Vie 15.12.2006

SOCIEDAD  › LA POLICIA INGLESA BUSCA AL HOMBRE QUE MATO A CINCO PROSTITUTAS

Un asesino serial suelto en Ipswich

Con la zona roja de la ciudad bajo estricta vigilancia policial, temen que el homicida, presionado, ataque a cualquier mujer.

› Por Walter Oppenheimer *

Desde Ipswich, Inglaterra

La policía de la ciudad de Ipswich teme que el asesino de cinco trabajadoras sexuales se sienta demasiado presionado, ahora que es buscado en la zona roja, y opte por atacar a cualquier mujer. A pesar del clima de aprensión y miedo desatado por la aparición del asesino en serie más rápido de la historia criminal del Reino Unido, Ipswich vivía ayer con normalidad un día más de compras navideñas. Pero las noches se han convertido en terreno vedado para las mujeres y el taxi es el recurso de emergencia para las que tienen que volver solas a casa.

Ipswich es la ciudad número 38 del Reino Unido en tamaño, con 140.000 habitantes. Allí, donde nunca pasó nada, se vive con aprensión pero sin pánico la aparición de un asesino en serie que se cobró la vida de cinco prostitutas en apenas unos días. Ha habido asesinos peores en el Reino Unido, pero no tan rápidos. Peter Sutcliffe, “El Destripador de Yorkshire”, mató a 13 mujeres, pero tardó cinco años en cometer sus crímenes. El famoso Jack el Destripador mató a cinco prostitutas en el East End londinense del siglo XIX, pero tardó nueve semanas. En Ipswich, el o los asesinos han cometido sus crímenes en menos de seis semanas.

“Espero que sea alguien de afuera, pero me temo que es alguien de aquí; desde luego, conoce muy bien el terreno”, afirma Keith mientras conduce camino del cuartel general de la policía de Suffolk, en la vecina Wooldbridge, al este de Ipswich. Keith nació en el oeste de Inglaterra, junto a la frontera con Gales, pero vive en Ipswich desde los años sesenta y no se arrepiente de ello. “No cambio Ipswich por ninguna ciudad inglesa. Es muy agradable, hay mucho verde, el mar está aquí al lado y Londres queda a una hora”, presume. “Lo que está ocurriendo es algo absolutamente fuera de lo normal”, subraya.

Aquí casi todos se conocen. Quizá por eso la muerte de cinco mujeres en apenas unos días ha impactado tanto a la población. Porque casi todos saben de alguna de ellas o algún familiar. “Una de ellas estudió con mi hijo. La que se llama Nicholls y tenía 29 años”, explica Keith. “Yo a ella no la conocí, pero sí conozco a su padre desde hace muchísimos años. Todo esto tiene que ser terrible para esa familia. Es muy triste”, se lamenta.

Se refiere a Annette Nicholls, una de las dos mujeres que siguen desaparecidas. La policía teme que uno de los dos cadáveres encontrados el martes sea el de Annette, pero no hay confirmación oficial. Los equipos forenses siguieron trabajando el miércoles durante todo el día buscando pruebas y a última hora fue levantado uno de los cadáveres. El otro seguirá allí hasta mañana.

La policía sigue sin dar a conocer la causa de cuatro de las cinco muertes. Sólo se sabe que una de las mujeres fue estrangulada y se cree que ninguna tenía rasgos aparentes de abusos sexuales. Pudieron morir envenenadas o recibir una sobredosis de heroína. Llama la atención que sus cuerpos no hayan sido mutilados, lo que podría significar que su asesino ha querido pasar varios días en su compañía una vez muertas.

Las posibilidades de que vuelva a atacar parecen muy altas. Aunque la policía ignora las fechas exactas de las muertes, se cree que el asesino ha podido guardar durante días los cuerpos de las dos mujeres que aparecieron primero. El hecho de que los dos últimos cuerpos aparecieran a menos de cuatro kilómetros de donde la policía trabajaba en las pesquisas en torno del tercer cadáver y que fueran fácilmente visibles desde la carretera ha provocado muchas conjeturas. Podría ser que el asesino se sintiera acosado y se desembarazara cuanto antes de los cadáveres. O que haya intentado poner en ridículo a la policía. O que esté provocando su captura. Pero el hecho de que desnude a las mujeres antes de dejar el cadáver es una señal de que se preocupa por destruir posibles pruebas contra él al quedarse con la ropa y los efectos personales de las mujeres.

El mayor temor de los investigadores es que la presión policial sobre el barrio rojo de Ipswich invite al asesino a buscar a cualquier mujer vulnerable como su próxima víctima. La población femenina ha recibido una larga lista de consejos policiales: desde caminar de forma resuelta y alerta a planear la ruta por adelantado y evitar atajos por lugares solitarios y oscuros, decir a alguien la ruta y hora elegidas, caminar de frente al tráfico y no de espaldas a él, no hablar con desconocidos, no utilizar aparatos de música que impidan oír la llegada de un extraño y llevar alarmas personales, entre otros.

El barrio rojo de Ipswich tiene muy poco que ver con su homónimo de Amsterdam. Aquí no hay bares ni cafés ni escaparates luminosos con chicas enseñando carne. Ipswich ha guardado para sus chicas de la calle una zona inhóspita en la que se mezclan fábricas, viviendas destartaladas junto a otras recién acabadas y modernos edificios de oficinas como los que acogen a los funcionarios del ejecutivo comunal, los del ayuntamiento de la ciudad y los de los juzgados penales.

Las prostitutas de Ipswich nunca han tenido muy buena prensa y ahora se quejan de que la policía lleva años acosándolas, empujándolas a zonas cada vez más oscuras y peligrosas, impidiendo que trabajen en grupos. Gemma, Tania, Annette, Paula y Anneli se buscaban en la vida por calles con nombres elegantes y sonoros como Constantine Road, Russell Road, West End Road, Handford Road. Buscaban clientes por los estacionamientos vacíos del supermecado Sainsbury’s o frente a los escaparates luminosos y lujosos de la Jaguar.

Su muerte ha desatado un sonoro debate sobre la legalización de la prostitución, algo que sigue siendo un tabú en el Reino Unido. Al calor del impacto sentimental de estos días, el 80 por ciento de los oyentes de la BBC local se han declarado partidarios de crear zonas específicas para que se ejerza allí la prostitución, al estilo de lo que ocurre en varios países del continente europeo. No falta quien propone poner en marcha un sistema de licencias para que las prostitutas paguen impuestos.

Pero el gobierno laborista no ha mostrado nunca especial interés por liderar el debate social desde la izquierda. Sus pasos en materia de legalización de las drogas blandas, por ejemplo, han sido tímidos y con la marcha atrás siempre a punto.

* De El País de Madrid, especial para Página/12.

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