Dom 12.11.2006

SOCIEDAD  › COMO SE ORGANIZAN LOS PADRES DE LOS CHICOS MUERTOS EN EL ACCIDENTE DE SANTA FE

Después del dolor

Ya lograron juntar 30.000 firmas en su petitorio. Crearon una página de Internet. Pidieron una entrevista con el Presidente. Los padres de los nueve chicos del colegio Ecos que fallecieron en la ruta 11 están decididos a que de la tragedia surja un cambio definitivo para la seguridad vial.

› Por Andrea Ferrari

Dice Sergio Levin que tenían dos opciones: quedarse llorando o salir a pelear un cambio. En verdad, hicieron las dos cosas. Porque los padres de los nueve chicos del colegio Ecos muertos en el accidente de la ruta 11 de Santa Fe un mes atrás siguen llorando, pero también se cargaron una pesada mochila al hombro: conseguir que cambie de manera decisiva la situación de las rutas argentinas. Organizados en comisiones de trabajo, ya tienen una página de Internet donde, además de hablar de sus hijos, manejan cifras y datos de accidentes y presentan un petitorio destinado a generar la reacción de funcionarios y legisladores. Los chicos heridos y sus compañeros están saliendo a la calle con ese petitorio que en poco tiempo ha juntado 30 mil firmas. También han pedido una entrevista con el presidente Néstor Kirchner, que aún no tiene respuesta. “La idea es que de acá surja algo grande –dice Levin– y algo grande es solucionar el tema. Capaz que somos ingenuos: probablemente. Pero capaz que desde la ingenuidad se puede hacer algo.”

Para Lucila de la Serna de Bravo, quien perdió a su hijo Benjamín, el accidente no fue un accidente.

–Esto no fue una fatalidad del destino, sino una seguidilla de negligencias de funcionarios que no hacen lo que deberían hacer.

–Un accidente –añade Levin– es, por ejemplo, que se pinche una rueda y choques. Pero si un tipo sale alcoholizado a manejar no es un accidente, es como salir con un arma a la calle.

Sergio y Lucila están sentados en el jardín de la casa de él. En poco tiempo se les unirá el resto de los padres, con los que vienen reuniéndose periódicamente. Sólo pasó un mes desde el accidente y aún no todos quieren hablar. “Algunos están muy mal y no pueden moverse. Nosotros somos los que podemos estar un poco más activos.”

En un principio, las reuniones surgieron como una forma de compartir el dolor. Pero después, cuando empezaron a analizar todas las situaciones que habían confluido para que se produjera el choque, surgió la idea de hacer un reclamo fuerte sobre la seguridad vial. Dice Levin que han estudiado las 84 páginas de la ley de tránsito.

–La ley está, el problema es que no se cumple y que nadie controla y castiga que no se cumpla. Es un problema de la comisión de transporte, de la CNRT y del Poder Ejecutivo que debería controlar a los organismos de control.

Lucila de la Serna enumera las circunstancias que permitieron la tragedia y que, sostiene, permitirán que sigan ocurriendo otras.

–Hoy sabemos con certeza que el conductor del camión estaba con un alto grado de alcohol y nadie lo detectó. Además, no tenía licencia habilitante, aunque llevaba cuatro años haciendo el trabajo. Esta es una ruta que tiene peaje, hay una concesión que permite circular en este estado. Y hay una policía que debería controlar y no lo hace. Otra cuestión es que se trata de una ruta internacional, del Mercosur, con una cantidad enorme de camiones y de autos, pero es de una sola vía y sin banquina. Nos preguntamos qué pasa con el tema de las rutas: ¿qué se paga cuando se paga un peaje? Enseguida dijeron que el asfalto estaba en correcto estado, pero ¿sólo hay que garantizar el asfalto en condiciones?

Estos cuestionamientos aparecen en el petitorio elaborado por los padres (ver aparte) y al que es posible adherirse en la página web (www.its harp.com/tragediadesantafe/petito rio.asp). Hace poco más de una semana que la página está vigente y que los chicos han empezado a salir en busca de firmas y ya tienen más de 30 mil. La reacción los impacta. Han recibido mails y llamados desde distintos puntos del país, interesándose por el proyecto.

–Los chicos están muy activos –cuenta Lucila–. Algunos están heridos, con muletas, y salen a buscar firmas. Creo que es muy importante que una adolescencia que siempre resulta tan cuestionada esté saliendo a pedir un cambio. A mí me llena de orgullo, aunque mi hijo no esté. Uno los ve con un gran sufrimiento, pero al mismo tiempo ponen una polenta impresionante, hacen los petitorios, buscan plata para las fotocopias, tienen una organización notable. Esto habla de chicos con un compromiso social muy grande. Ojalá que la sociedad esté a la altura de ellos.

Les han llegado muchas historias de padres que ya no quieren permitir que sus hijos viajen en excursiones escolares. Es algo, dicen, que habrá que enfrentar.

–Ahora, mi hijo menor y el de Luciana van a primer año –cuenta Sergio–. Y en algún momento van a tener un viaje.

–Yo no lo pienso dejar –acota de inmediato Luciana.

–No, yo tampoco. Pero alguna vez van a tener que viajar. Tampoco se puede vivir encerrado en un gueto, donde nadie quiera subirse a un transporte por la falta de seguridad.

La movida también busca movilizar políticamente y es por eso que los padres presentaron un pedido de entrevista con el Presidente. Dicen que hasta ahora nadie les respondió ni se les acercó.

–Esto es un tema pura y exclusivamente de voluntad política -–dice Levin–. Cuando haya voluntad política se va a solucionar, como tantas cosas.

–Salvo la gente del gobierno porteño que el primer día se acercó a saludar a algunos velatorios, nadie se comunicó nunca con nosotros, ni para acompañarnos ni para darnos explicaciones –agrega De la Serna–. Uno espera más. Hoy lo estamos exigiendo.

El resto del tiempo lo pasan intentando suavizar las heridas. Cuentan que encuentran consuelo en las reuniones con otros padres y con los compañeros de sus hijos, en el recuerdo.

Era la primera vez que Benjamín y Lucas hacían el viaje que el colegio organizaba cada año para participar en tareas solidarias con una escuela del Chaco. Dice Levin que Lucas, un fanático de River, dudó mucho porque se iba a perder el partido contra Boca el domingo.

–Hasta un par de semanas antes no sabía qué hacer, pero al final dijo “me voy al Chaco”.

Después te salen cosas, como decir por qué no habrá ido al partido.

–Sí, uno no puede dejar de pensar –agrega Luciana– por qué no hizo tal cosa, dónde estaba sentado, por qué se movió. Pero nada de eso sirve. Estaba ahí, simplemente estaba.

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