SOCIEDAD › EL 3 DE ENERO LA INTERNARON CON TRABAJO DE PREPARTO. EL 5 DIO A LUZ POR CESáREA. LUEGO ENTRó EN COMA. AYER FALLECIó. LOS AMIGOS ATACARON CON FURIA EL HOSPITAL OñATIVIA Y PROVOCARON DESTROZOS.
Solange falleció el miércoles a las 11 de la noche tras haber dado a luz mediante una cesárea el pasado 5 de enero en el hospital Oñativia de la localidad bonaerense de Rafael Calzada. Ayer, durante seis horas, sus vecinos, amigos y familiares desataron su furia contra la guardia del hospital y rompieron vidrios, computadoras, destrozaron una de las puertas de emergencia al incrustar contra ella una camioneta y quemaron algunas gomas en una de las entradas laterales del servicio de emergencia. Acusan a los médicos de “mala praxis” durante la operación. En el Oñativia afirman que se acompañó a la joven de 17 años y a su familia durante todo momento y que “ahora se debe esperar el resultado de la autopsia” para determinar las causas de su muerte.
Entre las dos y las cinco de la mañana, y tras conocer la noticia de la muerte de la joven, unas 50 personas entre vecinos, amigos y familiares de Solange y de su pareja, un joven de 19 años, irrumpieron en la guardia del hospital para pedir explicaciones sobre lo ocurrido. Mientras se investiga la causa de la muerte, el padre de la joven afirmó que “la familia cree que hubo mala praxis”, y también confirmó que sufría de hipertensión.
“Hubo disturbios. La gente se enojó mucho con el personal de seguridad que no nos dejaba pasar y con los médicos que no informaban nada”, contó. Sin embargo, alrededor de las cinco de la mañana, fueron los padres de Solange quienes instaron a la calma a los amigos y vecinos que se habían lanzado contra el hospital.
El director del Oñativia, Francisco Grosso, explicó a Página/12 que “en todo momento se mantuvo informados a los familiares” sobre el estado de la joven. “Cuando ingresó, no tenía todos los estudios de preparto hechos y se los realizamos acá. Tuvo cinco controles como mínimo”, relató.
Solange ingresó a la guardia del hospital el 3 de enero pasado con un embarazo a término. Tenía una hipertensión arterial leve, pero se normalizó cuando quedó internada en la sala de maternidad, según los médicos. El jueves 5, por la tarde, empezó con contracciones y se le practicaron los trabajos previos al parto. “Los trabajos eran cansadores y se decidió realizarle una cesárea”, recordó Grosso. Además dijo que “no era necesaria una anestesia total y por eso se le aplicó de la cintura para abajo; durante la intervención los médicos hablaron con ella durante toda la operación”. Finalmente, la joven dio a luz a un bebé de 3,9 kilogramos; pero después del parto, según relató Grosso, el anestesista detectó una irregularidad y la chica sufrió un paro cardiorrespiratorio. Fue trasladada al hospital Evita para realizarle una tomografía en la que “no se vio daño cerebral alguno”, añadió el director. Luego, fue regresada al Oñativia, y desde esa noche quedó internada en la sala de terapia intensiva. El martes pasado se decretó su muerte cerebral. Y el miércoles, a las 22, Solange falleció. “Fue un hecho infortunado del que los médicos quieren saber la causa. El lunes pasado –antes del fallecimiento de la chica– pedí un informe sumarial a todas las áreas del hospital”, dijo Grosso. “Realizamos unos tres mil partos por año; esto nos toma tan de sorpresa como a la misma familia. Ahora sólo resta esperar el resultado de la autopsia”, subrayó.
Del lado de los vecinos y amigos la furia fue casi incontenible. Están convencidos de que murió por mala praxis. De hecho, los padres de la joven presentaron una denuncia ante la Justicia por ese motivo contra los médicos. “Tener un bebé era la ilusión de mi hija. Ellos me explicaron que le bajó la presión y que entró en paro cardiorrespiratorio. Al otro día me dijeron que había que ponerle más droga y el martes me confirmaron que había muerte cerebral”, dijo el padre de la chica intentando vanamente contener su dolor.
Juan José Padilla, jefe de la guardia, calificó la reacción de los vecinos como “actos de vandalismo” que obligaron al traslado de los pacientes que estaban en la guardia y a la suspensión de la atención de las personas que aguardaban allí. Las tareas en el hospital recién se normalizaron cinco o seis horas después, aunque ayer por la tarde se veían aún los rastros de la furia en algunas ventanas.
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