Como una rutina, el hombre siempre esperaba en la madrugada a alguna chica que salía de bailar. Amenazándola con una arma de fuego, la llevaba a un descampado y la sometía sexualmente. Las víctimas fueron diez en sólo tres meses. Ayer, el violador serial fue sentenciado a 34 años de prisión –una pena mayor a la que establece el Código Penal– y reabrió el debate sobre el máximo de condena que puede aplicarse.
Pedro Pérez, de 28 años, atacó a una decena de jóvenes –una de ellas de 15 años– entre el 3 de mayo y el 8 de agosto de 1998 a la salida de varias discotecas del oeste del conurbano. Por siete de los casos estaba acusado de violación reiterada y en los otros tres se lo calificaba como autor de abuso deshonesto reiterado, además de otros delitos.
Pérez cometió la primera violación en la madrugada del 3 de mayo, cuando sorprendió a dos jóvenes que salían de un boliche de González Catán y las obligó a acompañarlo hasta un baldío donde las violó, tras amenazarlas con un arma. El siguiente caso fue similar: el 22 de mayo, dos chicas fueron atacadas cuando salían de El Establo. Apenas 20 días después, una joven fue sometida a la salida de un local de San Justo. El 29 de junio hubo un caso en Laferrère y el 9 de julio otra vez en El Establo. En dos oportunidades, Pérez secuestró a parejas de novios y luego de inmovilizar a los varones, violó a las chicas. En algunos casos, robó pertenencias de las víctimas.
La condena dispuesta por el juez de transición de La Matanza Domingo Altieri volvió a poner en el centro del debate la polémica por el monto de la pena. Es que una corriente de juristas entiende que el Código Penal no admite penas privativas de la libertad que superen los 25 años de cárcel. Sin embargo, hay fallos recientes de tribunales orales que aplicaron penas mayores. A estos precedentes hace mención el magistrado en su fallo, que justifica la pena en que “por estos hechos y ante estas pruebas no es cruel ni infamante” y no infringe convenciones de derechos humanos.