Sáb 25.06.2005

SOCIEDAD

El estrés y la soledad, síntomas de los sobrevivientes de Cromañón

Un 40 por ciento de los pacientes que recibieron
atención psicológica fueron dados de alta.El 80 por ciento padecía estrés postraumático.

A casi seis meses de la tragedia de Cromañón, los especialistas en estrés postraumático que atendieron a la mayor cantidad de víctimas rindieron su primer informe, aprovechando un congreso de la especialidad. El 40 por ciento de los que consultaron ya fueron dados de alta, después de 90 días de tratamiento focalizado en la situación de urgencia. De ellos, el 85 por ciento eran sobrevivientes; el 11, familiares de sobrevivientes, y sólo el tres por ciento eran familiares de víctimas fatales. Estos últimos, más que los síntomas propios del estrés postraumático –ansiedad, temor a ir a lugares públicos, “flashbacks” de lo sucedido–, sufren un “dolor desgarrador” que va mucho más allá, según graficó uno de los profesionales. Otra de los especialistas advirtió, además, que “los chicos que consultan están muy solos”: que hay una notable dificultad en las familias y la sociedad para ayudar a jóvenes en su situación. Los especialistas señalaron también que sólo una reducida parte de los afectados directa o indirectamente –que estiman en 15.000– consultó hasta ahora, y observaron que a veces las consultas se desencadenan mucho después: “Todavía, con cierta frecuencia, recibimos consultas de personas que estuvieron en la Guerra de las Malvinas”.
La presentación se efectuó en el marco del V Congreso Internacional de Trauma Psíquico y Estrés Traumático, que se efectúa en Buenos Aires. Daniel Mosca, presidente del Congreso y titular del Servicio de Estrés Postraumático del Hospital Alvear –que, con 500 consultas, es el lugar que atendió a más personas en relación con la tragedia de Cromañón–, precisó que “en nuestro servicio hubo más de 500 consultas. Entre 180 y 200 personas ya fueron dadas de alta, ya que desapareció la sintomatología que las había traído. En la gran mayoría de los casos se les sugirió continuar el tratamiento, pero por problemas previos y no por cuadros generados a partir de Cromañón”. Los tratamientos “duran 90 días, son individuales, con dos sesiones semanales de psicoterapia. Uno de cada cinco recibió también medicación, generalmente antidepresivos”, puntualizó el especialista.
En rigor, “el 20 por ciento de estos tratamientos no respondió estrictamente a cuadros de estrés postraumático sino a cuadros depresivos y de ansiedad”, aclaró Mosca. La diferencia es que “el trastorno de estrés postraumático, además de la ansiedad, incluye síntomas evitativos, como no poder ir a lugares con mucha gente u oscuros o cerrados; además, estas personas suelen padecer ‘imágenes intrusivas’, flashbacks, vinculadas con el trauma: estáticas, como si fueran fotos, o móviles, como videos que pueden durar minutos: ‘Veo fuego, veo muertos por todos lados...’”.
El 85 por ciento de los consultantes fueron sobrevivientes; el 11 por ciento, familiares de sobrevivientes, y el tres por ciento, familiares de víctimas fatales. “Estos últimos, más que estrés postraumático, suelen padecer depresión”, señaló Mosca, y aclaró: “No es lo mismo el trauma, con sus dificultades para dormir y esa sensación de peligro inminente, que el dolor desgarrador, la sensación de que eso nunca va a pasar, de quien ha perdido a un ser querido”.
De todos modos, “el caso Cromañón involucró a unas 15.000 personas, si se cuenta a víctimas y allegados, y todavía hay muchos que podrían llegar a consultar –destacó el especialista–: de hecho, en nuestro servicio del Alvear todavía de vez en cuando recibimos a ex combatientes de Malvinas, que consultan en relación con el estrés postraumático de la guerra”.
Sería pertinente que consultara quien habiendo estado vinculado con la tragedia de Cromañón, se le hayan declarado o agudizado problemas como abuso de alcohol o drogas; irritabilidad; conductas impulsivas en general, por ejemplo el juego patológico; depresión, desinterés por las cosas; dificultades escolares o laborales.
Liliana Sánchez, vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Psicotrauma y especialista en el SAME y el Alvear, comentó que “una paciente, una sobreviviente de 19 años, me contó que el 30 de marzo, en la marcha por los tres meses de Cromañón, se había puesto muy triste porque veía muy solas a las madres que habían perdido, a sus hijos, sentía que la sociedad no las acompañaba. Entonces yo le pregunté si ella había ido, el 24 de marzo, a la marcha por el aniversario de la última dictadura militar. Entonces se dio cuenta de que nunca había ido a esas marchas. Y no es exactamente una cuestión de esa chica: es que, si no les trasmitimos a los jóvenes la historia, están siempre como si todo fuera por primera vez. Y hay muchas marcas de que la sociedad mata a la juventud: desde Malvinas hasta el ‘gatillo fácil’ policial”.
“En nuestro trabajo con estos centenares de jóvenes, tomados como una muestra informal de la clase media baja porteña, advertimos que están muy solos. El apoyo social y familiar es esencial luego de los traumas, y en estos chicos el abandono viene desde antes: sucedido el trauma, los dejan muy solos; los familiares no hablan del tema porque ‘tienen miedo de que el chico se ponga mal’ pero, claro, es su propio temor”, agregó la especialista.
Además, “en general son jóvenes que tienen pocas expectativas en sus vidas: no encuentran trabajo ni ven posibilidades de estudiar algo que les permita progresar, tienen pocos estímulos, están muchas horas juntos sin hacer nada. Todo esto hace que la sintomatología se instale más, porque no tienen otro lugar donde poner la energía”.

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