SOCIEDAD
› TULIO DEL BONO, SECRETARIO DE CIENCIA Y TECNOLOGIA
La ciencia y sus molinos
La divulgación científica es uno de los objetivos de la Secretaría Nacional de Ciencia y Técnica. Tulio Del Bono se refiere al concepto de comunicación integral de la ciencia y la tecnología.
› Por Leonardo Moledo
Como el arte y la literatura, la ciencia ocupa un lugar central en la cultura y el desarrollo y la figura del secretario de Ciencia y Técnología –considerado, en general, un personaje secundario, en beneficio de ministros de Economía– ocultamente juega un papel, bueno o malo, que nadie sospecha. Al fin y al cabo, la historia se escribe en los laboratorios, mucho más que en los interminables tejemanejes de la política. Es razonable, por lo tanto, conversar sobre estos temas y avatares con Tulio Del Bono, justamente, secretario de Ciencia y Tecnología de la Nación.
–Su gestión en ciencia parece bastante divertida, porque hay sorpresas, y se puede mirar con una especie de sonrisa. Lo cual es raro, ya que uno estaba acostumbrado al lamento de los científicos...
–En realidad, es cierto en cuanto a que no hay tiempo para aburrirse, estamos en un mundo en el que las cosas cada día cambian más rápido, y en el aspecto científico, esto es especialmente cierto: algunos calculan que en los últimos cincuenta años se duplicó todo el conocimiento que se había producido en el mundo desde el principio de la historia, pero que en los próximos cinco años se va a volver a duplicar. Por lo tanto la velocidad con que el conocimiento crece es tan formidable que no hay tiempo de aburrirse.
–Yo tengo mis dudas sobre esa duplicación del conocimiento. Creo que es como en un paisaje... donde uno está, ve todos los detalles, y a lo lejos, sólo las líneas generales, pero no es que donde uno está haya más detalles.
–Sí, pero además, y en general en la gestión del presidente Kirchner no hay tiempo para aburrirse, hay mucho por hacer, así que estamos realmente entretenidos; se nos ve esta sonrisa porque contamos con apoyo político fuerte, del Presidente, del ministro de Educación.
–Suena un tanto oficialista, pero bueno, entiendo... .
–A los hechos me remito, es decir el presupuesto actual de nuestra Secretaría es el triple del que teníamos cuando asumimos la gestión, en junio de 2003; no sé si hay alguna otra repartición del Estado Nacional que haya tenido un incremento presupuestario de esta envergadura.
–Esto le va a encantar a sus colegas de las otras secretarías.
– ... o sea hay un apoyo concreto del Estado Nacional, del gobierno nacional... por eso realmente estamos razonablemente optimistas en cuanto al futuro, por otro lado acabamos de lanzar hace unas semanas,... pero usted estuvo...
–Sí.
–El miércoles 1º, sí. Con el ministro Filmus lanzamos las Bases para un Plan Nacional Estratégico de Mediano Plazo en ciencia, tecnología e innovación.
–Va con minúscula.
–¿Cómo?
–No, es que se pone en mayúscula la primera palabra, Bases, y el resto en minúscula.
–Ah, es que para nosotros es algo fundamental y nuevo. Vale la pena ponerlo con mayúsculas, créame. Fíjese que tomamos como horizonte al año 2015, y nos proponemos algunos objetivos, que son bastante ambiciosos.
–¿Por ejemplo?
–Por ejemplo, duplicar el número de científicos. Ahora hay alrededor de 30 mil, y esperamos que para 2015 haya sesenta mil. Y queremos llegar a una inversión del 1%, también para el año 2015.
–Suena bien. Comprometo desde ya una nueva entrevista para el año 2015 a ver si se consiguió.
–Se va a conseguir.
–Ojalá. Pero sería interesante que ese plan contuviera algo que es una cuenta pendiente: implementar un plan nacional de difusión de la ciencia, como, por ejemplo, ya hizo Brasil.
–Lo estamos implementando, porque creemos que es imprescindible que el ciudadano medio tenga un conocimiento claro de lo que es la ciencia: la sociedad tiene que saber de qué se trata.
–Eso lo pedían ya el 25 de Mayo de 1810.
–Bueno, pero hay que ver si se referían al conocimiento científico.
–Hay historiadores que piensan que sí. Al fin y al cabo, Belgrano fue un pionero en el tema.
–¿Belgrano?... bueno, sí. Es que si uno quiere tener políticas de Estado, que llevan mucho tiempo, como lo hizo Finlandia, por ejemplo, políticas sostenidas y continuas... Cuando uno está planteando política científica, está hablando de mediano y largo plazo, desde que se toma la decisión de promover una actividad científica determinada –hasta tengo los primeros resultados– se demora entre ocho y diez años. Por ejemplo, si yo quisiera desarrollar más una ciencia determinada tengo que comenzar por tener más científicos en esa área, lo cual implica cuatro o cinco años de carrera de grado y otros tantos de posgrado... Bueno, son ocho, diez años. Y para sostener durante tanto tiempo una política, debe ser asumida por la sociedad en su conjunto.
–A veces uno se pregunta si hay una relación causal entre la difusión de la ciencia y el progreso de la ciencia. Pienso en las conferencias de Michael Faraday en el Gresham College.
–La ciencia y la tecnología deben servir para mejorarle la vida a la gente y es un camino de ida y vuelta; desde la soberbia académica: “Creo ciencia y tecnología y logro automáticamente que la sociedad viva mejor”, pero no sirve; la ciencia ha contribuido al progreso y bienestar de la sociedad cuando la sociedad traccionó al sector científico. Pero para que la sociedad pueda demandar, tiene que saber.
–Y ahí viene el plan nacional de difusión de la ciencia para la inclusión social.
–Por eso el gran desafío en esta etapa de difusión de la ciencia es tener una sociedad suficientemente educada científicamente, como para que pueda sacarle todo el provecho posible a la producción científica nacional. Y eso ya da para llorar, porque si la sociedad exige más, va a tener los ojos puestos en nosotros, a ver si cumplimos o no cumplimos.
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