SOCIEDAD
› INCENDIO EN EL SHOPPING UNICENTER DE MARTINEZ
Un dragón que abrió la boca
El fuego se desató en el sector de diversiones para chicos, en un juego en desuso llamado La Boca del Dragón. La evacuación fue exitosa. Sólo hubo once personas con principio de asfixia.
Entre las 18.30 y las 19 de ayer, el Unicenter Shopping de Martínez pasó de ser un paseo dominical para transformarse en una especie de película dantesca de horror, un amague de Pánico en la Torre después de que se desatara un incendio en el tercer nivel, en el espacio destinado a los juegos para chicos. Todo podría haber derivado en una tragedia de proporciones: a esa hora paseaban alegremente por el shopping entre veinte mil y treinta mil personas. La rauda intervención de los bomberos permitió la rápida evacuación del edificio. Sólo se registraron once casos de principio de asfixia, cinco paseantes y seis bomberos, que fueron internados en el hospital de San Isidro. Queda para el análisis de los peritos y de los místicos el lugar donde aparecieron las primeras llamas: un juego mecánico denominado La Boca del Dragón.
El Aventura Center, como se llama el área del centro comercial dedicada a los juegos infantiles en el último nivel, hizo más que nunca honor a su nombre. El fuego se inició, según informaron los bomberos, entre las 18.30 y las 19 en un juego que se encontraba en desuso desde hacía dos años, denominado La Boca del Dragón, aparentemente como consecuencia de un problema eléctrico. El foco se expandió rápidamente debido a que muy cerca del juego se encuentra un depósito de materiales inflamables que son utilizados para el mantenimiento de las máquinas. Algunos empleados del lugar aseguraron a TN que habían pedido que se sacaran de allí los elementos altamente inflamables, pero que no habían tenido éxito. En la misma zona, pero enfrentado al área de juegos, está el patio de comidas. Y a un costado se ubican las salas de cine.
La evacuación de los casi treinta mil visitantes que recorrían las galerías del shopping y el hipermercado fue más sencilla que lo que su número dejaba imaginar. De todos modos, se produjeron algunas corridas producto del nerviosismo de las circunstancias. Si bien el personal de seguridad se puso al frente del procedimiento dando las indicaciones correspondientes para ir evacuando por sectores, al escuchar por los altoparlantes que debían abandonar el lugar, algunas personas se decidieron por el dictado sanguíneo y se lanzaron en miniestampidas.
Con sentido del ahorro, pero imprudentes, muchos corrieron a los estacionamientos para salvar sus vehículos, sin pensar que esos vehículos podían transformarse en jaulas con combustible. A la vez, la salida de los vehículos entorpeció a las veinticinco dotaciones de bomberos del norte del conurbano y las ambulancias que trabajaban en las tareas de rescate. Quienes también colaboraron en el combate contra las llamas fueron los empleados del hipermercado, que cargaron extinguidores y mangueras en los carritos de compras y los trasladaron hasta el frente del incendio.
En la entrada del lugar se vieron ambulancias que intentaban entrar al predio topándose con autos que buscaban salir. Al mismo tiempo, los bomberos demoraron en llegar porque la Panamericana se transformó en un paseo de curiosos que se detenían para tener un mejor ángulo de visión del fuego y las columnas de humo. Finalmente, el perímetro fue vallado por los bomberos para detener a los curiosos y poder realizar su trabajo sin inconvenientes. Las personas que sufrieron principio de asfixia fueron trasladadas al Hospital de San Isidro, que es el más cercano.
Algo más de dos horas después de desatado, el fuego ya había sido controlado por los bomberos. Sólo quedaban algunas señales de salida de emergencia desfiguradas por el calor de las llamas, empleados de seguridad agitados por el infrecuente trajín y personal de limpieza que empezaba a ingresar al local para intentar limpiar lo que unas horas antes había sido un paseo de compras de domingo por la tarde.