SOCIEDAD
› EL AUMENTO DE LAS DENUNCIAS POR MALA PRAXIS CONTRA ABOGADOS
Juicio al mal juicio
Después de los médicos, vienen los abogados: cada vez más clientes los demandan por su mal desempeño. Los principales problemas son que dejan morir las causas, que no apelan a tiempo o que presentan mal escritos y pruebas. Según un experto, en parte se debe a la caída en la formación profesional.
› Por Andrea Ferrari
Una mujer demandó por mala praxis a un reconocido cirujano plástico. Aunque el médico creía que tenía buenas posibilidades de salir airoso, fue condenado y debió indemnizar a su ex paciente. ¿Qué hizo entonces? Le inició un juicio por mala praxis a su abogado. Parece un chiste pero no lo es: se trata de un caso real en el que el abogado fue condenado a pagarle al médico cien mil pesos por no ejercer bien su defensa. Tampoco es un caso aislado: cada vez son más las personas que demandan a sus abogados por mal desempeño y aunque el fenómeno aún no tiene la dimensión que cobró en el ámbito médico, constituye una fuente de preocupación para los profesionales y de jugosos chismes en los pasillos de Tribunales.
“Sí, ex vox populi que han aumentado los juicios contra abogados y se comprueba al consultar la jurisprudencia. Antes los juicios por mala praxis eran sólo contra los médicos, hoy los abogados están muy cerca –sostiene Fabiana Compiani, profesora adjunta de Derecho Civil II en la UBA y del Posgrado de Derecho de daños en la UCA–. En general, son demandas que se hacen por faltas graves, como dejar perimir un juicio, no interponer recursos de apelación ante sentencias contrarias, no ofrecer las pruebas correspondientes.”
Campiani sostiene, sin embargo, que no se ve por ahora el nivel de especulación que aparece en muchos juicios a los médicos: “Las sentencias en general revelan condenas porque se verifica la existencia de faltas graves. Eso significa que están fundadas. No se observa que haya un índice alto de rechazo de demandas, como lo hay contra los médicos, muchas de las cuales son aventuradas”.
Negligente o delincuente
Según Carlos Ghersi –abogado, economista y profesor titular en las carreras de Derecho y Economía de la UBA–, hay tres o cuatro causas principales para las demandas: en primer lugar coloca la caída en la educación de los abogados. “Es que la mala praxis viene por errores groseros, en general negligencias. Por ejemplo, la prescripción de acciones, la caducidad de la instancia, la mala presentación de escritos, el mal manejo de la prueba. Y esto deriva en buena parte de la baja en la educación, que fue evidente tanto en las universidades públicas como privadas.”
Otro grupo, dice Ghersi, roza ya con la delincuencia: “Son abogados que se quedan con la tasa de justicia o que hacen acuerdos con compañías de seguros y ocultan cuál es la totalidad del monto a cobrar para quedarse con una parte. No son muchos, pero se dan casos de este tipo”.
Las sanciones que pueden lloverles a quienes dan el mal paso son tan variadas como sus faltas, ya que no sólo pueden ser denunciados ante la Justicia, sino también ante el Colegio Público de Abogados. En la Capital, donde hay 90 mil abogados matriculados, reciben unos dos mil casos por año, una cifra que ha ido en constante aumento. “Cuando hay una condena penal, el juez está obligado por la ley a comunicarlo al Colegio Público –explica Oscar Ameal, presidente del Tribunal de Disciplina de ese cuerpo en la Capital–. En ese caso se abre la posibilidad de la exclusión de la matrícula, siempre que las circunstancias determinen que se afecta el decoro y ética profesionales. Si se lo excluye, el abogado puede apelar ante la Cámara Nacional de Apelaciones.” En cambio, si se trata de un caso civil, suele ser el propio acusador quien presenta la denuncia ante el Tribunal de Disciplina. “Las sanciones pueden ir desde un llamado de atención a una multa o la suspensión por hasta un año –explica Ameal–. Y hay que decir que las suspensiones son bastante frecuentes.”
Yo acuso
Para explicar las situaciones en que se suele demandar a un abogado, Carlos Ghersi –autor de uno de los primeros textos sobre responsabilidad civil del abogado– apela a tres ejemplos que pasaron por sus manos:
- Caso 1: Un abogado había representado a una familia en un caso por un accidente donde había fallecido uno de sus miembros, pero “le caducó el expediente y prescribió la acción. Hicimos una causa por daños y perjuicios: el abogado fue condenado a pagar 300.000 pesos”.
- Caso 2: El abogado presentó mal la expresión de agravios (la fundamentación de la apelación ante la Cámara). “Se lo rechazaron por no cumplir con los requisitos mínimos –explica Ghersi– y en esa situación ya no puede reverse la sentencia. En este caso tenemos una condena en primera instancia.”
- Caso 3: Este tipo de caso se da entre abogados que trabajan en derecho de familia: se les va la mano en el lenguaje y la otra parte les hace juicio por daño moral. Sucede en situaciones de divorcios por injuria o adulterio. “Se exceden en la terminología, utilizando incluso palabras groseras”, dice Ghersi, quien llevó adelante un caso de esas características en que se condenó al acusado a pagar unos 50.000 pesos.
Aunque un alto porcentaje de las demandas contra abogados suelen resultar en sentencias condenatorias, aún no se ha impuesto masivamente la contratación de seguros, como es norma entre los médicos. “La excepción son los grandes estudios –dice Ghersi–. Ellos sí toman seguros, porque suele suceder que los titulares se ocupan de los grandes casos, y los otros los toman abogados jóvenes que están aprendiendo y que a veces meten la pata. Entonces quieren protegerse.”
¿Y por qué tantos casos terminan en condena? Según Félix Trigo Represas, experto en responsabilidad civil del abogado y profesor emérito en la Facultad de Derecho de la UCA de La Plata, “quizá lo que pasa es que la prueba es muy fácil, porque surge de un instrumento público. Si ha habido mala praxis es bastante fácil probarla, está en el expediente”. Trigo Represas sostiene que aproximadamente un cincuenta por ciento de los casos en que se llegó a una condena “se referían a la terminación del juicio en forma anormal porque el abogado no movió el proceso”.
Uno se pregunta si a la hora de apuntar los cañones contra un colega los abogados no sienten un cierto resquemor. Fabiana Compiani cree que no. “Es una cuestión que hace a la ética de cada uno –sostiene–. Si un cliente me plantea un daño cometido por un colega no tendría prurito en tomarlo, por una cuestión de ética: cualquier víctima de un daño merece una reparación.” Ghersi, sin embargo, cuenta que le llegan casos que otros abogados rechazan. “Tal vez haya varios motivos por los que no lo quieren tomar, no es fácil plantear el tema jurídicamente, se necesita experiencia. Y hay que considerar que uno debe convencer al juez, que también es abogado.”
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