Las autoridades confirmaron ayer que fueron 59 los sobrevivientes y 41 los muertos del accidente del Boeing 737 de la compañía Tans Perú, que se estrelló cuando se disponía a aterrizar en el aeropuerto de la ciudad selvática de Pucallpa, en el oriente peruano. Al cierre de esta edición, las brigadas de rescate habían recuperado 31 cadáveres, de los cuales solamente 16 habían podido ser identificados. Entre los fallecidos están el piloto y el copiloto de la aeronave, ambos capitanes de las Fuerza Aérea del Perú. Los restos de la nave quedaron esparcidos en un radio de unos 500 metros, en una zona fangosa y con tupida vegetación, lo que, sumado al clima lluvioso, dificulta las tareas de rescate. “El escenario es dantesco, hay víctimas sin cabezas, sin piernas, sin brazos”, dijo el general de la Policía Ariosto Obregón, a cargo de las tareas de rescate. Todo indica que el piloto intentó un aterrizaje de emergencia. Al momento de tocar suelo, el avión se deslizó unos 600 metros antes de partirse en dos y comenzar a incendiarse. Un niño de un año fue rescatado vivo de entre los brazos de su madre, que estaba muerta sujeta a su asiento por el cinturón de seguridad.
“De un momento a otro el avión comenzó a tener movimientos bruscos. La gente gritaba desesperada y de pronto sentimos el impacto”, relató William Zea, de 30 años, uno de los sobrevivientes, quien sufrió quemaduras de segundo grado en el rostro y en las manos. José Vivas, quien sobrevivió con heridas menores al igual que sus tres hijas, su hermano y su cuñada, recordó que “estábamos sentados en la parte trasera del avión, eso nos salvó, porque la parte delantera fue la que más sufrió el golpe, la cabina estaba destrozada. Antes del choque, el avión sufrió una turbulencia y el comandante nos pidió que nos pusiéramos los cinturones. De pronto el avión chocó y el lugar comenzó a incendiarse. Una azafata abrió la puerta trasera y nos gritó que saliéramos”.
El experto en aeronáutica Víctor Girao acusó al piloto del Boeing 737 de Tans Perú de ser el culpable del accidente y con ello encendió la polémica. “La compañía está mintiendo porque ninguna ráfaga de viento ni tormenta se puede traer abajo un avión como ése. Ha sido un error humano, porque si el piloto sentía que perdía el control tenía margen para elevarse y eludir la zona de vientos”, señaló Girao. Otro experto, Hernán Rivas, calificó de “irresponsable” a su colega por opinar cuando las investigaciones no han comenzado. “Sí es posible que los fuertes vientos huracanados hayan causado el accidente”, señaló Rivas. Los resultados de la investigación podrían demorar entre dos y cuatro meses.