SOCIEDAD
› LA ODISEA DE DOS JOVENES CONFUNDIDOS CON LADRONES
“Nos pegaban por todos lados”
› Por Pedro Lipcovich
“Era un señor de civil: los policías le decían ‘jefe’”, cuenta A. P., de 19 años. A él, el “jefe” le dio patadas en la cara hasta lesionarle un ojo; a un amigo que lo acompañaba, de 17, el “jefe”, le abrió la cabeza a culatazos y le rompió los dientes. Todo fue porque, erróneamente, el “jefe” supuso que los jóvenes le habían robado la cartera a su esposa. Después, estuvieron incomunicados y sin atención médica en la comisaría 40ª, hasta que los liberaron porque –afortunadamente– no tenían antecedentes. El Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes se presentó como querellante contra esa seccional por este caso.
“A las seis de la mañana del domingo pasado, yo estaba con siete amigos más en la plaza Olivera, por Parque Avellaneda, jugando al truco y tomando gaseosas; no teníamos ni cerveza ni cigarrillos ni nada –contó el joven–. De repente llegaron corriendo una persona de civil y tres policías. ‘¡Todos al piso!’ Nos amenazaron con matarnos.”
“El de civil, que tenía un arma, empezó a pegar, mientras los policías nos apuntaban. Al amigo que estaba al lado mío, de 17 años, le pegó con la culata en la cabeza; escuchamos los golpes terribles, le abrió la cabeza; después con un culatazo en la boca le partió los dientes”, continuó.
“A mí me empezó a pegar patadas en la cara. Me pegó dos patadas en el ojo. Era un zapato enorme, me quedó hinchado, no podía ver, tenía una hematoma terrible. Cuando salí tuve que ir al oftalmólogo. Me siguió pegando en la espalda, en el cuello. Se la agarró con nosotros dos”, agregó.
“Entonces vino la que supuestamente era la esposa de ese de civil. A ella habían intentado robarle. Dijo que se había asustado, que no había visto bien a las personas pero nos señaló a nosotros dos. A mí me hicieron levantar, dijeron: ‘Este es’. La señora se quedó callada y después dijo que no. Yo decía: ‘No hice nada, no hice nada’. El señor de civil me siguió pegando, me insultaba aunque la señora le decía ‘Dejalo’.”
“Ya hacía como veinte minutos que nos estaban pegando. La señora decía que mi amigo sí la había asaltado y lo hicieron levantar. Le pegaban por todos lados con la culata. Eso siguió hasta que vino un patrullero. Ahí dejaron de pegarnos y nos llevaron, a él y a mí, a la comisaría 40.”
“Nos dejaron incomunicados. Decían que iban a averiguar si teníamos antecedentes, cosa que no teníamos. Ahí nos empezaron a tratar bien y después muy bien. Los policías nos pedían disculpas, ya sabían que no éramos. Pero decían que no podían hacer nada porque ya estábamos ahí. Estábamos muy golpeados. No nos dejaron llamar a las familias. Mis padres se enteraron por mis amigos, que estuvieron una hora más tirados boca abajo; cada cinco minutos los iban largando diciendo que si se daban vuelta les pegaban un tiro. Las órdenes las daba ese señor.”
“Mis padres estuvieron desde las ocho hasta las 12 de la noche esperando en la comisaría. El tipo de civil entraba y salía como quería. A mi amigo, como es menor, lo dejaron salir a las cuatro de la tarde del domingo. Yo estuve hasta la medianoche. Cuando salí tuve que ir de urgencia al oftalmólogo”, contó A. P.
Otro caso fue el de un chico de 16 años que fue detenido a la 1.20 de la madrugada del domingo en Parque Chacabuco. Según narró su padre, “mi hijo estaba al lado de un quiosco en la esquina del parque con dos amigos cuando llegó un patrullero. Los amenazaron con las armas; los acusaban de haberle robado a una pareja. Los llevaron a la seccional y de allí a un correccional de menores. Los largaron recién el lunes”.