Lun 20.06.2005

SOCIEDAD

Un ataque cardíaco por estrés que parece infarto, pero es reversible

Lo padecen en su mayoría las mujeres. El diagnóstico, que se hace días después del episodio, evita tratamientos innecesarios.

Broken heart: El “corazón roto” de las melodías románticas ha entrado por la puerta grande de la medicina. Con ese término denominan los autores de un trabajo de investigación, publicado en una revista científica de primer nivel, a una “disfunción reversible desencadenada por estrés emocional”, cuyos síntomas son enteramente similares a los del infarto, pero que desaparece sin dejar daños en el organismo. El diagnóstico del broken heart sólo puede hacerse a posteriori, una semana o diez días después del “infarto”. Desde luego, el infarto verdadero también puede desencadenarse por causas emocionales, pero deja huellas irreversibles y requiere atención y cuidados de por vida. Y muchas personas que sufren esos seudoinfartos quedan erróneamente diagnosticadas como enfermos cardíacos, lo cual, además de sobrecargar los costos de los sistemas de salud, hace que muchas personas sobrelleven por el resto de sus vidas la creencia de que son enfermas cardíacas, cuando en verdad están sanas.
La investigación, publicada en The New England Journal of Medicine, fue efectuada por un equipo de la universidad Johns Hopkins dirigido por Ilan Wittstein. Los investigadores examinaron a 19 pacientes que, luego de un episodio de estrés emocional repentino, presentaban problemas en el funcionamiento del ventrículo izquierdo. Todos eran personas previamente saludables que habían sido admitidas en las unidades coronarias de los hospitales de la universidad Johns Hopkins con “dolor de pecho o ataque cardíaco precipitados por estrés emocional agudo”. La edad promedio era de 63 años y el 95 por ciento eran mujeres.
El hallazgo fue que, pese a todos esos síntomas, casi todos los pacientes tenían en buen estado sus arterias coronarias, responsables de irrigar el corazón: “El estrés emocional puede desencadenar una disfunción ventricular severa y reversible en pacientes sin enfermedad coronaria”, concluyen los investigadores.
Sí, “severa”, pero también “reversible”: tal es la clave que diferencia esta disfunción del ataque cardíaco propiamente dicho.
En todos los casos, “no se pudo encontrar una causa definida: fueron descartadas la enfermedad coronaria, la miocarditis” y otros posibles factores. Desde luego, un factor causal común era la presencia de lo que los autores llaman “estrés emocional repentino”, pero, ¿mediante qué mecanismos el estrés puede desencadenar, en personas sanas, síntomas similares a los del ataque cardíaco?
Los investigadores de la Johns Hopkins empiezan por señalar que “las consecuencias potencialmente letales del estrés emocional están profundamente arraigadas en la sabiduría popular, que las refleja en frases como ‘tiene roto el corazón’”. Según puntualizan, “en la última década fue señalada la presencia de anomalías en la contracción y paros cardíacos después de un estrés emocional agudo, pero el mecanismo sigue siendo desconocido”.
Para buscar este mecanismo, los pacientes fueron evaluados mediante electrocardiografía, medición de enzimas cardíacas, angiografía, resonancia magnética y otros métodos. El resultado más significativo fue que, incluso una semana después de la aparición de los síntomas, presentaban altos niveles de hormonas relacionadas con el estrés: “Nuestros datos sugieren la activación del sistema de hormonas de la médula suprarrenal” y “una actividad aumentada del sistema nervioso simpático”, cuya acción súbita sobre el músculo cardíaco provocaría los síntomas.
Los investigadores encuentran “una notable preponderancia de mujeres en nuestro estudio y en otros”, lo cual “sugiere una mayor susceptibilidad biológica a la disfunción cardíaca relacionada con el estrés”. También señalan que “si bien la incidencia de la cardiopatía por estrés es desconocida, probablemente sea más común de lo que generalmente se piensa”. Y comentan que “cuando la asistencia médica se provee desde elprincipio, estos pacientes tienen una rápida mejoría y un excelente pronóstico. En los cuatro años de seguimiento con estos pacientes, ninguno murió ni tuvo otro episodio o un deterioro en su función cardíaca”.
El doctor Branco Mautner –decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Favaloro y jefe de investigación clínica de su instituto de cardiología– afirmó que “la investigación de la Johns Hopkins tiene un valor indiscutible porque establece en forma sistematizada lo que hasta ahora era un conocimiento anecdótico”. Destacó que “el diagnóstico diferencial entre el broken heart y el infarto de miocardio sólo se puede establecer una semana o diez días después del episodio”; la distinción se basa en que aquél “no deja la cicatriz que, en cambio, causa el infarto”. Cuando el episodio se produce “el electrocardiograma es similar al del infarto porque la lesión es verdadera, sólo que pasajera”. Brautner señaló que la diferencia de fondo radica en el estado previo de la persona: “Si el estrés emocional agudo se produce en una persona que ya tenía las coronarias dañadas, es probable que dé lugar a un infarto; si su corazón estaba sano, puede suscitarse el síndrome de broken heart, del que se recuperará”.
El problema es que muchos casos de broken heart quedan diagnosticados como infartos de miocardio: “El diagnóstico es muy importante porque, en una época en que la medicina es cada vez más cara, evita aplicar costosos tratamientos a personas que no los necesitan –señala Mautner–. Además, de la diferencia que representa para una persona enterarse de que tiene el corazón sano: ¿sabe lo importante que es eso?”.

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