SOCIEDAD › UNA INVESTIGACION REVELA LA IMPORTANCIA DE NO DISCONTINUAR EL TRATAMIENTO
En el marco del Día Mundial de Lucha contra el Sida, que se conmemora hoy, una investigación internacional que incluyó la Argentina demostró que la interrupción de los tratamientos antirretrovirales implica riesgos considerables. En el país, este año hubo 1700 casos nuevos de aparición de síntomas, la cantidad más baja desde 1992.
› Por Pedro Lipcovich
Para toda la vida. Esta fórmula, válida para tan pocas decisiones humanas, debe aplicarse, con certeza, a la decisión de iniciar un tratamiento contra el VIH: un trascendente estudio internacional, que incluyó a la Argentina, demostró que las interrupciones de los tratamientos antirretrovirales implican riesgos considerables. Ese “para toda la vida” implica un buen pronóstico: con las actuales terapias, la vida de una persona con VIH puede ser larga; pero sostener durante décadas un tratamiento puede ser muy difícil. Así, el sida exige a los sistemas de salud asegurar las mejores condiciones para la adherencia a los tratamientos, haciendo frente a las dificultades de cada paciente en forma individual. En la Argentina, la cantidad de nuevos casos de sida (con síntomas de enfermedad) se estima en poco más de 1700 este año: la más baja desde 1992, reflejando el éxito de los tratamientos. Pero también se estima que en el país viven 130.000 personas con VIH, de las que el 60 por ciento lo desconocen. De los casos nuevos, más del 60 por ciento adquirió el virus en relaciones heterosexuales sin protección; más del 16 por ciento en relaciones homosexuales y el 12 por ciento por compartir jeringas.
Ayer, en el New England Journal of Medicine, se publicaron los resultados del estudio Smart, que abarcó 5472 pacientes en diversos países. La Argentina participó con 147 pacientes de 13 centros, a partir de 2002, y el médico Marcelo Losso –titular del Servicio de Inmunocomprometidos del Hospital Ramos Mejía– integró el comité ejecutivo que dirigió la vasta investigación. El estudio partió del hecho de que, si bien –como señala el editorial del New England– “las terapias antirretrovirales combinadas transformaron el VIH en una enfermedad crónica tratable”, estos tratamientos tienen efectos adversos, requieren un alto compromiso del paciente y “algunos pequeños estudios planteaban la posibilidad de que fuera conveniente, en determinados casos, su interrupción durante determinados períodos”. El Smart se propuso zanjar esta cuestión: a lo largo de un período promedio de 16 meses, a 2720 pacientes se les administró o suspendió el tratamiento, según que el nivel de linfocitos CD4 (las células inmunitarias afectadas por el VIH) se preservara o cayera por debajo de un nivel crítico; el otro conjunto, de 2752 personas, recibió terapia en forma permanente. Se constató, en el grupo que interrumpía el tratamiento, “un incremento significativo en el riesgo de enfermedades oportunistas o muerte”, según el informe final del Smart; además, se registraron “enfermedades cardiovasculares, renales o hepáticas”. El estudio se dio por finalizado cuando esos riesgos se hicieron evidentes.
A partir de estos resultados, “la discontinuación del tratamiento debería evitarse, salvo en el marco de ensayos clínicos”, puntualizán los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos. Losso aclaró que “los pacientes que ya hayan discontinuado, por indicación médica previa a estos resultados, pueden no necesitar reiniciar, si sus niveles de linfocitos CD4 son adecuados”. En cuanto a los consensos actuales para iniciar tratamiento por primera vez, “los que tengan menos de 250 CD4 por milímetro deben empezar; entre 250 y 350, todavía no hay consenso, y se planifica un nuevo estudio internacional para establecerlo”, contó Losso.
“Un mensaje de esta investigación es que la decisión de empezar debe ser firme y meditada, por el paciente y su médico: la persona que inicia tratamiento a los 30 años, edad media del diagnóstico de VIH en la Argentina, deberá mantenerlo quizá por 40, 50 años.” Y “resulta imprescindible tener programas para optimizar la ‘adherencia’ de los pacientes a los tratamientos” (ver nota aparte).
También la presencia de cepas de virus resistentes a los fármacos se torna crítica en tratamientos de por vida. Hace dos meses, el Journal of Aids publicó un estudio dirigido por Jorge Benetucci –jefe del Departamento de Infecciosas del Hospital Muñiz–, según el cual “en una muestra de pacientes de la ciudad de Buenos Aires y el interior, se encontró un 8,3 por ciento de resistencia primaria (en pacientes que nunca habían tomado medicación) a uno o más de los fármacos antirretrovirales”. Según puntualizó Benetucci, “si esta situación sigue creciendo, va a ser necesario hacer el test de resistencia antes de indicar el primer tratamiento”. En Estados Unidos, la resistencia primaria “supera ya el 10 por ciento”, observó el especialista.
En la Argentina “viven con VIH/sida unas 130.000 personas, de las que un 60 por ciento desconocerían su situación serológica”, según el Programa Nacional de Lucha contra el Sida. La cantidad de nuevos casos de sida (personas que no sólo tienen el VIH sino que manifiestan síntomas de la enfermedad) se estima en 1720 para 2006, la más baja desde 1992, gracias a las terapias combinadas. El territorio con mayor registro de nuevos casos es la ciudad de Buenos Aires (90 por cada millón de habitantes), seguida por Tierra del Fuego y Jujuy (70 por millón) y la provincia de Buenos Aires (60 por millón). La provincia con menos casos nuevos registrados es La Pampa (nueve por millón).
De los casos nuevos, el 28,5 por ciento corresponde a mujeres. El total de casos de sida en la Argentina desde 1982 asciende a 34.376, de los que el 24,8 por ciento son mujeres. La edad media del diagnóstico en 2005 fue de 38 años para hombres y 34 años para mujeres. De las personas que desarrollaron sida en 2005, el 62,9 por ciento habían adquirido el virus en relaciones heterosexuales sin protección; el 16,6 por sexo sin protección entre hombres; el 12,3 por ciento por compartir jeringas al usar drogas inyectables; el 1,4 por ciento por trasmisión madre-hijo en el nacimiento o lactancia. El Gobierno anunció que el presupuesto 2007 del Programa de Lucha contra el Sida llegará a 163 millones, contra 109 millones en 2006; de todos modos, la ejecución total en el presente año llegaría a 140 millones.
Según Onusida-OMS, en el mundo hay 39,5 millones de personas con VIH, de las que 25 millones viven en el Africa subsahariana. Para 2006 se estima un total de 4,5 millones de nuevas infecciones. Más de 2,3 millones de niños tienen VIH. El secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, requirió la “protección de los grupos vulnerables”, lo cual implica “más poder y autonomía a las mujeres”, es decir, “transformar las relaciones hombre-mujer a todos los niveles de la sociedad”.
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