que, desde 2001, dejaron de aportar”. Según ex profesionales de la institución, el trayecto de la crisis se inició cuando, en la década del ’90, la atención de la discapacidad –que ALPI había liderado como entidad de beneficencia– empezó a ser obligatoria para obras sociales, lo cual obligó al instituto a competir con instituciones de rehabilitación privadas bajo condiciones diferentes, propias del mercado. En el último tramo del camino que llevó a esta convocatoria, la situación se tensó por los despidos de numerosos profesionales de entre los más antiguos y prestigiosos de la entidad. Según versiones que circulan en el tradicional instituto, los despidos se inscriben en una estrategia empresarial destinada precisamente a aliviar el pasivo en la convocatoria de acreedores, al precio de afectar la calidad de la atención. Muchos de los pacientes internados en ALPI hicieron llegar una carta de protesta por las condiciones en que se encuentran. En cambio, según el administrador de ALPI, “los despidos fueron por razones presupuestarias o porque el personal no cumplía” y “estamos trabajando para lograr un ALPI sustentable”.
La presentación de ALPI a concurso preventivo de acreedores, que podría conducir a su quiebra, se efectuó el miércoles pasado. Según Jorge Giana, gerente general de la institución, “hasta 2001 había una serie de benefactores que aportaban dinero pero, desde entonces, gran parte de ellos dejaron de hacer aportes a la entidad”. ALPI tiene tres mecanismos habituales para recaudar fondos: el bar que funciona en el Campo Argentino de Polo, el stand en la Exposición Rural de Palermo y “La noche azul”, comida anual en un hotel de lujo. Pero “no alcanzan para mantener el funcionamiento”, afirmó Giana, quien admitió que “el 80 por ciento de los tratamientos son pagos, por el paciente mismo o la seguridad social”.
Giana aseguró que “estamos trabajando para lograr un ALPI sustentable” y afirmó que “hemos logrado un equilibrio económico mediante una reestructuración importante y la incorporación de profesionales de primer nivel”. Sin embargo, “la semana pasada tuvimos dos embargos importantes por juicios anteriores: no los podemos afrontar y decidimos presentarnos a concurso para poder replantear las cosas”.
Otra versión es la sostenida por fuentes del personal, que, “por temor a represalias del gerente y de la comisión directiva”, hablan bajo reserva de sus nombres. Denuncian despidos y renuncias forzadas de unos 50 profesionales “de primerísimo nivel y que tenían hasta 28 años de servicio”. Fue el caso, según las fuentes, del doctor Manuel Alfaro, “quien era coordinador médico y estaba a cargo de la internación: fue fundador del hospital de día y de la unidad de cuidados especiales de ALPI: lo despiden aduciendo ‘incumplimiento’, sin indemnización”.
Según estas fuentes, “los despidos están destinados a que los sueldos de estos profesionales no aparezcan como deuda en la convocatoria y a aprovechar que –por imperio de la ley de quiebras ‘Menem-Cavallo’– los juicios laborales pasan al juez comercial, y los despedidos, sin medios para sobrevivir o para pagar abogados, terminan arreglando por monedas”.
Y, para reemplazar a los despedidos, “contratan profesionales recién recibidos y sin capacitación específica, como si no supieran que la rehabilitación es un trabajo artesanal, donde juegan la experiencia y el espíritu de trabajo, como el que había generado ALPI a lo largo de su historia”, según las fuentes del personal, que además denuncian “atrasos de hasta tres y cuatro meses en los sueldos y una elevada deuda por aportes previsionales impagos”.
Giana dijo a este diario que los despidos se debieron a “una reestructuración donde se evaluaron las capacidades individuales y la capacidad de ALPI para mantener esas capacidades; había profesionalescuyos salarios ALPI no podía afrontar”. Pero, según las fuentes del personal, “todos los despidos fueron ‘con causa’, es decir, culpando al despedido”.
Hace un par de semanas, gran parte de los pacientes internados firmaron una carta a las autoridades de ALPI, donde protestan por la falta de mantenimiento de instalaciones, la reducción en la cantidad de enfermeros y la magnitud del recambio en el personal que los asiste. Giana, al confirmar la existencia de la carta, afirmó que “tuvimos una reunión con todos los pacientes: ellos entendieron la crisis de este último mes y nosotros tomamos nota de sus requerimientos y se tranquilizaron”.
Irma Fermani, quien estuvo internada en ALPI hasta noviembre del año pasado, estima que “hay pacientes cuadripléjicos que no quieren denunciar públicamente la situación por temor a quedar en la calle” y recuerda que “el doctor Alfaro, la doctora Adriana Cellone (también cesanteada) y otros nos trataban con tanto cariño y dulzura que se había formado como una familia”. También afirma que “enfermeras sin experiencia no pueden hacerse cargo de cuadripléjicos o personas con las extremidades paralizadas por accidentes, como las que se atienden en ALPI”.
La comisión directiva de ALPI es presidida por María Laura E. de Steverlynck; su vicepresidenta es Silvia Müller; tesorera, Ana Marilyn G. De Cullen; protesorera, Catalina C. Caero, y el director médico es Miguel Acánfora.
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