SOCIEDAD
› OPINION
Una pregunta
› Por Raúl Kollmann
El 30 de abril de 1997, en el marco de la llamada Operación Strawberry, se secuestraron 2181 kilos de cocaína. El impacto mediático fue enorme, pero provocó un disgusto mayúsculo lejos de estas tierras, en Alemania. Es que el plan era permitir que el embarque de cocaína llegara a Hamburgo y allí las autoridades alemanas harían lo verdaderamente importante: desmantelar la millonaria organización que movía semejante cantidad de droga. La pregunta quedó flotando: ¿por qué la Maldita Policía Bonaerense de entonces cortó la operación aquí? ¿Fue para adjudicarse todo el mérito? ¿Fue para quedarse con una parte de la droga? ¿Fue para dejarle una vía de escape a la cabeza de la organización de narcos? Por de pronto, de los acusados por Strawberry no quedó ni uno solo preso.
La operación de ayer deja también sembrado un interrogante. Tal vez los investigadores no supieran exactamente cuál era el camión, pero si lo sabían ¿por qué pararlo en Open Door y no dejarlo seguir hasta su lugar de destino? ¿Por qué no buscar la detención de al menos un escalón superior de la organización?
Este periodista les hizo ayer la pregunta a policías, funcionarios y jueces. Por supuesto que los policías dicen que la determinación la tomó el juez, y colegas del magistrado afirmaron que en estos casos se suele escuchar la opinión de los policías.
Quienes tienen experiencia en casos de narcotráfico trazan las siguientes hipótesis:
u Nadie querría dejar seguir la marcha del camión porque se corre el riesgo de perderle el rastro y que entonces los narcos tengan éxito.
u Lo habitual es hacer la detención porque ningún protagonista del operativo se quiere perder el mérito –“colgarse la cucarda”, dicen en el idioma policial y judicial–. Si dejan seguir el camión, podría venir la Gendarmería, la Policía Federal, la Prefectura o la SIDE, hace el decomiso y quedarse con todos los honores.
u Una variante, tal vez menos lógica, pero muy mencionada: el dato del camión se lo entrega a un policía un “buche”, que es parte de la organización de narcos. El trato es que se detiene el vehículo, los uniformados consiguen un gran éxito para su fuerza, el ministro los condecora y no presiona tanto como antes, las otras fuerzas de seguridad se carcomen de envidia y se acallan las críticas porque los comisarios bonaerenses no realizan grandes decomisos de droga. Pero hasta ahí llega la cosa.
El operativo de ayer puede considerarse un éxito porque se secuestraron 520 kilos de cocaína. Sin embargo, no será un éxito verdadero si sólo terminan presos quienes parecen ser tres perejiles que, tarde o temprano, caminarán libres por las calles.