SOCIEDAD
› LOS CIENTIFICOS NO PUEDEN INVESTIGAR POR FALTA DE RECURSOS
Ni ensayo ni error
Las investigaciones se detienen. Sin presupuesto, no se puede mantener a los animales de laboratorio, enviar papers al exterior y ni siquiera pagar la luz o el teléfono. Hay un éxodo masivo de científicos al exterior. El propio titular del Conicet lo admite: “La situación está bravísima”.
› Por Pedro Lipcovich
Como una locomotora sin combustible, la investigación científica está a punto de detenerse en la Argentina. En lo que va del año, la Nación no cumple en hacer llegar al Conicet los fondos para investigación y funcionamiento de los institutos: “Muchas líneas de investigación están paradas”; “No tenemos para pagar luz y teléfono”; “No tenemos para mandar por correo a revistas internacionales nuestra producción”; “Dentro de un par de meses, los laboratorios van a detenerse por completo”, son algunas de las quejas de los científicos. El éxodo de investigadores hacia el extranjero alcanza proporciones nunca vistas: “El 40 por ciento de los investigadores jóvenes de mi cátedra ya decidió irse”. La situación pone a los científicos ante inusitados dilemas éticos: “Me pagan el sueldo pero, si no puedo investigar, me convierto en un ñoqui”. El propio presidente del Conicet admite que la situación “está bravísima” y teme que el presupuesto no llegue a ejecutarse este año. Los investigadores efectuaron un acto público el jueves, y organizan una jornada nacional para dentro de dos semanas.
“Dentro de un par de meses, el 80 por ciento de los laboratorios va a estar absolutamente parado”, anticipa Jorge Geffner, investigador del Conicet en inmunología oncológica, en la Academia Nacional de Medicina: “Aquí en la Academia hay líneas de investigación que ya hemos tenido que parar”, revela el científico.
El problema radica en que el presupuesto del Conicet para este año, oportunamente aprobado, no está siendo devengado por el Poder Ejecutivo, salvo las partidas para sueldos. El Ejecutivo adeuda más de 10 millones al organismo, que depende de la Secretaría de Ciencia y Técnica (Secyt). Faltan así fondos para investigaciones y no se concretan llamados para nuevos subsidios. Tampoco se giran normalmente los fondos necesarios para pago de servicios y funcionamiento de las unidades.
Ana María Franchi es la directora del Centro de Estudios Farmacológicos y Botánicos (Cefibo) del Conicet. Allí también “muchos científicos tienen parada su línea de investigación. Algunos tratan de comprar insumos con sus sueldos (congelados) pero es muy difícil porque los insumos para laboratorio son importados: un reactivo que en diciembre costaba 200 pesos, hoy cuesta 400, y además, tenemos que pagar impuestos como si fuésemos importadores comerciales”.
En el Cefibo, que funciona en la Ciudad de Buenos Aires, “no podemos hacer llamadas telefónicas desde los laboratorios porque tuvimos que cortar los teléfonos; tenemos un par de aparatos para recibir llamadas. Tenemos problemas para mandar papers a publicar en revistas internacionales porque el correo se cuadruplicó y los subsidios son mínimos”, se queja Franchi.
Si es así en Buenos Aires, ¿cómo será en los centros más importantes del interior del país? “Tenemos deudas pendientes por luz, teléfono y agua, que en esta zona es un costo importante”, contesta Néstor Ciocco, vicedirector del Centro Nacional Patagónico del Conicet. Es que “a esta altura del año, apenas recibimos el 20 por ciento del presupuesto, que en el mejor de los casos no superaba el del año pasado”.
En el Centro Regional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Cricyt) de Mendoza, su secretario ejecutivo, Carlos Wuilloud, anuncia que “con el dinero que tenemos nos alcanza solamente hasta agosto”. En cuanto a los proyectos de investigación, “están funcionando con la plata que les pudo haber quedado del año pasado, si les quedó, o, para cosas esenciales, con plata del bolsillo de los investigadores: el que tiene animales de laboratorio tiene que mantenerlos de algún modo para poder retomar los ensayos en algún momento”.
El resultado es que, desde todo el país, los investigadores jóvenes emprenden el camino hacia el extranjero. “El éxodo es masivo, como nunca –cuenta Geffner–, y afecta tanto a investigadores como a becarios. Siempre, cuando uno designaba becarios, tenía que pasar varios días eligiendo entre muchos buenos candidatos. Ahora lamentablemente ya no es así: los alumnos de mejores promedios reciben ofertas para hacer en el extranjero el doctorado, que tradicionalmente se hacía acá.”
Geffner, que también es profesor en la Facultad de Medicina de la UBA, se angustia porque “se nos están desmantelando los planteles docentes. En mi cátedra, para la próxima cursada va a haber un 40 por ciento menos de jefes de trabajos prácticos y ayudantes de primera. Son investigadores de 30 a 35 años, los más dinámicos, que hicieron una experiencia en el exterior y vuelven para tratar de establecerse, pero acá no les alcanza para mantener a su familia o, como las líneas de investigación están paradas, temen convertirse en ñoquis, y se van”.
Los investigadores presentaron un alarmado petitorio que reunió 1500 firmas. El jueves pasado cortaron la avenida Rivadavia durante una hora y media ante la sede del Conicet, y para dentro de dos semanas preparan una “Jornada Nacional de Ciencia y Técnica”: en la movida participarán también científicos del INTA, el INTI y la CNEA y se invitará a las universidades.
Subnotas