SOCIEDAD
› LOS HERMANOS NIEGAN UNA VENDETTA
“No se sentía amenazado”
El caso Herro continuaba sumergido ayer en el mayor de los misterios. La pareja del contador, Lourdes Giménez, declaró ante el fiscal Diego Araujo, pero no en la Fiscalía 2 de Dolores, sino en su casa platense de 37 entre 9 y 10. La mujer solicitó el permiso por razones de salud. La intención, según reveló el abogado de la mujer, Ramiro Gutiérrez, fue la de incorporar a la investigación los pasos dados en las últimas horas y hacia dónde se dirigía cuando fue asesinado. Los investigadores aguardaban el listado de llamadas telefónicas recibidas en el teléfono de línea y en el celular de Herro, que se encontraba encendido en el auto. Gutiérrez insistió en la hipótesis del killer. Los hermanos de la víctima, en cambio, volvieron a apuntar al robo. “Nadie que se sienta amenazado va a andar libremente como se movía él”, dijo Gustavo Herro, durante el sepelio de su hermano, en Bahía Blanca.
“Lo que se busca es reconstruir los últimos momentos que pasaron juntos, con el fin de armar el día del hecho”, señaló Ramiro Gutiérrez, abogado de la familia. Lourdes Giménez atestiguó ayer, durante la tarde, ante el fiscal Diego Araujo, pero no lo hizo en Dolores, sino en su casa de La Plata. Después, el fiscal se dirigió al piso donde vivía Herro, en el noveno piso del edificio de 51, entre 9 y 10, frente al Teatro Argentino, acompañado por la Policía Científica, para intentar hallar alguna señal que explicara los móviles del crimen. Entre las dudas, una de las principales es saber cómo mantenía el nivel de vida que llevaba, con su sueldo de empleado público.
Los investigadores planean citar a las personas que conformaban el ámbito de influencias y relaciones de Herro. En la fiscalía aguardan dos elementos que juzgan de primerísima importancia: el peritaje que certificará el arma utilizada en el crimen y los listados de llamados. Cuando hallaron el cadáver, el celular de Herro todavía estaba encendido y saturado de llamadas que habían entrado pero no habían sido atendidas porque, supuestamente ya había muerto.
Aún sigue sin aparecer la Glock 9 milímetros que Herro llevaba en la cartuchera, en su cintura. “No es de profesional robar el arma de la víctima –dijo un experto a Página/12–, pero también se la puede haber llevado un policía como ya había pasado en el caso Perel, cuando un policía se robó la PC portátil del contador y luego la devolvió.”
Los hermanos de la víctima insisten en sospechar un robo y un intento de defensa de Herro, que supuestamente derivó en que lo mataran. Y sostienen la idea de que no existía amenaza porque en ese caso el contador sería más cauteloso en sus movimientos.