Son dos suboficiales del Ejército acusados de secuestrar a un comerciante que logró escaparse por sus propios medios. La víctima recibió una gran paliza. No llegó a pagarse rescate.
› Por Carlos Rodríguez
En San Luis ahora son dos los militares detenidos por su participación en el secuestro de Alejandro Fusco, de 34 años, el hijo de una familia de comerciantes que entre el 11 y el 12 de junio pasado estuvo doce horas en poder de tres hombres que pidieron 500 mil pesos por su rescate. La banda, de notoria inexperiencia, estuvo deambulando con la víctima por distintos puntos de la ciudad, hasta que Fusco logró escapar por sus propios medios, sin intervención de la policía. El hombre estuvo internado varios días porque sus captores le dieron una tremenda paliza. Ayer fue detenido en la capital puntana el suboficial del Ejército Hugo Omar Miranda. Se habría comprobado que desde su teléfono celular se hizo al menos uno de los tres llamados recibidos por la familia solicitando el pago del medio millón de pesos. El otro militar preso es el suboficial Pedro Lorenzo Nievas. Aunque el caso está caratulado como “secuestro extorsivo”, algunas versiones indican que podría haber sido “una advertencia o una amenaza cuyas causas se desconocen”, comentó una fuente allegada a la causa.
El suboficial Miranda fue detenido ayer en un predio militar conocido como La Granja Amelia, ubicado en el oeste de la ciudad, casi en el límite con la zona rural. En el lugar funciona un campo de adiestramiento para soldados, que cuenta con un polígono de tiro. En la causa también estuvieron presos Juan Carlos Avila, un ex empleado de Fusco, y una mujer dedicada a la prostitución llamada Noelia. Estas dos personas quedaron en libertad, por “falta de mérito”, dado que el juez federal Juan Maqueda no encontró pruebas suficientes ni para absolverlos ni para acusarlos. Al principio, el propio Fusco había reconocido la voz de Avila como la de una de los personas que lo había secuestrado. Durante el cautiverio, Fusco tuvo la cabeza cubierta con una capucha.
Fusco fue secuestrado el domingo 11 de junio, a las 20.30, en el complejo deportivo de su propiedad llamado Los Cerros, en la esquina de Riobamba y Quines, de la ciudad de San Luis. Según él mismo relató a la policía, dado que no hubo testigos presenciales, fue atacado por la espalda por tres personas que lo tomaron de los brazos, le taparon la cabeza con una frazada y luego lo golpearon y amordazaron. Primero lo obligaron a entrar al baúl de su propio auto, un Peugeot 405, y con posterioridad lo introdujeron, con la cabeza tapada, en una Renault Trafic de la que pudo escapar a las ocho de la mañana del lunes 12 de junio, en un descuido de la única persona que lo custodiaba.
Desde el comienzo la policía local tuvo dudas sobre si se trataba de un secuestro extorsivo. Fusco, que es soltero, es parte de una familia muy conocida en San Luis, que tiene un buen pasar, pero que lejos está de ser un blanco ideal para una banda que aspire a dar un golpe importante. “Los padres tienen varias propiedades que alquilan, son dueños de la fábrica de pastas Mamma Mía, pero siguen siendo una familia de clase media, que no tiene una gran fortuna”, explicó la fuente consultada por Página/12.
Extraña también que, tratándose de un secuestro extorsivo, los captores se hayan ensañado tanto con Fusco. El comerciante fue internado en el sanatorio Rivadavia porque tenía hematomas producidos por los golpes. Le habían lastimado el ojo izquierdo y presentaba golpes en la zona izquierda del tórax, en el abdomen, la espalda, la nuca, las rodillas, las pantorrillas y los testículos. La fiscal federal Mónica Spagnuolo, que investiga el caso, confirmó que la banda hizo tres llamados a la familia solicitando un rescate de 500 mil pesos. Fusco se escapó cuando sus padres habían reunido apenas 30 mil pesos. Otra versión, sin embargo, asegura que en un banco tenían 250 mil pesos disponibles.
Desde hace muchos años en San Luis no hay secuestros extorsivos. Esto hizo que la policía local solicitara la ayuda de expertos de la Dirección General de Investigaciones de Delitos Complejos de la Policía de la provincia de Buenos Aires. Ellos fueron los que determinaron que hubo llamados a la familia Fusco desde el celular del suboficial Miranda. Elotro detenido, Pedro Nievas, sería el propietario de la Trafic en la que estuvo secuestrado el comerciante.
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