SOCIEDAD › LA CONSTRUCCION DE DOS AUTOVIAS EN LA AGENDA DE NACION Y CIUDAD
El gobierno porteño propone que la autopista ribereña sea subterránea y pase bajo la Reserva Ecológica. Necesita el aval de la Nación. Habría acuerdo para soterrar la avenida 9 de Julio.
› Por Eduardo Videla
La autopista ribereña –que debería unir la autovía Illia, en Retiro, con la Buenos Aires-La Plata, en La Boca– será subterránea y su trazado más probable está previsto por debajo de la Reserva Ecológica de la Costanera. Ese es el último proyecto para la demorada obra, que el equipo del jefe de Gobierno, Jorge Telerman, llevará hoy a la reunión que funcionarios porteños mantendrán con representantes del gobierno nacional, según reveló a Página/12 un colaborador del jefe de Gobierno. Es que la obra, según lo previsto, será financiada por la Nación y además está vinculada con otro emprendimiento: la relocalización de la Villa 31, de Retiro, en tierras que, también, pertenecen a jurisdicción nacional. Ambas propuestas forman parte del paquete de medidas que Telerman engloba bajo el pomposo título de “Puertas del Bicentenario” y que incluye otra propuesta no menos ambiciosa: el soterramiento de la avenida 9 de Julio, enunciada por el propio presidente Néstor Kirchner en su reciente visita a Viena.
Con la construcción de la autopista ribereña por debajo de los terrenos de la Reserva Ecológica se dejaría de lado el último proyecto que había consensuado la Ciudad, durante la gestión de Aníbal Ibarra, con la Nación: un viaducto en semitrinchera que atravesaría Puerto Madero, en forma paralela a la avenida Alicia Moreau de Justo y a las avenidas Madero y Huergo, en algunos tramos a nivel y en otros por debajo de la superficie, pero a cielo abierto.
Aquella opción –aunque mejoraba la propuesta de la autopista a nivel– generó el rechazo de vecinos y comerciantes, quienes sostenían que el viaducto sería una brecha entre el exclusivo barrio y el resto de la Ciudad.
La propuesta de la autopista por la Reserva Ecológica –formulada en 1997 por los arquitectos Mario Roberto Alvarez, Berardo Dujovne y Andrés Borthagaray– también provocó oposición, sobre todo por parte de los ambientalistas, con el argumento de que la polución generada por el tránsito alteraría su entorno natural. Ahora, la reformulación de esta iniciativa para hacerla subterránea podría salvar esta objeción.
Otra posibilidad –siempre dentro de la opción subterránea– es que el túnel sea trazado por debajo de las avenidas Huergo y Madero.
El empalme de la ribereña con la Illia, en cualquiera de sus opciones, requiere de la reubicación de la Villa 31. Con ese fin, el paquete que tiene preparado el gobierno de Telerman incluye la construcción de un nuevo barrio en un terreno ubicado frente a ese asentamiento. Será el barrio Padre Carlos Mujica –según consta en el proyecto oficial–, con viviendas para 1200 familias de la villa de Retiro que ya están censadas.
La dimensión de la autopista ribereña, es decir, la cantidad de carriles que tendrá por mano, estará directamente vinculada con el futuro del puerto de Buenos Aires. Telerman dijo y reiteró que la terminal de cargas debería trasladarse a la provincia de Buenos Aires, por ejemplo a la localidad de Ensenada, de manera que en la Ciudad sólo funcione un puerto de cruceros, destinado al turismo. Una de las principales consecuencias de esta opción sería la eliminación de buena parte del transporte de cargas en esa zona. Pero en este punto es la Nación, administradora del Puerto de Buenos Aires, la que tiene la última palabra.
Emparentado con estos proyectos, formará parte de la discusión de hoy una iniciativa en la que ya hay acuerdo entre la Nación y la Ciudad: la construcción de una autovía por debajo de la avenida 9 de Julio, desde Retiro hasta Constitución. El ambicioso proyecto, cuentan en el gobierno porteño, data de mediados de la década del ’50 y fue reflotado por Juan Pablo Schiavi, el ex colaborador de Carlos Grosso y Mauricio Macri que ahora es ministro de Planeamiento y Obras Públicas de Telerman.
Las autopistas subterráneas, aseguran en la Ciudad, serían construidas mediante la más moderna tecnología, que consiste en la utilización de máquinas tuneleras. Un obstáculo no menor a resolver es el cruce por debajo de cuatro líneas de subterráneos.
Anillo inconcluso
La autopista ribereña es el último y más complicado tramo del anillo vial diseñado para la Ciudad, que integran la avenida General Paz, la 27 de Febrero a lo largo del Riachuelo, en el Sur, y la avenida Cantilo y la autopista Illia, en el Norte. A la vez, es el último trazado que falta para completar la red de autopistas de la Ciudad. Su ejecución se debate desde hace más de dos décadas: en un principio estuvo pensada como autopista de altura, como las construidas por Osvaldo Cacciatore, pero esa opción se descartó porque quedó demostrado que esa modalidad es un despropósito urbanístico.
En el 2001, el gobierno de Fernando de la Rúa propuso la autopista en semitrinchera, con tramos bajo nivel pero a cielo abierto, entre Moreau de Justo y Huergo-Madero. Pero después de la crisis que derrumbó al país no se volvió a hablar del tema hasta el 2004, cuando AUSA, empresa del gobierno porteño, propuso hacerse cargo de la obra. Para esa época, el presidente Néstor Kirchner ya le había expresado al entonces jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, su interés por ejecutar esa obra. La participación del Gobierno nacional es decisiva, ya que es el que aportará el dinero para la construcción.
Tanto la Ribereña como la 9 de Julio subterránea forman parte del paquete que Telerman pensaba anunciar el 11 de junio, en el aniversario de la fundación de Buenos Aires, cuando pretendía dar a conocer el proyecto que denominó “Puertas del Bicentenario”. El anuncio fue postergado porque todo está supeditado, en buena proporción, al resultado de una reunión con el gobierno nacional que se demoró como consecuencia de los cambios de gabinete en la Ciudad.
Otro proyecto que integra ese paquete es la demolición de la cárcel de Caseros, postergada desde que una acción de amparo presentada por vecinos frenó la implosión que debería terminar con el edificio. El gobierno porteño ha decidido demoler la torre en forma manual y las obras comenzarán en quince días, según anunció a este diario una fuente cercana al jefe de Gobierno. La peatonalización de las calles que circundan a la Plaza de Mayo y la eliminación de los pasos a nivel son proyectos que ya han tenido difusión pública y que también integran el plan de Telerman.
Otra propuesta, tan original como excéntrica, es la iniciativa para construir en la isla Demarchi, en la Dársena Sur, frente a La Boca, un edificio de 300 metros de altura que funcionará como antena única de la Ciudad: allí se instalarían todos los equipos emisores de radiotelefonía de Buenos Aires.
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