Sáb 17.09.2005

SOCIEDAD  › LA MUERTE DE NIÑOS, RESULTADO DE LA VIOLENCIA FAMILIAR

Maltratos que son crímenes

En una semana, tres chicos menores de dos años fallecieron víctimas de palizas propinadas por familiares. Especialistas advierten cómo el silencio de la sociedad encubre estos asesinatos.

Alejandra murió el jueves por la noche en Posadas. Tenía un año y medio y había pasado seis días de agonía por un traumatismo de cráneo. Los médicos creen que esa lesión fue consecuencia de una paliza, y así lo hacen pensar las otras lesiones que tenía la nena. El mismo día por la tarde moría un chiquito en Santiago del Estero, aparentemente a causa de los golpes recibidos por su padrastro. La misma hipótesis existe en el caso de Ludmila, que murió el martes en Córdoba. Especialistas en maltrato infantil consultadas por Página/12 coincidieron en señalar que estos hechos no son nuevos: también advirtieron que la violencia hacia los niños está rodeada de silencio y prejuicios de la sociedad, que llaman a “no meterse”.
La beba que murió en Misiones vivía con su tío y la concubina de éste. Su mamá trabaja cosechando yerba mate; la había dejado con ellos porque tiene otro hijo de tres años y no podía alimentar a la pequeña. Cuando Alejandra llegó al Hospital de Posadas, los médicos no creyeron en la versión del accidente que dio el tío. El jefe de terapia intensiva, Luis Esquivel, explicó que su lesión era muy parecida “al tipo de traumatismo intencional. Además tenía otras lesiones en el cuerpo que hacían sospechar el maltrato, como golpes, quemaduras con cigarrillos y hasta signos de abuso sexual”, afirmó el médico. Todo ello acompañado de un grave cuadro de desnutrición “ya que pesaba sólo 6,5 kilos, estaba casi raquítica”.
También el jueves, pero en Santiago del Estero, moría un pequeño de dos años al que su padrastro le había provocado lesiones graves. Apenas dos días antes, moría Ludmila, de cuatro meses, en Córdoba. Estos casos pusieron en el ámbito público un tema que no suele traspasar las puertas del hogar: “Hace diez años, todo lo referido al maltrato infantil y a la violencia estaba rodeado de una conspiración de silencio”, afirma Elsa Arias, directora del Posgrado de Especialización en Violencia Familiar de la Universidad del Museo Social Argentino. “El Estado pensaba que no había que meterse y que además la familia era lugar sagrado de protección, y esto en realidad es una falacia”, apunta.
Poco a poco, ese silencio se ha ido resquebrajando. Por un lado, hubo un nivel mayor de concientización en la gente, y el problema comenzó a hacerse más visible. Para la psicóloga María Beatriz Müller, es “probable que ahora la población se anime más a denunciar estos hechos”. Pero tanto Müller como Arias sospechan que en los últimos cinco años hay “mayores niveles de violencia”, que no pueden explicarse a partir de una sola causa. En este punto, apuntaron contra el prejuicio de creer que los casos de maltrato se presentan sólo en hogares pobres. Simplemente, ocurre que en las capas medias y altas “el tema se silencia mucho más”, agregó Arias.
María Inés Bringiotti es titular del Programa de Investigación en Infancia Maltratada que desarrolla la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y también apunta hacia el silencio. “Por ejemplo, en el caso de Santiago del Estero no creo que haya sido la primera vez que el padrastro golpeaba al nene, pero ningún vecino, docente o médico vio nada. Algo tiene que llamar la atención en los vecinos, si le está pegando al hijo y ven que las cosas se repiten. En algún momento pasa algo más grave, por eso hay que trabajar en la responsabilidad de todos frente a la infancia.” Müller añadió que “hay prejuicios alrededor de la violencia. En el caso, por ejemplo, de una mujer violada, se duda si dice la verdad o no. Si un hijo cuenta que el padre lo maltrata, se dice que ‘la madre le mete cosas en la cabeza’”. ¿Por qué ocurre esto? Porque el maltrato “es difícil de aceptar y de entender, es preferible creer que el tema no existe”.
Y estos prejuicios también aparecen cuando el chico termina en el hospital. “Al pediatra no se le puede escapar lo que ocurre”, señala Bringiotti. Pero cuando el niño maltratado es paciente de práctica privada, a los médicos “los traiciona lo ideológico”, definió.
“Muchos padres y madres creen que darle un golpe a un chico es una respuesta lógica a una travesura”, puntualiza Arias. Para trabajar contra el maltrato que la sociedad “naturaliza” hace falta ir “a las escuelas, generar grupos de padres, dar charlas y cursos para que empiecen a pensar que hay otra manera de educar y de comunicarse con el otro”, insistió.
Para Bringiotti, es necesario “un abordaje macro, hablar de paternidad y maternidad responsable, también de educación sexual. Si una mujer va a hacerse un control médico, es posible detectar si manifiesta rechazo hacia su embarazo”. Y en ese caso, es imprescindible que encuentre la contención adecuada para saber que “existen caminos como la adopción, y actuar desde antes del nacimiento”.

Informe: Daniela Bordón.

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