Todo quedó en silencio. En un extremo, el escenario, en el otro una obra gigante de Quinquela Martín. En medio, más de 120 chicos sentados en el piso del salón de actos de la Escuela Nº 9, de La Boca, escuchando atentos el relato de Isabel. Ella tiene 66 años e integra el Grupo Llamarada, abuelas relatoras que comenzaron a trabajar juntas en marzo de este año, al cumplirse tres décadas del golpe militar de ’76. Así fue como Isabel y Laura, de 70, les contaron a los chicos “El cuento de ajedrez” con un mensaje de integración, en contra de la discriminación y a favor del trabajo en equipo. Esta actividad forma parte de la semana de la Fiesta de la Lectura, una iniciativa del Ministerio de Educación porteño.

El cuento, de María Rizzo, relata que Martín y Gonzalo eran dos amigos que mientras aprendían a jugar al ajedrez comenzaron a escuchar ruidos provenientes del tablero de juego. Eran las piezas que hablaban. Los alfiles, las torres, los reyes, los caballos cobraban vida sobre el cuadriculado y se disputaban el juego. En medio, cada pieza comentaba las características y la importancia de sus movimientos para ganar el juego menospreciando a las demás. Pero a pesar de la supremacía y la arrogancia de los reyes, y la facilidad de movimiento de los alfiles, quienes ganaron el juego fueron los peones negros. “¿Les gustó el cuento?, ¿saben de qué trata?”, preguntó una profe. “Sí, habla de no discriminar, de que todos tienen el mismo derecho. Habla de jugar en equipo, de no diferenciar a las personas por su color negro”, respondieron varias voces del público infantil.

La Fiesta de la Lectura es una actividad que se desarrolló en sesenta escuelas porteñas. Participan narradores, abuelas cuentacuentos, escritores, artistas plásticos, docentes, padres y llega a unos 3 mil alumnos de nivel primario, principalmente de zonas económica y socialmente vulnerables para que establezcan un vínculo con la lectura. Edith Benedetti, coordinadora del Programa Integral para la Igualdad Educativa, dentro del cual se efectúa esta actividad, indicó a Página/12 que “muchos de los chicos que vienen a la escuela tienen distinta procedencia. Muchos son bolivianos, peruanos, por eso se trata de trabajar el tema de la identidad y la integración”.

Los alumnos de la escuela Nº 9, junto con chicos de las escuelas Nº1 y Nª4 escucharon ayer el relato del Grupo Llamarada, integrado por voluntarias del PAMI y luego, sobre la base de lo que escucharon, realizaron con el artista plástico Omar Gasparini muñecos gigantes con goma espuma y telgopor sobre el tema. Para Gasparini “si los niños no saben de sus orígenes es difícil que sepan hacia dónde vamos. También es importante que estén orgullosos de quiénes son”.

Los relatos del Grupo Llamarada se basan en recopilaciones de distintos autores y sobre su experiencia de vida en estos 30 años, así como del intercambio con las Abuelas de Plaza de Mayo, donde se rescatan historias de su lucha y sus consecuencias. Su madrina es Alba Lanzillotti, secretaria de Abuelas.

Isabel Barboza dice que está “contentísima” con el trabajo que hace con los chicos. Ella es narradora desde hace diez años. “Constantemente trabajamos sobre la memoria, investigando, leyendo y siempre estamos en contacto con las Abuelas de Plaza de Mayo.”

“Me gustó mucho el cuento”, dice Celeste de 11 años. Y además está ansiosa porque a fin de año realizarán una obra de teatro sobre el cuento. A Fiorela, de 10, también le gustó. Ella, junto a Marta, Jésica y Caterine, conocen a las Abuelas de Plaza de Mayo, porque durante el año estuvieron haciendo trabajos con sus docentes para conocer lo que significan los pañuelos blancos, la búsqueda de sus nietos, cuál es la importancia de la identidad.

Antes de comenzar a leer, las abuelas dejaron unos afiches con la palabra memoria escrita en diversos idiomas para que los chicos los completaran en las lenguas que ellos saben.

Informe: M. S. Wasylyk Fedyszak.