SOCIEDAD
› UN TUNECINO GANO EN FRANCIA 96 MILLONES DE DOLARES EN UN JUEGO
El inmigrante de la gran fortuna
Es desempleado, tiene siete hijos y vive en los suburbios de París, en un barrio de inmigrantes pobres. Acaban de lloverle casi cien millones de dólares de un juego de apuestas. La empresa de la lotería le proveyó una psicóloga para ayudarlo a manejar su nueva vida.
Por Eduardo Febbro
Desde París
El viernes fue un día feliz. A no ser por el sol poco habitual en estas épocas del año, cuando el otoño cambia los colores y las formas de los árboles, Montedour se despertó como de costumbre. Esta ciudad dormitorio de las afueras de París es un nido horizontal donde viven muchas familias de inmigrantes. Para una de ellas, el viernes no fue igual a los demás: ganó 96 millones de dólares en el novedoso juego del Euro Millón, una lotería europea que redistribuye las apuestas de los jugadores de España, Francia y Gran Bretaña. Los ganadores se llevaron el tesoro y, como “aguinaldo extra”, una psicóloga de la empresa que administra los juegos, la Française des Jeux. Su misión consiste en hacer que los ganadores no pierdan la cabeza. La Française des Jeux tiene una servicio especial llamado “los grandes ganadores” (más de un millón trescientos mil dólares) que sirve como puente entre el mundo real del nuevo millonario y el de sus sueños. También se edita un catálogo, un “libro de oro de los ganadores” que contiene consejos prácticos para vivir mejor “los primeros instantes de la nueva existencia ‘dándose’un tiempo de reflexión”, un enfoque muy práctico sobre la cuestión financiera (impuestos sobre las grandes fortunas, inversiones, aspectos jurídicos) y testimonios de ex ganadores.
A la familia de Montedour le tocó en suerte un considerable tesoro. Por una vez al menos, la suerte favoreció a los más necesitados. Son todos de origen tunecino, padre desempleado, siete hijos: la fortuna no hubiese podido golpear en mejor puerta. “Han vivido la miseria y ahora la riqueza. Está muy bien”, dice, lacónico, un vecino de los ganadores. Una chica más joven dice que “al menos una vez les tocó a los pobres. El padre no tenía trabajo: ahora sabe que no trabajará nunca más en su vida”.
Discreta pero atenta a todo, Brigite Roth comparte las alegrías y se adelanta a prevenir los posibles dolores de cabeza. La buena fortuna no siempre es una sabia consejera. La mujer pertenece al servicio “de los grandes ganadores” de la Française des Jeux. Su oficio es visitar y aconsejar a la gente que, de un día para otro, se vuelve millonaria con los juegos del azar. Su voz es como sus consejos, que ella misma define así:“Ni perentorios ni directivos: neutros”. Su papel consiste en ser “una línea de unión entre la vida ordinaria de antes y la nueva existencia”. En apenas un mes, Brigite Roth acompañó a más de 40 grandes ganadores de los casi cien que se conocen.
Pero la familia de Montedour es un caso especial. Cien millones de dólares y un núcleo social realmente pobre, en un medio ambiente de crisis del empleo y exclusión social. “Cobrar sumas colosales es algo tan excepcional en una vida que la gente necesita que haya una escucha especial.” Brigite Roth constató que la gente necesita realmente una compañía atípica en cuanto toma posesión de sus ganancias: “A menudo la gente tiene problemas de comunicación. Ni su entorno ni sus interlocutores pueden realmente comprender lo que les está pasando. Finalmente, se encuentran aislados”.
Las transformaciones psicológicas que intervienen en la vida de los millonarios instantáneos son tales que la Française des Jeux está proyectando organizar “talleres pedagógicos” con la participación de otros ganadores. El contacto “intensivo” entre Brigite Roth y los millonarios se mantiene aproximadamente a lo largo de un año. La “doctora” de los afortunados responde poco a poco a las preguntas que van surgiendo después de los primeros meses de excitación y de gastos “coherentes”: casa para la familia y los hijos, autos, viajes y algunos lujos. Brigite Roth señala al respecto que “la sociedad ha cambiado. En un clima de incertidumbres económicas, los ganadores no dilapidan más su dinero. Han desarrollado comportamientos de seguridad. Protegen a sus hijos para que no pasen necesidades en el futuro e invierten su dinero”.
El problema viene después de los primeros meses. Allí empiezan las preguntas de carácter existencial: ¿Acaso hay que seguir trabajando? ¿Es mejor invertir en un proyecto? ¿Es correcto apoyar una acción humanitaria? Al parecer, los sueños no se realizan con solo ganar el dinero que hace falta para financiarlos.