¿Será lo mismo? Eso es lo que se preguntaban los vecinos de San Telmo ayer, cuando se conoció la noticia de que en el local donde funcionó durante cinco décadas el histórico Bar Británico se abriría a fin de mes un café de similares características, que hasta podría mantener el mismo nombre, siempre y cuando el actual inquilino llegue a un acuerdo económico con los anteriores dueños del fondo de comercio.

“Tenemos muchas expectativas en esta apertura; siempre me gustó (el Bar Británico) y estoy tratando de dejarlo parecido, con la misma temática que tenía, aunque agregándole cosas nuevas”, afirmó Agustín Souza, que alquila el lugar desde julio pasado, cuando el tradicional café quedó cerrado luego de que el propietario del edificio no les renovara el contrato a los históricos encargados.

En el mismo sentido, Souza aclaró que el café será “para todos y no sólo para los turistas”, intentando ahuyentar los miedos de quienes eran habitués del lugar antes de que cerrara, y de la zona toda, cuyo temor tiene que ver con una transformación que no deje a salvo lo fundamental del ex Británico.

Los obreros ya llevan trabajando en el local casi tanto tiempo como el que las persianas llevan bajas. Según el nuevo inquilino, se realizan “trabajos muy a fondo de baños y de estructura” aunque “respetando” lo que se podía rescatar del tradicional inmueble.

Por ahora, la esquina de Defensa y Brasil está oscura. Ya lleva cuatro meses de una vida sin el brillo que le entregaba ese bar antiguo por elección, que había convertido en un sello famoso –no sólo en Argentina– el estilo de la década del ’30, tanto en su fachada como en su interior.

Con el desalojo, el barrio había perdido el 24 de junio una batalla para que ese pedazo de historia porteña no dejara de existir. Los vecinos habían juntado miles de firmas para evitarlo y hasta realizaron una ocupación pacífica del bar. Ahora se verá si también perdió la guerra.