SOCIEDAD
› CADA VEZ VIENEN MENOS A LA ARGENTINA
Refugiados del mundo
Según el Acnur, en 2004 hubo 19,2 millones, el número más bajo en 25 años. En Argentina son entre 2300 y 3000, en su mayoría africanos y latinoamericanos. Hoy es el Día del Refugiado.
La caída de los grandes conflictos militares en el mundo y las repatriaciones masivas explican la cifra más baja del flujo de refugiados políticos en los últimos 25 años. A propósito de la celebración del Día Mundial del Refugiado, que se conmemora hoy, la agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) informó que el índice de personas en esa situación cayó 4 puntos el año pasado respecto del anterior. En la Argentina, los indicadores se repitieron, pero la caída parece parte de un proceso más prolongado: de acuerdo con las estadísticas de la Comisión de Elegibilidad para los Refugiados (Cepare), los trámites iniciados pasaron de 1485, en 1999, a sólo 354, en 2004. El fenómeno tiene explicaciones propias, ligadas a procesos internos más que internacionales. Según los números oficiales, en el país hay entre 2300 y 3000 refugiados, en su mayor parte africanos y latinoamericanos, provenientes de Perú, Colombia y Cuba.
Según el último informe del Acnur, el número de refugiados en el mundo es de 19,2 millones de personas, la cifra más baja de los últimos 25 años. En diálogo con este diario, un vocero local del organismo indicó que se trata de la cifra más baja desde la culminación de la guerra fría. La evaluación sostiene que además ya no son las naciones más ricas y poderosas las grandes receptoras sino los países en vías de desarrollo.
Argentina es uno de ellos, se encuentra entre los cinco países de mayor recepción detrás de Costa Rica, Ecuador, México y Brasil. Los refugiados con residencia oficial reconocida por el Estado Argentino desde 1985 son 2300 personas, según los datos de la Cepare. Los datos son más altos, en cambio, para la Oficina Regional del Acnur para el Sur de América latina. Es que sus estadísticas cuentan con datos previos a la formación de la Cepare e indican una población cercana a las 3000 personas, procedentes de más de cincuenta países. Aunque la población es heterogénea y está distribuida en pequeños grupos de zonas muy variadas, los flujos más numerosos son latinoamericanos y africanos.
Aunque este mapa se mantuvo sin grandes variaciones con el correr del tiempo, desde la crisis de 2001 los trámites de solicitud de expediente en la Comisión de Elegibilidad caen de forma muy llamativa. En 1999 los trámites iniciados fueron 1485; en 2000 fueron 1436 y en 2001, 1080. La caída mayor se notó de allí en adelante. En 2002 los trámites iniciados fueron 464; en el 2003, 481, y en 2004, 354.
La explicación parece inabordable con una sola hipótesis. Un vocero del Acnur local consultado por este diario ensayó algún análisis a partir de los cambios de las políticas migratorias de los últimos años, que facilitan nuevas vías para la canalización de pedidos de regularización migratoria. Junto a eso, la baja en los flujos migratorios generales, la crisis de 2001 y la merma observada a nivel mundial parecen factores que pesan en la caída de los números globales.
Pablo Asa conoce el terreno de cerca. Es abogado del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y profesor de la Clínica Jurídica por los Derechos de Inmigrantes y Refugiados creada por un convenio entre la UBA, el CELS y la Comisión Argentina para los Refugiados (Cares). Durante los últimos años estuvo en contacto con peruanos, colombianos, senegaleses y hasta con un excéntrico grupo de iraquíes que tomaron la sede local del Acnur para conseguir la residencia.
Aquello sucedió antes de la última invasión de Estados Unidos a Irak, en marzo de 2003. Los iraquíes terminaron con una causa penal y con un veredicto en contra de la Cepare, que excepcionalmente, se pronunció en tiempo record: la comisión rechazó en tres meses el trámite de residencia que normalmente lleva de 4 a 5 años de duración. El servicio jurídico del CELS tomó la causa para apelarla cuando la guerra ya se había desatado. Finalmente, los iraquíes lograron el permiso para quedarse. Y ahora andan por el país como refugiados políticos.
Las consultas más frecuentes en la Clínica del CELS provienen de refugiados de países africanos. Pablo Asa menciona a senegaleses que gracias a la Convención de Cartagena comenzaron a ser admitidos: “Elconflicto es tal que se consideró que cualquiera de ellos debe ser admitido”, explica. Los que lograron llegar hasta aquí dan cuenta de esas condiciones. En general son menores que llegan como polizones, escondidos en la cabina del ancla de los barcos que llegan al puerto de Rosario. “Los barcos salen cargados con cereales y cuando llegan a Africa los descargan unos 500 hombres que cobran por bolsa”, indica Asa. Muchos son los que intentan quedarse a bordo, con tal desesperación que para sacarlos los corren con chorros de agua de mangueras contra incendio. Dos o tres logran ocultarse en la cabina de ancla. Muchas veces viajan sin agua durante los 15 o 20 días de travesía. Cuando llegan al puerto argentino los encuentran las autoridades de Migraciones en condiciones deplorables. No los expulsan, pero si no comienzan con el trámite de regularización, su situación jurídica suele quedar a la deriva, presa de un vacío legal semejante al que sufren otras comunidades.