SOCIEDAD › HUELGA DE HAMBRE DEL INMIGRANTE BOLIVIANO PRESO POR VENDER HOJAS DE COCA
El hombre que lleva casi un año detenido por vender hojas de coca en su comunidad de Lomas de Zamora lleva 18 días sin alimentarse. Tampoco ingiere líquidos, como protesta porque el juez Ferreiro Pella se niega a recibirlo. Pese a su mal estado de salud, fue llamado al juzgado, pero sólo fue atendido por una empleada.
› Por Pedro Lipcovich
Irineo Mora Sandi –el ciudadano boliviano bajo prisión preventiva desde hace casi un año por tenencia de hojas de coca– elevó la apuesta que juega con su propio cuerpo: entró en huelga de hambre “seca”, sin ingerir líquidos, en demanda de su libertad. Desde hacía 16 días ya venía sin ingerir alimentos. A la debilidad que resulta del ayuno se sumaron, en los últimos días, síntomas como dolores agudos en la espalda e imposibilidad de orinar. Ello no obstó para que el juez Carlos Ferreiro Pella, que lo mantiene detenido, ordenara su traslado desde el penal de Marcos Paz hasta la sede del juzgado en Lomas de Zamora. Allí, sin embargo, no fue interrogado por el magistrado sino por una empleada que le tomó declaración “para que nos explique los motivos por los cuales se halla en huelga de hambre”. La tenencia de hojas de coca, para consumo personal o para la venta, no está prohibida en la Argentina, pero el juez consideró el vegetal como “precursor de la cocaína” y, además, negó la excarcelación durante el proceso. Por su parte, la señora de Mora Sandi, en diálogo con Página/12, contó que policías bonaerenses, cuando allanaron su casa, la obligaron a desvestirse, además de destruir bienes de su propiedad.
“Según las actuaciones, usted ha iniciado una huelga de hambre. El traslado de hoy es para que explique los motivos por los cuales tomó esa medida”, dijo ayer una empleada del Juzgado Federal de Lomas de Zamora, a cargo de Carlos Ferreiro Pella, al dar comienzo al interrogatorio de Irineo Mora Sandi, de 26 años, en huelga de hambre desde el 5 de este mes. No estaban presentes el juez ni el secretario del juzgado.
“Quiero que se resuelva mi caso lo antes posible, que me escuchen de una vez; y de hoy en adelante, si el juez no me da importancia, empiezo a hacer huelga de hambre seca”, contestó Mora Sandi.
“El juez quiere saber los motivos por los que inició esa medida de fuerza”, repitió la empleada. “Eso. Lo que dije”, contestó el detenido. Y pidió ver el expediente de su causa. “La causa está en el ministerio público”, contestó la empleada. Luego el abogado que acompañaba al imputado, Gabriel Juricich –vicepresidente de la Federación Argentina de Colectividades–, preguntó por el pedido de sobreseimiento que había efectuado: la empleada le contestó que “no se hizo lugar” y explicó que la notificación no había llegado porque “no sé si hubo un error en el domicilio”.
“Quiero aclarar algo –intervino Mora Sandi–: a mí me sacaron de casa, me allanaron, me rompieron todo. Ni siquiera mostraron una orden de allanamiento. Me tiraron...” Según Juricich, la orden de allanamiento correspondía en realidad a la casa contigua a la de Mora Sandi. El diálogo entre el detenido y la empleada se desarrolló de la siguiente manera:
–¿Qué es lo que quiere que conste? –requirió la empleada.
–Que todos los días estoy rezando para el juez y para el fiscal que yo soy inocente.
–Si quiere que ponga todo, espere, porque no alcanzo a escribir –-solicitó la empleada.
–¿Esto cuándo va a terminar? –preguntó el hombre que llevaba 16 días sin comer.
–...Reza para el juez y para el fiscal que usted es inocente –leyó la empleada–. Me dijo algo más que no alcancé a escribir...
–Quiero que me dejen encerrado en la celda, sin tomar líquido, hasta que se resuelva mi situación.
–Eso ya está expuesto arriba: si quiere se lo leo.
–Ponga que no me dejan revisar la causa.
–No es que no lo dejamos: no la tenemos –contestó la empleada, y preguntó–: ¿no quiere que lo saquen de la celda?
–Hasta que me entreviste personalmente con el juez –contestó el preso.
Su abogado le preguntó si quería decir algo más. Irineo contestó, con la voz a punto de quebrarse: “Quiero mi libertad. Quiero justicia”. Y se quejó: “Me duele la cabeza”. Su abogado le explicó que era por falta de alimentación. “Y me duele toda la espalda. Me quema desde acá hasta aquí. Todo esto me quema, no puedo dormir. Y no puedo orinar. Y me da mareo.”
“...Toda la espalda”, leyó la empleada lo que acababa de escribir. “Por favor, ¿me puede dar la fotocopia de lo que escribió?”, le pidió Mora Sandi. “Ahora no –contestó la empleada–. Después la pide, en todo caso.” El detenido insistió: “Quiero la fotocopia. Eso, nada más”. La empleada volvió a negarse y leyó todo el testimonio desde el principio: “Preguntado el compareciente por Su Señoría a fin de que manifieste los motivos por los cuales ha iniciado la huelga de hambre...”.
“¿Y la fotocopia?”, volvía a pedir el detenido y volvía a negársela la empleada. “Entonces, no firmo –dijo Irineo–: porque así me traicionaron.” Y contó: “Cuando no quise firmar en el allanamiento, me dijeron que se iban a llevar a mi hija. Y firmé. ¿Cuál era el motivo para que se lleven a mi hija?”.
La empleada consultó por el pedido de fotocopia con el juez, quien ratificó la negativa. Irineo volvió a solicitar: “Si me puede entrevistar el juez...”.
–Yo soy una mera empleada. No manejo los tiempos del juez.
Irineo Mora Sandi está privado de su libertad desde el 30 de marzo del año pasado, cuando su casa –que también funcionaba como depósito de las especias y otros productos que vendían en ferias de la comunidad boliviana– fue allanada por efectivos que pertenecerían a la DDI de Lomas de Zamora. Según datos de la causa, se secuestraron 5,4 kilos de hojas de coca, cantidad que, en caso de ser procesada, sólo permitiría obtener 13,48 gramos de clorhidrato de cocaína. No se encontró ninguna sustancia química destinada a tal procesamiento, pero el juez Ferreiro Pella consideró a las hojas de coca, como tales, “materia prima” para esa elaboración.
Según la ley 23.737, “la tenencia de hojas de coca en su estado natural, destinado a la práctica del coqueo o a su empleo como infusión, no será considerada como tenencia de estupefacientes”. La Federación Argentina de Colectividades señaló que la incriminación de Mora Sandi “no toma en cuenta la costumbre boliviana de consumo de estas hojas” y que “la ignorancia se transforma en foco de discriminación”.
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