SOCIEDAD › UN CARDENAL SOBRE LOS PRESERVATIVOS
Carlo Martini, ex arzobispo de Milán y uno de los “papables” tras la muerte de Juan Pablo II, aseguró que la vida no empieza “inmediatamente” en la concepción, tal como afirma la Iglesia.
› Por Emilio de Benito *
El cardenal Carlo María Martini ha afirmado que el preservativo puede considerarse un “mal menor” en “algunas situaciones” para combatir el sida, una postura contraria a la de la Iglesia Católica, que rechaza cualquier uso de los preservativos. El ex obispo de Milán también afirmó que la vida no comienza “inmediatamente” en la concepción, lo que abre la puerta a la investigación.
En un coloquio con el bioético italiano Ignazio Marino publicado ayer en el semanario italiano L’Espresso, Martini, uno de los miembros más importantes del colegio cardenalicio –ha sido arzobispo de Milán y papable–, consideró que “es necesario hacer todo lo posible para combatir el sida”. Sin embargo, el cardenal consideró que “la cuestión es más bien si conviene que sean las autoridades religiosas las que publiciten” el preservativo “como medio de defensa”. Y más si ello supone relegar otros medios “moralmente sostenibles, incluida la abstinencia, mientras se arriesga a promover un comportamiento irresponsable”.
La misma postura de defensa del uso del preservativo como un “mal menor” para prevenir la expansión del sida fue defendida por el portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, hace dos años tras entrevistarse con la ministra de Sanidad, Elena Salgado. Martínez Camino fue obligado a rectificarse por el cardenal mexicano Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Salud.
Martini, de 79 años, un especialista en Sagradas Escrituras que vive en Jerusalén, explicó que, según su punto de vista, la vida comienza “no inmediatamente en la concepción sino después”, y aprobó el uso para investigar de “ovocitos en el estado de dos pronúcleos” (una expresión que se refiere al momento en que el óvulo es fecundado pero no ha empezado a dividirse), pues en este estado “no existe un signo definido que muestre la existencia de vida humana”. “No es un embrión aún y por lo tanto puede ser manipulado sin ningún tipo de objeción moral”, opinó. Sin embargo, el purpurado rechazó el uso de las células madre embrionarias para la investigación porque no considera “necesario crear embriones con el objetivo de producir células madre”, ya que “han sido elaborados métodos alternativos que no ponen problemas de conciencia”.
Para dar salida al problema de los embriones congelados sobrantes de los procesos de fecundación in vitro, Martini se mostró “prudente” ante la adopción por mujeres solteras, aunque sería “una mejor opción que la simple destrucción”. “Ante la falta de una familia, compuesta por un hombre y una mujer, otras personas podrían dar algunas garantías esenciales”, agregó el cardenal abriendo la posibilidad de adopción a los solteros.
En cuanto a la eutanasia, el purpurado aseguró que si bien no se podrá aprobar nunca esta práctica, tampoco se puede “condenar a las personas que realizan este acto cuando otra persona disminuida se lo pide por razones puramente altruistas”, al tiempo que exigió el mismo respeto para las “personas que siguen a su conciencia en estos casos extremos”. Sobre el aborto, el cardenal exigió antes que nada el respeto por la decisión de las personas y defendió el principio de legítima defensa cuando el embarazo amenaza la vida de la madre.
* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.
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