“Nunca Más” y “No olvidar” decían algunas de las remeras junto al número que las identificaba para la ya tradicional Carrera de Miguel, con la que desde hace cinco años se recuerda al atleta desaparecido Miguel Sánchez. Ayer, con los actos por los 30 años del golpe todavía frescos, más de nueve mil personas se unieron para correr y hacer memoria. La carrera también se corrió simultáneamente en Bariloche y en La Habana, Cuba.

“Es muy importante que en la Argentina haya actividades desde el deporte que permitan que la gente se manifieste para que estas cosas no pasen más”, consideró Claudio Tamburrini, el ex arquero de Almagro secuestrado por un grupo de tareas y que ayer participó recorriendo el circuito de 10 kilómetros. Tamburrini estuvo secuestrado en el campo de concentración conocido como Mansión Seré, en Castelar. Allí permaneció desaparecido desde el 23 de noviembre del ’77 hasta el 24 de marzo del ’78, cuando logró escapar junto a un grupo de compañeros.

En esta quinta edición, la carrera contó con dos circuitos: uno competitivo, de 10 kilómetros, y otro participativo, de tres. La prueba más extensa la ganó Oscar Cortínez, dentro del grupo de hombres, y Cristy Paul, entre las mujeres. Mientras que el circuito de tres kilómetros lo recorrieron en menor tiempo Eduardo Larrauri y María Maurik. En la categoría para sillas de ruedas, los ganadores fueron Martín Sharples y Claudia González. Y Ramón Maidana se quedó con el primer lugar del podio en la categoría para no videntes.

En la carrera, junto a los 7159 inscriptos y otros dos mil corredores, participaron el secretario de Deportes de la Nación, Claudio Morresi; el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde; Vera Jarach, de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, y otros representantes de organismos de derechos humanos.

La historia de Miguel no sólo se volvió conocida en Buenos Aires. Todos los meses de enero se realiza una competencia similar en Italia, en la que este año corrieron unas cuatro mil personas. Además, simultáneamente a la carrera de ayer en el Rosedal de Palermo se corrió en Bariloche y en La Habana.

Miguel Sánchez nació en Bella Vista, Tucumán, el 6 de noviembre de 1952. A los 17 años se mudó con su familia al barrio Villa España, en Berazategui, persiguiendo las ilusiones que permiten una mayor cercanía a la Capital Federal. Todo andaba bien, había conseguido un trabajo. Alternaba sus competencias con un puesto de ordenanza en el Banco Provincia, al que representaba en las carreras porque le pagaba los viáticos para poder correr. En el trabajo sus compañeros lo apodaban El Correcaminos. A los 25 años, después de su tercera incursión en el maratón de San Silvestre, que se corre todos los 31 de diciembre en San Pablo, viajó a Punta del Este, de nuevo para correr. Regresó a su casa el 6 de enero de 1978. Dos días después, a las tres de la mañana, un grupo de tareas pateó la puerta de su casa, donde vivía con Cecilia, su madre, y se lo llevó. Miguel es el único atleta federado que integra la lista de desaparecidos.

Desde aquella madrugada, cuando fue chupado de la vivienda familiar en la calle San Martín, sus diez hermanos pelean por saber qué ocurrió con él e intentan mantener vivo su recuerdo. Tres de ellos concurrieron ayer por primera vez al homenaje. Carlos, Arturo y Elvira estaban observando a los corredores que se acercaron para la quinta carrera, atraídos por la memoria de su hermano: “La carrera de Miguel y de los 30 mil desaparecidos”, señaló Elvira.