Lun 04.04.2005

SOCIEDAD  › JUAN PABLO II SEGUN LOS CATOLICOS PROGRESISTAS

Visto desde otra perspectiva

- Leonardo Belderrain, sacerdote, doctor en teología, profesor de bioética en la Universidad Madres de Plaza de Mayo.
“En sus últimos momentos, el papa Juan Pablo II compartió el dolor de las personas que atraviesan situaciones ‘distanásicas’ o ‘mistanásicas’. Distanasia es la prolongación indebida de la agonía, es exigir desmedidamente a la persona en esa situación: la presencia pública del Papa en el Domingo de Ramos fue una exigencia distanásica; un hombre con enfermedad de Parkinson debiera descansar y no debería ser presionado para una actividad pública. Y el Papa también sufrió, sin duda, la mistanasia, la muerte en condición de abandono espiritual, porque ¿alguien estuvo realmente junto a él? ¿Quién hubiera podido estar junto a ese hombre, cargado con los grandes dolores de la humanidad?
“Es que este papa participó en todos los dolores, tocó muchísimas miserias humanas. Ya antes, había vivido guerras en carne propia. Y fue el único pontífice que visitó los pueblos más pobres del mundo, se metió en los barrios más miserables, en las villas.
”Cuando Juan Pablo II organizó, en Asís, el primer encuentro con distintas religiones, donde hubo representantes del budismo, del judaísmo, de religiones indígenas americanas, al terminar ya estaba dispuesto un vehículo para que él volviera al Vaticano: él prefirió viajar en ómnibus, junto con los demás religiosos, pero sucedió que no había asiento. “Non cé un posto per il Papa”, bromeó. No había un lugar para el Papa. Y tal vez era eso lo que necesitaba y todavía necesita la Iglesia: perder un lugar de poder para propiciar un encuentro de toda la familia humana.
”En este sentido la muerte de Juan Pablo II, con los sufrimientos que la acompañaron, es emblemática: está cargada de sentido y habla de su grandeza de alma y de su solidaridad con cada hombre.”

- Marta Alanís, titular de “Católicas por el Derecho a Decidir”.
“Este es un momento de dolor para todas las católicas y católicos. Nosotras, no hay por qué negarlo, hemos sido críticas al pontificado de Juan Pablo II en temas como la moral sexual y el lugar de la mujer, pero ahora se trata de mirar hacia el futuro. Se ha sostenido que, como todos los cardenales fueron nombrados por él, continuará una línea conservadora, pero no perdemos la esperanza en la intervención del Espíritu Santo. Las personas somos impredecibles: monseñor Arnulfo Romero, en El Salvador, había sido un hombre más bien conservador pero cuando asumió como arzobispo tomó una posición clara a favor del pueblo... y lo asesinaron. Siempre hay esperanzas de conversión. Sin embargo, no podremos tener reales esperanzas si en el entorno del nuevo Papa van a estar los cardenales Joseph Ratzinger, Angelo Sodano o Alfonso López Trujillo.
”La esperanza es que el nuevo Papa ponga fin a la monarquía que es la Iglesia. Una expresión de democracia fue, en su momento, la convocatoria al Concilio Vaticano II por Juan XXIII: fue ecuménico, se convocó a representantes de todos los sectores, de todas las edades, de todos los fieles; menos democrático, en cambio, es cuando el Papa se limita a consultar a un grupo muy cercano de cardenales, en lo que se llama un consistorio. Y la Iglesia necesita cambios; necesita asumir la diversidad de las posiciones que la integran, y esto concierne a la moral sexual, al celibato optativo, a la participación de las mujeres incluido el sacerdocio; no debiera haber una sola posición, representada por una sola persona investida de poder absoluto.”

- Sergio Lamberti, sacerdote, delegado para la pastoral social y los derechos humanos en la diócesis de Santiago del Estero.
“El pontificado de Juan Pablo II deja como herencia el desafío de trabajar en importantes líneas que él fue marcando en documentos como Solicitudo rei socialis (La preocupación de la Iglesia por la cuestión social): el Papa avanzó mucho en la enseñanza social de la Iglesia; en el trabajo hacia la cultura de la paz, del diálogo, en la promoción de los derechos humanos ligados con el valor de la paz; en su pronunciamiento de que no va a haber paz auténtica mientras no haya justicia.
”Esto no se halla del todo asumido en todas las diócesis. Pero muchas, y concretamente la Iglesia latinoamericana, viene avanzando en este sentido, continuando la orientación que venía desde el Concilio Vaticano II y que en este sentido adquirió nuevo impulso con Juan Pablo II.
”En otro orden, me hubiera gustado que el pontificado de Juan Pablo II les hubiese otorgado mayor fuerza y autonomía a las conferencias episcopales, las reuniones del conjunto de los obispos de un país o una región; habría sido bueno avanzar hacia un mayor espíritu de colegialidad en la Iglesia. Hubo una tendencia, quizá no del Papa pero sí del Vaticano, a centralizar cuestiones en Roma: sínodos, reuniones que tradicionalmente se hacían en los continentes pasaron a celebrarse en Roma, lo cual es menos propicio par la participación de distintos sectores.”

- Carlos Cajade, sacerdote; director del Hogar de la Madre Tres Veces Admirable, para chicos de la calle; miembro de la Comisión Provincial por la Memoria.
“Juan Pablo II no tuvo nada de mediocre, nos guste o no. Por mi parte, en mi juventud estuve muy enamorado de una Iglesia primaveral como lo fue la del Concilio Vaticano II; la Iglesia de Juan XXIII, de Paulo VI, de Juan Pablo I. El pontificado de Juan Pablo II me llevó casi todo mi sacerdocio pero yo siempre fui fiel a las enseñanzas del Concilio, que muchas veces fueron dejadas de lado en la Iglesia. Con respecto al futuro, la Iglesia necesita hoy un debate bien a fondo. Ante todo hay que tener bien en claro lo que significa el capitalismo: hay que analizar claramente el deterioro que provoca la sociedad de consumo; cómo golpea al hombre en lo más hondo del alma, al sostener ‘valores’ como el de vivir sobre el hambre de otros.
”Este mismo Papa, que había venido de atrás de la Cortina de Hierro y había combatido al comunismo, reconoció, cuando visitó Cuba, que el socialismo tenía riquezas evangélicas. Advirtió entonces, quizás, que el capitalismo salvaje provoca situaciones como la que se da en nuestro país, donde el 60 por ciento de los chicos están por debajo de la línea de la pobreza a la vez que sobra comida. Hay pendiente y es urgente un gran debate interno en la Iglesia, también, sobre el mundo afectivo y sexual. Hay muchos debates pendientes. La Iglesia deberá ser la primavera de la humanidad, pero con una posición bien clara y sin acuerdos espurios con este sistema que provoca tanta muerte y tanta guerra.”

Testimonios recogidos por Pedro Lipcovich.

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