Sáb 23.12.2006

SOCIEDAD

Un cíber donde todos navegan con mucha calma y nadie juega en red

Es el primer cíber para ancianos, que ofrece cursos para los mayores que nunca manejaron una computadora. Fue inaugurado en el hogar que el Gobierno de la Ciudad tiene en Ituzaingó.

En el lugar hay mesas con computadoras, pero también ventanas, guarnecidas con mosquiteros, que dan al aire libre. Una de ellas deja ver una gran planta con flores fucsias. Hay internautas, pero no gritan ni clickean frenéticamente con el mouse. Y en las pantallas se ven por largo rato las mismas páginas web, sin el típico zapping por la red. Es un cíber para ancianos, el primero de su tipo, instalado en el hogar Martín Rodríguez Viamonte, en Ituzaingó.

Cibermate es el nombre del espacio creado en el geriátrico que depende del gobierno porteño y se ubica en una antigua estancia reciclada de varias hectáreas. Allí, los adultos mayores aprenden computación y navegan por la web, aunque con tiempos muy distintos a los que utilizan los usuarios de negocios de Internet convencionales.

“Esto te reactiva, te hace sentir más joven. Nosotros recién estamos aprendiendo la utilización de Internet, pero el hecho de poder comunicarnos por esta vía con otra gente de nuestra edad realmente nos levanta el ánimo”, cuenta entusiasmada Antonia Costa, de 62 años, mientras consulta una página sobre sociología, su flamante vocación.

El emprendimiento fue concretado de manera conjunta por la cooperadora del Rodríguez Viamonte y el Ministerio de Derechos Humanos porteño, y se inauguró el pasado 14 de diciembre con el objetivo de ofrecerles a los ancianos allí alojados el acceso a una actividad no convencional para los mayores.

Zulma Mangin es empleada regular del establecimiento, pero fuera de su horario oficia de profesora de computación de los internados. Apenas entra a la sala de computadoras se convierte en el centro de atención de los ancianos. Ya les enseñó los conceptos básicos del sistema operativo y ahora los está introduciendo en los conocimientos de Internet.

“Ayer se emocionaron mucho porque recibieron su primer mensaje electrónico. Se los envió a todos una de mis colegas desde la casa. Son sus primeros pasos en el tema y todo los sorprende. A ellos, frente a la pantalla, se les pasa el tiempo, porque se divierten”, describe la profesora, orgullosa del desempeño de sus alumnos.

Si bien el cíber está abierto a todos los ancianos que viven en el geriátrico, por ahora sólo lo utilizan los 32 que asisten a la clase de Zulma, porque el resto se lleva muy mal con las computadoras.

Cada uno de los asistentes al espacio de Internet orienta sus búsquedas en la red hacia los intereses que dirigieron y dirigen sus vidas. Las computadoras de este espacio reciben un trato que sus colegas de los cibers tradicionales envidiarían. Es que, cuando encuentran la página de su interés, realizan un análisis pormenorizado de los datos que brinda, anotan en un cuaderno lo que les interesa y así comienzan pequeños archivos sobre la temática que los atrae.

Walter Benítez tiene 72 años. Toca la guitarra y es un apasionado del tango. Tras realizar un suave click y aguardar con paciencia, se enorgullece de haber finalizado su exploración con éxito: “Acá encontré una página con letras de tango que tiene las que yo necesitaba: ‘Malena’, de Homero Manzi, y ‘Naranjo en flor’, de Homero Expósito. Me sirve porque después se las entrego al cantante ocasional y las interpretamos como corresponde, sin equivocaciones”, relata, con una sonrisa dibujada en su boca, un gesto que empieza a ser habitual en ellos.

Informe: Eugenio Martínez Ruhl.

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