Los evacuados ya suman diez mil y hay un adolescente desaparecido. Ayer continuaron las lluvias y el desborde de los ríos. Para Greenpeace, es consecuencia de la destrucción de bosques.
› Por Pedro Lipcovich
“Nunca hubo una inundación tan terrible como ésta en Tucumán”, afirmó uno de los funcionarios provinciales que procuran asistir a los damnificados por un desastre que afecta a todas las regiones de la provincia. Hay por lo menos 4800 evacuados, unos 5000 autoevacuados y más de 25.000 damnificados. La entidad ambientalista Greenpeace sostuvo que la magnitud de la inundación “es consecuencia de la destrucción de los bosques nativos”. Además de las pérdidas materiales, hay por lo menos un desaparecido: un joven de 16 años, en una localidad del sur de la provincia; el jueves ya se había registrado un muerto, arrastrado por las aguas. En dos localidades, grupos de vecinos cortaron rutas para exigir ayuda. La situación se agravó ayer porque continuaron las lluvias y los desbordes de ríos. El gobernador provincial, José Alperovich, solicitó que la población “no crea que la vamos a desproteger”, ya que “asumo el compromiso moral de no fallarle a este pueblo que me llena de orgullo”.
Volvió a llover durante la mañana y las primeras horas de la tarde de ayer en Tucumán. Fernando Torres, director de Defensa Civil, anunció que “la lluvia empeoró la situación en el oeste y causó la crecida de arroyos y ríos”, mientras que “en el este hay zonas enteras anegadas”.
Defensa Civil contabilizó 4800 evacuados en la provincia y se estima que unas 5000 personas se autoevacuaron a casas de familiares y amigos, de un total de por lo menos 25.000 afectadas por la tormenta. También hubo cortes de servicios públicos, especialmente agua potable y luz eléctrica.
El joven Jesús González, de 16 años, está desaparecido desde el jueves: había salido a caballo de su casa, cerca de la localidad de Atahona, a 70 kilómetros al sur de la capital: “Se lo busca con vehículos pesados”, afirmó el comisario principal René Roldán. También el jueves había muerto, arrastrado por las aguas, Ricardo Lescano, obrero, de 48 años, que trabajaba cuidando una casilla de la Dirección Provincial del Agua, en Concepción.
En esa localidad, grupos de vecinos cortaron la Ruta Nacional 38 para exigir la llegada de ayuda. Lo mismo sucedió en Ohuanta, sobre la Ruta 301, donde el corte se levantó cuando las autoridades habilitaron un comedor comunitario de emergencia.
Chicligasta, a 80 kilómetros al sudoeste de la capital provincial, está aislada; Torres pidió la colaboración de particulares en procura de obtener 50 canoas o lanchas a motor.
En la localidad de Río Colorado, el 80 por ciento de las casas están inundadas hasta una altura de casi un metro; sólo se puede acceder a la zona mediante embarcaciones. También siguen afectadas Simoca, Famaillá, Lules, San Pablo, La Ramada, Gobernador Gutiérrez, Juan Bautista Alberdi, San Pedro, Monteagudo y otras poblaciones. El desborde del río Chico anegó la localidad del mismo nombre y hubo que evacuar a la población.
“Nunca, desde que podemos recordar, se dio una inundación de esta magnitud –señaló a este diario Ana María Cadiñanos, directora del Area Programática Sur del Sistema Provincial de Salud–, por la cantidad de agua que llovió, la cantidad de localidades afectadas, el caudal de agua que traen los ríos que bajan de las montañas en el oeste. Esto es terrible.”
La organización Greenpeace afirmó que estas inundaciones son “consecuencia directa de la relación entre el cambio climático global y prácticas incompatibles con el medio ambiente, como el irracional proceso de destrucción al que se encuentran sometidos los últimos bosques nativos”. El comunicado de la entidad ambientalista destaca que “los bosques juegan un papel fundamental en la regulación climática, el mantenimiento de las fuentes y caudales de agua y la conservación de los suelos”. La entidad sostuvo que “los diputados nacionales postergaron la sanción de la ley de bosques, que declararía la emergencia forestal y suspendería los desmontes, y mientras tanto Tucumán se inunda, igual que Tartagal el año pasado o Santa Fe en 2003”.
José Alperovich, gobernador de la provincia, advirtió que “la crisis más grande vendrá después, cuando pare la lluvia. Que la gente no crea que la vamos a desproteger. Todavía no tenemos una evaluación cierta del desastre, pero asumo el compromiso moral de no fallarle a este pueblo que me llena de orgullo por la solidaridad que demuestra”.
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