Lun 15.07.2002

SOCIEDAD  › PROFANARON 150 TUMBAS EN EL CEMENTERIO ISLAMICO DE LA MATANZA

Otra de los desconocidos de siempre

El domingo a la madrugada fueron destruidas lápidas en distintas partes del cementerio. Los ruidos fueron escuchados por el cuidador pero no por el custodio de Gendarmería que debía vigilar el lugar. “Nos sentimos huérfanos”, dice la comunidad islámica.

La mujer del cuidador del cementerio islámico de La Tablada despertó a su marido asustada por los ruidos pasadas las 4.30 de la madrugada. El hombre se levantó y miró para ver qué estaba pasando afuera, a la escasa luz de la luna menguante: alcanzó a ver a dos hombres que en las manos, sostenían, a punto de tirarlas contra las tumbas, dos lápidas recién arrancadas de cuajo. El cuidador sólo dio un grito y los profanadores salieron corriendo. Hacía horas que trabajaban duro en eso de romper los signos sagrados y la última morada de los islámicos enterrados en La Tablada. Fueron, según la comunidad denunció ayer, 150 tumbas, entre las que no está la de Carlitos Menem “Junior”. Ayer a la noche, en una conferencia de prensa en la Asociación Argentina Arabe Islámica, dirigentes, emires e imanes se quejaron porque hasta esa hora nadie del gobierno nacional o provincial se había solidarizado con la comunidad. “Nos sentimos huérfanos”, dijo el presidente de la Asociación, Adalberto Assef. Sin discriminar culpas entre las policías Federal, Bonaerense, y la Gendarmería –las tres fuerzas que deberían haber estado custodiando el cementerio– los dirigentes coincidieron en que por el tiempo y las dimensiones del daño los profanadores actuaron “con bastante impunidad”.
Como el cuidador que vive en una pequeña casa ubicada en la línea delantera del cementerio, sobre el costado izquierdo, se despertó con las roturas de cemento y mármoles, lo que ayer era el comentario de casi todos los dirigentes islámicos era lo difícil que sería explicar para Gendarmería por qué el hombre que tenía de custodia, hacia el fondo, por donde entraron los invasores, no escuchó lo mismo. “Sobre todo si tenemos en cuenta que la fila de sepulcros del fondo es la primera que rompieron”, describió una fuente. Quienes estuvieron en el cementerio revisando los daños señalan que la destrucción fue avanzando desde el fondo hacia el costado derecho y que luego, como haciendo zig zags, aquí y allá, los destructores dejaron su huella en casi todos los rincones del camposanto. Pero no tocaron la tumba del hijo de Carlos Menem, el ex presidente lanzado otra vez a la campaña presidencial. “Quédense tranquilos que Carlitos ahí no está”, dijo ayer Zulema Yoma y aclaró
que “da la casualidad que esa tumba (en la que la Justicia asegura que está el cadáver de su primogénito) no fue profanada”.
No cuesta mucho, por el tipo de roturas, imaginar cómo hicieron para romper tanto: a los bancos que hay frente a las tumbas para que los deudos se sienten a orar los levantaron y los arrojaron contra el piso. Con las lápidas fueron pateándolas una a una. En ningún caso hubo robo, ni desaparecieron objetos de bronce, dijeron ayer en la conferencia. Aunque la policía le dijo a Página/12 lo contrario desde la DDI de La Matanza.
“Se llevaron objetos de bronce. Atrás del cementerio hay una villa”, contó una fuente policial, como corriendo la sospecha hacia los sectores empobrecidos, ahora supuestamente desesperados por hacer dinero con la reducción de objetos fúnebres. “Pero en los fondos del cementerio no hay una villa sino otro cementerio”, refutó uno de los dirigentes.
Lo primero que los periodistas, en la conferencia de prensa, les preguntaron a los líderes de la comunidad, fue por la vigilancia del lugar. “Eso se está investigando, es algo que todavía no nos explican”, dijo Assef. Así como ni los mandamás de las fuerzas de seguridad encargadas de vigilar el lugar ni los responsables políticos de las mismas se comunicaron con los islámicos argentinos, el que no apareció por el cementerio fue el fiscal Sergio Carrera Fernández. “Nos llama la atención que el fiscal no se haya hecho presente”, lanzó Assef en la conferencia. Luego en off the record una fuente contó que “el fiscal no sólo no se movió sino que además, por teléfono, dijo que como no había leyendas ni había habido amenazas anteriores no consideraba que el hecho haya sido discriminatorio”. Por el tema los dirigentes tendrán hoy entrevistas con Carrera y con el juez federal de La Matanza, Jorge Rodríguez. Ayer, la reunión organizada con la participación de todos los sectores de la comunidad islámica en la Argentina fue también una ceremonia. Con familiares consternados por la violación de la paz de sus muertos no sólo hablaron los dirigentes que se sentaron ante las cámaras de televisión. “Si quisieron causar dolor, lo causaron”, dijo un hombre de traje. “Nuestras familias se preguntan si mañana a la mañana vamos a poder llegar a nuestras tumbas o nos van a prohibir el paso”. El sheik Mosem Alí, de turbante y túnicas musulmanas, recordó en árabe que “los muertos sufren los daños, así lo creemos nosotros” y planteó que “si esto hubiera ocurrido en otro cementerio nosotros hubiéramos respondido solidariamente ante los hechos”. “Acá, más allá de que podemos tener muchas hipótesis, lo evidente es que falló la seguridad. No se trata de la actitud de la sociedad, son las minorías mafiosas”, lanzó el Sheik Abdul Karim Paz.

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