SOCIEDAD › UNA MARCA DE INDUMENTARIA DISEÑADA POR PROSTITUTAS BRASILEÑAS
Daspu es una marca de indumentaria. Significa “das putas” y de eso se trata: ropa producida por un grupo de prostitutas de Río de Janeiro, que se lanzaron a la moda para financiar las campañas por sus derechos. Esta semana estuvieron en el Fashion Río. La líder del grupo cuenta la experiencia.
› Por Andrea Ferrari
“Las mujeres buenas van al cielo. Las mujeres malas van a cualquier parte.” Eso dice una de las remeras de Daspu, la marca creada por un grupo de prostitutas brasileñas. Un desfile de lanzamiento, una página de Internet para hacer venta directa y la participación esta semana en la Fashion Río, la feria de la moda más importante de esa ciudad, fueron la pauta de que las chicas de Daspu tienen intenciones de pisar fuerte. Capitaneadas por Gabriela Leite, una ex estudiante de Sociología que trabajó once años como prostituta, se preparan para lanzar cuatro líneas dentro de su colección: Batalla (de trabajo), Placer (de playa), Locura (de fiesta) y Activismo, con sus propias consignas. El objetivo es conseguir los recursos para sustentar las campañas que realizan en defensa de los derechos de las trabajadoras sexuales.
Ya en el nombre se ven dos cosas: que estas chicas no se andan con eufemismos y que les divierte la provocación. Porque Daspu significa “das putas” (de las putas, en castellano), pero al mismo tiempo, juega con el nombre de la tienda más cara y exclusiva de San Pablo, Daslu, un imperio que vende su marca propia, pero también una amplia gama de productos que van desde prendas de Gucci, Chanel o Louis Vouitton hasta joyas e incluso yates. Es decir, la exacta contracara de Daspu. Por eso, apenas se anunció la movida de las prostitutas, la gente de Daslu les envió una intimación: si en un plazo de diez días no abandonaban el nombre iniciarían acciones legales. Las mujeres reafirmaron su intención de usarlo y hasta ahora, no hubo novedades de juicio alguno. Lo cierto es que el nombre y la pelea con Daslu generaron una ola de interés y simpatía por el grupo. Ellas admiten la intención de provocar.
“Fue una broma carioca”, se ríe por teléfono desde Río de Janeiro Gabriela Leite y cuenta que las cosas se desencadenaron mucho antes de lo que tenían previsto. La idea venía rondando desde hace tiempo por Davida, la ONG que ella lidera desde hace quince años, donde realizan programas de prevención de enfermedades de transmisión sexual y campañas por los derechos civiles de las prostitutas. “Nosotras siempre pensamos en la necesidad de tener un proyecto autosustentable. Es muy complicado conseguir financiamiento porque las empresas no quieren asociarse a nuestro nombre. Entonces en julio dijimos ‘vamos a hacer una marca’. Pensábamos lanzar la primera colección en marzo, pero la idea trascendió y hubo un furor de reportajes en los medios. Tuvimos que adelantarlo. Fue ahí cuando recibimos una notificación extrajudicial de Daslu para que no usemos el nombre porque consideraban que denigrábamos su imagen. A partir de eso, el suceso fue mayor. Hubo notas en toda la prensa.” De todas formas, se mantiene la idea de lanzar formalmente la primera colección en marzo. “Por ahora, estamos solamente con nuestra línea Activismo –cuenta Leite–. Estuvimos presentes en la Fashion Río con nuestras remeras. Y tenemos una página en Internet desde donde vendemos, que ya tuvo más de 120.000 visitas.”
Sin vergüenza
En el sitio web de la marca no se disimula la condición de prostitutas de sus productoras sino todo lo contrario: se la exhibe con orgullo. Ese orgullo es una de las claves de campañas como la de “Sin vergüenza, garota”, que apuntó a impulsar a las trabajadoras sexuales a defender sus derechos, denunciar la violencia y protegerse de las enfermedades sexuales sin vergüenza. “Vos tenés profesión”, remataba. Con un lenguaje más chispeante se presentan en el sitio de Internet: “Somos prostitutas y nos gusta la moda. Discutimos modelitos, diseñamos, cosemos o encargamos las piezas. Sólo estamos empezando. No discriminamosa las mujeres de otras profesiones. Mucho menos a los hombres: también habrá lindas remeras para ellos. La verdad, ustedes ya lo saben, nosotras siempre produjimos moda. Ahora nos estamos apropiando de nuestra capacidad también en esta área.”
Leite dice que la ropa que están produciendo actualmente será “sensual, pero sin ser vulgar”. Esa es la línea Batalla, “ropa para prostitutas, pero que también pueden usar otras personas”. A eso aspiran: que muchas mujeres se identifiquen con la propuesta y la adopten. También habrá bikinis, tangas, y una línea más loca para fiestas o carnaval.
–¿Por qué cree que la idea tuvo tanto impacto?
–Creo que cayó en un momento muy oportuno. Toda la gente estaba muy afectada por las noticias sobre la corrupción, hubo muchas críticas al gobierno de Lula. Y al mismo tiempo se conocía la historia de Daslu, ese templo inmenso de San Pablo ubicado al lado de una favela (Leite alude a un escándalo que afectó a esa gigantesca tienda, cuyos socios fueron demandados por lavado de dinero, contrabando y evasión fiscal). Entonces surgimos nosotras con esta broma y tuvimos todo el apoyo de la gente.
La política
Aunque su nombre apareció en los grandes medios a partir de esta movida, Gabriela Leite es reconocida desde hace mucho tiempo por su militancia. Empezó a estudiar Sociología en la Universidad de San Pablo, pero luego abandonó la carrera y fue a trabajar a la calle. “Estoy en la militancia de la prostitución desde 1979. Yo trabajaba en San Pablo en ese año, cuando organizamos una marcha contra la violencia policial. A partir de ahí empecé a viajar, a trabajar en otras ciudades de Brasil y llegué a Río de Janeiro en 1982. En 1987 conseguí hacer el Primer Encuentro Nacional de Prostitutas. Un año después fundamos nuestro periódico, que se llama Beixo da rua y está distribuido en áreas de prostitución de todo Brasil. Y finalmente en 1992 fundamos Davida.
–¿Cómo es la situación de las prostitutas hoy en Río?
–A partir de todo este movimiento, las prostitutas aquí en Río y en otras partes de Brasil son mucho más respetadas. Participamos de eventos y movimientos en otras áreas de la sociedad sin prejuicios. Pero faltan muchas cosas. Queremos cambiar las leyes: tenemos un proyecto en el Congreso Nacional con el diputado Fernando Gabeira para reglamentar la profesión. Nosotras sabemos que no será votado en 2006: es un año electoral y con todas las cuestiones de corrupción que implican al gobierno federal, no van a votar un proyecto de este tipo. Por eso queremos tener recursos y aprovechar este año para hacer capacitación de las prostitutas. Y el otro año, sí, pensamos hacer presión en el Congreso Nacional por esta ley.
–¿Está pensando en saltar a la política?
–¿A la política institucional? No, no me interesa. Creo que se puede hacer política de distintas formas y lo que estamos haciendo ahora es política. Pero yo pienso que si entrara al Congreso, en ese mismo momento me estaría distanciando de mis colegas. Prefiero seguir en el movimiento.
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