Sólo dos locales de 60 inspeccionados fueron sancionados por inspectores porteños, después de comprobar que en su interior había clientes que fumaban. Trece actas por falta de carteles.
Algo faltaba en los bares de la ciudad. Ese pequeño y chato recipiente, que puede ser de vidrio, chapa o cerámica, ya no estaba a la vista de todos: el cenicero, archivado en un estante, desapareció de las mesas, al menos para aquellos que no cuenten con un espacio cerrado preparado para los amantes del tabaco. En un domingo gris, caluroso y pesado, los fumadores debieron pensar dos veces antes de prender el cigarrillo después del almuerzo o del café de mediatarde. Entre turistas y domingueros en pleno descanso, la prohibición de fumar en restaurantes, supermercados, centros de diversión y otros lugares cerrados de la ciudad de Buenos Aires hizo su estreno sin mayores problemas. Todos parecen haber aceptado la ley y fumar fuera del comercio. En tanto, inspectores del gobierno porteño salieron a la calle para realizar controles. La sospecha inicial era que se encontrarían con cantidades de fumadores. Sin embargo, la mayor cantidad de actas que se labraron fueron por no tener la señalización correspondiente sobre la prohibición.
La aprobación de la ley antitabaco 1799 estableció su implementación por etapas. La primera se inició en marzo de este año, con la prohibición de fumar en el sector público de la ciudad, la segunda comenzó ayer en el área privada y la tercera está prevista para enero de 2007, con la erradicación de la publicidad de cigarrillos en todo el ámbito porteño.
“La verdad es que por ahora todo está bien. Nadie encendió un cigarrillo ni pasó nada. Igual hay mesas afuera, así que si quieren fumar que lo hagan ahí”, dijo Jorge, responsable de la confitería American Delí, ubicada en Perú, a metros de Avenida de Mayo. Para Sergio, encargado de La Habana, en San Martín y Córdoba, “la gente ya sabe sobre la prohibición porque los bombardean de todos lados”.
“No soy fumador y estoy de acuerdo. Pero va a ser difícil los primeros meses. La gente va a los bares y los grandes consumidores son siempre los fumadores. El cigarrillo invita a muchas cosas, entre ellas a seguir consumiendo. Por suerte acá tenemos alternativas con las mesas que hay afuera”, se alivió Sergio y agregó: “No hubo problemas, porque la gente ya sabe bien que no se puede fumar. La información sale en todos los medios y se conoce”.
Pero los que aún no están muy al tanto son los turistas que visitan la ciudad. “Hoy vino un turista que encendió un cigarrillo en una de las mesas de adentro. Pero se le explicó que ya no se puede fumar adentro y no tuvo problemas en apagarlo. Se levantó y se fue a una mesa de afuera. Pidió miles de disculpas”, relató Víctor, uno de los meseros del lugar que partió de la barra con su bandeja ocupada por dos tragos veraniegos.
En Galerías Pacífico, los elegantes ceniceros estaban presentes en algunos de los pasillos. Pero su estética, muchas veces opacada por colillas y cenizas varias, estaba intacta. La arenilla de los recipientes, donde se apagan los cigarrillos, conservaba aún las iniciales del paseo comercial, GP. En la esquina de Lavalle y Pellegrini, en el café Parisien, Alexis, encargado, mostraba los carteles que pegó en las paredes del local y en la puerta de entrada.
“Los puse el sábado –explicó–. Hasta ahora no hubo problemas. Algunos que vinieron adentro me pidieron ceniceros. Les expliqué el tema de la ley, se rieron un poco y se fueron a sentar afuera. Pero nadie se enojó. Lo reciben bien.” María es una de las que estaba sentada fuera. Mientras se fumaba su tabaco light, aseguró que no le molestaba la prohibición y que mientras hubiera un lugar con mesas afuera, ahí la podrían encontrar. “El tema va a ser cuando haga frío y no se pueda estar en las mesas de la calle”, especuló.
Por su parte, hasta ayer al mediodía, inspectores del gobierno porteño realizaron inspecciones en unos 60 locales. Entre ellos, en 13 comercios, de Recoleta y Palermo, se encontraron irregularidades donde la falta más recurrente fue la ausencia de señalización adecuada sobre la prohibición. Fuentes del Ministerio de Gobierno de la ciudad aseguraron que “en general hubo un alto acatamiento a la ley”. Sólo en dos lugares, uno de ellos en la confitería La Biela, en Recoleta, se encontró gente fumando en las mesas de adentro, pese a que los responsables del local habían asegurado a este diario un día antes que estaban preparando “la pecera” para fumadores. También se controlaron shoppings, algunos hoteles y distintos bares, restaurantes y pizzerías. Por la noche, las inspecciones continuaban en pubs y boliches.
Informe: Luciano Zampa.
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