Cinco hermanos de entre 6 y 16 años murieron ahogados al desbarrancarse el auto en el que viajaban por la ruta 14 y caer en el río San Juan. En tanto, el conductor –que habría sido el causante del accidente debido a su estado de ebriedad– salió ileso, lo mismo que otros dos menores que también se salvaron de milagro. La municipalidad de Calingasta decretó el asueto departamental a raíz de la tragedia que vivió esta familia.
Roque Dávila, de 42 años, había bebido durante toda la tarde del domingo en casa de la familia González, ubicada a cuatro kilómetros de la villa de Calingasta. Según contó Valeria, hermana mayor de los cinco chicos que murieron, al anochecer el hombre decidió trasladarse hasta el pueblo a conseguir más vino y otra guitarra para seguir festejando.
Pese a que varios de los concurrentes al encuentro le recomendaron que no condujera, Dávila los desoyó y salió con su auto, acompañado de seis niños de la familia y una vecina también menor de edad. Al llegar a una estación de servicio, compró vino y se quedó un rato bebiendo junto a otros amigos, con lo que incrementó todavía más su nivel de alcoholismo.
“Yo le dije varias veces que fuera más despacio, pero no me hacía caso”, se lamentó Cristian González, de 17 años, que viajaba junto a Cintia Yánez en el asiento delantero del vehículo. Los dos y el propio Dávila fueron los únicos que consiguieron no sólo salvar su vida sino que además no presentaron heridas serias, a pesar de la gravedad del accidente.
La ruta por la que debía regresar a la vivienda de los González era un camino de cornisa de tránsito controlado, en el que se puede circular sólo en un sentido. En una de las muchas curvas, el auto golpeó contra la montaña y se desplazó hacia el precipicio. Se desbarrancó dando vueltas desde una altura de 30 metros hasta llegar al río San Juan. Los policías debieron utilizar cuerdas para rescatar a los heridos, pero no pudieron hacer nada para salvar a los cinco chicos que fallecieron ahogados.