SOCIEDAD › EXPERTOS CUESTIONAN LA LEY PORTEÑA QUE HABILITA ZONAS PARA FUMAR
En el proyecto original no estaban previstas las zonas para fumadores. Especialistas dicen que son promovidos por las tabacaleras.
› Por Pedro Lipcovich
“Es una trampa inducida por el lobby de la industria”, dicen especialistas en tabaquismo con respecto a los “clubes para fumadores” y, también, con relación a las “zonas fumadoras” que la ley porteña, a diferencia de las de Córdoba y Tucumán, admite en bares y restaurantes. El argumento más fuerte contra estos lugares es el que procura proteger la salud de los empleados de esos comercios, expuestos al humo de tabaco ambiental. Pero la trampa o “caballo de Troya” consistiría en que “las tabacaleras vuelcan sus recursos para hacer que esos lugares de ‘transgresión’ se tornen atractivos para la juventud”. El legislador porteño Helio Rebot, uno de quienes presentaron el proyecto de ley para no fumar en lugares públicos, admitió que su presentación original no incluía estas “zonas”, las cuales se incluyeron como una concesión para lograr mayoría de votos entre los legisladores.
Rebot, uno de los autores de la ley que, a partir de mañana, prohibirá fumar en recintos públicos de la ciudad de Buenos Aires, explicó que la aceptación de “clubes para fumadores de tabaco” en la nueva ley “se refiere a lugares de degustación, para fumadores de puros y pipas; no se dirigen a fumadores de cigarrillos, sino de tabacos especiales: no se trata de habilitar una ventana de excepción”.
Tales condiciones, sin embargo, no figuran en el texto de la ley. Isidoro Hasper –titular de las comisiones de Tabaco de la Facultad de Medicina y de la Asociación Médica Argentina– afirmó que “admitir tales ‘clubes’ tiene implicaciones laborales, y el tema laboral es clave en esta cuestión: los trabajadores que se desempeñen en esos lugares estarán expuestos a un daño importante para su salud”. El investigador uruguayo Eduardo Bianco agregó que “los dueños de estos establecimientos correrían el riesgo de ser demandados por trabajadores que puedan ver afectada su salud”.
Verónica Schoj, epidemióloga y coordinadora del Programa Antitabáquico del Hospital Italiano, sostuvo que “los denominados clubes para fumadores no deberían existir” y recordó que “algunos legisladores llegaron a decir que ‘si al empleado no le gusta, se busque otro trabajo’”. La especialista contó que “estos clubes han sido descriptos como ‘caballos de Troya’; como la trampa que, desde adentro de la ley, termina abriendo una brecha que puede ser aprovechada por las tabacaleras”.
En Río Cuarto, Córdoba, un “club de fumadores” reunió ya centenares de socios: incluye bar y restaurante y permite fumar cigarrillos.
Schoj destacó que “la industria tabacalera es suficientemente poderosa como para invertir en esos lugares, preparándolos especialmente para la juventud; generar ambientes de transgresión suficientemente atractivos; las tabacaleras saben muy bien cómo desarrollar estrategias de este orden”. Según precisó la investigadora, “legislar a favor de ambientes libres de humo tiene tres objetivos: el primero es proteger a los fumadores pasivos; el segundo es estimular a los fumadores para que reduzcan su consumo; y el tercero es desnormalizar la conducta de fumar. Fumar no es un hecho natural; no es natural un consumo que mata a la mitad de sus consumidores. Y desnormalizar este hábito funciona como mensaje educativo para que los chicos no empiecen. Así, los chicos que viven en hogares libres de humo tienen menos probabilidades de empezar a fumar, aunque los padres fumen. En este sentido, permitir ‘clubes de fumadores’ tiende a normalizar lo que debería desnormalizarse”.
“Lo mismo vale para las ‘zonas fumadoras’ en bares y restaurantes”, prosiguió Schoj. Permitirlas es una estrategia peligrosa; la supuesta ventilación independiente implica modificaciones estructurales que son de hecho impracticables y que, por supuesto, no resuelven el problema de salud para los trabajadores que tengan que desempeñarse allí. Admitir zonas fumadoras es admitir áreas muy difíciles de regular, y rechazarlas es ya un criterio internacional.”
Rebot aclaró que “mi postura inicial era la prohibición total, sin ‘zonas fumadoras’, pero incluir esta cláusula permitió que el apoyo a la ley en la Legislatura pasara de 25 a 53 votos”.
Según Schoj, “en lugares donde la instauración de ambientes libres de humo se planteó adecuadamente, la población la aceptó bien: así fue en Italia, Irlanda, Uruguay y, en nuestro país, en Tucumán, Córdoba y Santa Fe. A veces se piensa que los fumadores se negarán a aceptar disposiciones de ese tipo pero, en la Argentina, una encuesta de CEOP, en agosto pasado, mostró que el 84,8 de los fumadores estaba de acuerdo con ambientes ciento por ciento libres de humo de tabaco en lugares públicos, oficinas y fábricas. Lo que hará cumplir la ley no es la policía sino el consenso social: que la gente no sienta culpa por pedirle a alguien que apague su cigarrillo”.
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