SOCIEDAD
La mujer que fue presa por error y terminó muerta a los golpes
Una pareja fue detenida en Florencia Varela al ser confundida con unos ladrones. La mujer estaba enferma; acababa de perder un embarazo. En la comisaría los esposaron y los golpearon. Ella murió once días después. Ayer, siete policías fueron detenidos y la comisaría fue intervenida.
› Por Carlos Rodríguez
Una indisposición pasajera hizo que Andrea Elizabeth Viera, de 30 años, y su pareja, Gustavo Cardozo, de 23, se demoraran más de lo previsto en los alrededores de la estación Zeballos del ex ferrocarril Roca, en el partido de Florencio Varela. La mujer, que hacía poco había perdido un embarazo, se sintió débil y su compañero fue a buscarle un vaso de agua. Estaban en la calle y la contingencia se convirtió en tragedia porque los rodearon veinte policías que los confundieron con unos ladrones que habían herido a un agente durante un tiroteo. Aunque no tenían armas, ni antecedentes, los llevaron a la comisaría 1ª de Varela. En el patrullero comenzaron a golpearlos, pero en la seccional fue peor: los separaron y hacían cola para pegarles mientras los mantenían esposados. Ahora hay siete policías detenidos, entre ellos dos mujeres, porque Andrea Viera murió tras 11 días de agonía. Dada la gravedad institucional de lo ocurrido, el ministro de Justicia y Seguridad, Luis Genoud, relevó a la cúpula de la comisaría y dispuso la intervención de esa dependencia.
Genoud tomó la decisión luego de que el fiscal de Quilmes Claudio Pelayo pidiera la detención de los siete involucrados, a quienes se acusa por el delito de “tormentos seguido de muerte”. El ministro, a quien el problema lo toca de cerca porque es vecino de Varela, dijo que de corroborarse la acusación, el hecho “sería abominable” y “constituiría un baldón para esta gestión ya que se contrapone brutalmente con los lineamientos trazados por el gobierno provincial en materia de derechos humanos”. Además de expresar su respaldo a la investigación, Genoud sostuvo que serán “inflexibles con las medidas disciplinarias” contra el personal comprometido en el hecho.
El funcionario aseguró que “no se tolerará ningún tipo de solidaridad corporativa” con los imputados. Al margen de las resoluciones tomadas por el juez de la causa, Martín Nolfi, quien ordenó las detenciones pedidas por el fiscal, las que se concretaron ayer, el gobierno provincial dispuso el pase a “disponibilidad preventiva” de los siete involucrados. Ellos son el principal Daniel Gutiérrez, el subinspector Diego Herrera, la oficial ayudante Romina Alejandra Nieto, el suboficial principal Carlos Daniel Maidana, la cabo 1ª Marta Jorgelina Oviedo, el cabo 1ª Pedro Mensi y el agente Oscar Luciano Farías. Aunque no están acusados en la causa, fueron relevados de sus cargos el jefe y el subjefe de la seccional 1ª, comisario José Oscar Sita y subcomisario Rafael Ominelli.
En su declaración testimonial ante el fiscal Pelayo, el hombre que sobrevivió a la paliza sostuvo que “salvo dos o tres”, todos los policías que estaban de turno participaron activamente en el reparto de golpes. La detención de la pareja se produjo cerca de las ocho de la noche del 10 de mayo pasado. La mujer fue internada esa misma noche en el hospital de Florencio Varela, adonde llegó en estado de coma. Nunca pudo recuperar el conocimiento y falleció el miércoles 22. El viernes pasado, en una intervención “rápida y muy efectiva”, según reconoció el abogado de las víctimas, Luis Valenga, el fiscal Pelayo identificó a los agresores y luego de trabajar todo el fin de semana, pidió las detenciones.
En la noche del 10 de mayo, la zona de Varela estaba convulsionada por un tiroteo en el que murió un ladrón y resultó herido de gravedad un policía. En ese contexto, ignorantes de lo que sucedía, Andrea Viera y Gustavo Cardozo salieron de su domicilio, en el Barrio Jardín de la localidad de Ingeniero Allan, en Varela, para visitar a unos familiares. Cuando bajaron de un colectivo de la línea 324, a dos cuadras de la estación Zeballos, para tomar otro ómnibus, ella se sintió descompuesta y comenzó el drama. En plena calle –hay varios testigos de lo ocurrido– los rodearon veinte policías, los esposaron con las manos en la espalda y los subieron a dos patrulleros.
En la comisaría fueron separados y Cardozo escuchó durante horas los gritos y pedidos de auxilio de su mujer, a pesar de que los policías habían levantado el volumen de un televisor para tratar de apagar lasquejas desesperadas de la víctima, que lloraba y juraba su inocencia, ya que los acusaban de integrar la banda que se había tiroteado con la policía. Cerca de la medianoche quedó todo en silencio. Cardozo escuchó de boca de un funcionario policial: “Me parece que está muerta”. Antes había entrado a la comisaría un agente del servicio de calle que aconsejó a sus colegas: “Larguen a estos tipos porque no tienen nada que ver”. Cardozo siguió detenido hasta las 10 de la mañana del día siguiente.
Lo mantuvieron esposado, arrodillado, de cara a la pared, y cada uno de los policías que entraba a la habitación en la que estaba lo pisaba o lo golpeaba. Antes lo habían castigado en grupos, uno por vez, mientras él permanecía inmóvil, boca arriba, con las manos esposadas a la espalda, sobre un escritorio. Lo mismo ocurrió con Andrea Viera, cuyo cadáver tenía impreso sobre la piel el duro castigo. La mujer había perdido un embarazo 15 días antes de la detención y estaba haciendo un tratamiento. El sobreviviente recuerda a muchos de los golpeadores, que fueron más de siete. Y también que hubo tres policías “que no le pegaron y que lo trataron bien”, dijo a este diario el doctor Valenga. Cara y seca de la misma moneda.