Mié 14.09.2005

SOCIEDAD  › EL CARDIOLOGO HABIA PEDIDO DESPEDIR A MORELLI

“Un delincuente de guardia”

› Por Carlos Rodríguez

“No puedo tener al frente de la guardia a alguien que puede ser un delincuente.” El cardiólogo José Martínez Martínez, asesinado en su consultorio de la Recoleta el 27 de mayo de 2003, tenía desconfianza sobre la personalidad y los antecedentes de su colega y subordinado jerárquico Néstor Morelli, para quien había pedido medidas disciplinarias e incluso que se lo trasladara a otro hospital. Morelli, que era jefe de la guardia de los sábados en el Servicio de Cardiología del Hospital de Clínicas, del que Martínez Martínez era el titular, estaba sospechado de haber cometido robos contra otros colegas del Hospital Tornú, de donde había sido echado por esas presuntas irregularidades y enviado al Instituto Pasteur, derivación que suponía, en sí misma, una gravísima sanción.
En una sola audiencia, la de ayer, el imputado fue señalado como sospechoso de un intento de abuso sexual contra una enfermera del Clínicas que lo denunció, de los supuestos robos en el Tornú y en el domicilio particular de otro colega suyo, de haber concurrido armado al hospital en horas de servicio y de haber amenazado al propio Martínez Martínez, quien había realizado una drástica y negativa evaluación acerca de la actividad profesional de su colega y años después, victimario.
El ex director del Clínicas Hermes Ubaldo Pérez dijo en la audiencia, ante los miembros del Tribunal Oral 23, que Martínez Martínez había hecho “una evaluación bastante pobre, yo diría muy negativa”, sobre el trabajo de Morelli en la guardia de los sábados. Luego leyó el informe, que presentaba, en algunos ítem, evaluaciones francamente descalificatorias, en una escala del 1 al 10: “Responsabilidad: 2; Espíritu de superación: 1; Corrección Personal: 1; Iniciativa: 2”. El reproche siempre tenía que ver con la indisciplina de Morelli y no con su capacidad profesional. Era considerado como un “buen médico, ni peor ni mejor que ninguno”, pero solía “irse de la guardia” sin dar aviso, “llegar tarde” y no cumplir con su tarea. Además, cumplía en forma reticente el horario que había pactado con las autoridades del hospital, 24 horas los sábados más 9 horas durante los días hábiles.
Otro de los testigos relevantes fue Eduardo Sampó, quien se desempeñó, entre 2001 y 2003, como el segundo de Martínez Martínez al frente del área de terapia intensiva de Cardiología. El doctor Sampó detalló que la víctima había realizado “muchas presentaciones” ante la dirección del Clínicas para que Morelli fuera suspendido e incluso echado del hospital porque “no cumplía con sus tareas” en forma satisfactoria. Martínez Martínez se había entrevistado con las autoridades del Tornú para conocer en detalle la acusación que pesaba sobre Morelli por el presunto robo contra otros médicos de ese hospital, lo que había determinado su traslado al Instituto Pasteur. Todos, incluso los defensores de Morelli, se mostraron sorprendidos por la falta de una sanción ejemplar, en el Clínicas, contra el hoy acusado. “En el Estado es muy difícil que echen a alguien”, comentó Sampó. A Morelli lo echaron del Clínicas el mismo día en que murió Martínez Martínez.
Por su parte, el doctor Pérez confirmó que el propio Martínez Martínez, en una de sus tantas notas criticando a Morelli, había señalado que seguía acusándolo “a pesar de las veladas amenazas” que había recibido de parte de quien, en definitiva, hoy es acusado de haberlo asesinado.

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