SOCIEDAD › PRODUCIRAN INSULINA A PARTIR DE VACAS GENETICAMENTE MODIFICADAS
Por primera vez en el mundo, un laboratorio obtuvo una vaca clonada capaz de producir insulina en grandes cantidades. El logro de un laboratorio argentino permitirá obtener esa hormona –el 80 por ciento de la que existe en el mercado se importa– a menor costo.
› Por Pedro Lipcovich
En la Argentina, por primera vez en el mundo, se producirá insulina a partir de la leche de vacas genéticamente modificadas. La tecnología fue desarrollada por una empresa nacional y requirió resolver un problema inédito: cómo lograr que la servicial vaquita fabrique grandes cantidades de insulina sin que el exceso de esa sustancia la enferme a ella misma. Por lo demás, se utilizaron técnicas de clonación e ingeniería genética que la misma empresa puso a punto a partir de 2002, con la vaca Pampa, y que ya le permitieron obtener animales capaces de producir hormona de crecimiento humana. Pero la apuesta de la insulina es mucho mayor: sólo en la Argentina hay trescientos mil diabéticos dependientes de esa sustancia, que hasta ahora se importa o se produce con costos mucho más elevados. Las primeras cuatro vacas productoras de insulina nacieron en los últimos dos meses y empezarán a dar leche antes de fin de año. Apenas 25 vacas permitirían satisfacer todos los requerimientos del país, que actualmente gasta 50 millones de dólares al año en insulina que, en su mayor parte, debe importarse.
Patagonia I vive en el Tambo Farmacéutico que Bio Sidus tiene cerca de Baradero, a cien kilómetros de Buenos Aires. La pequeña ternera nació el 27 de febrero y, como si fuera una gatita, le gusta mucho que la acaricien por debajo del cuello. Su piel tiene el color castaño claro de la raza Jersey y sus ojos enormes, sombreados por largas pestañas, “son la envidia de las mujeres que la ven”, testimonia Carlos Melo, gerente de Proyectos Especiales de Bio Sidus. Pero no es por la belleza que Patagonia I como sus compañeras Patagonia II, II y IV son las terneras más atendidas de la Argentina; es porque su leche valdrá millones.
La historia, se recordará, empezó con Dolly, aquella ovejita británica, en 1996. En la Argentina comenzó en 2002, cuando la empresa Bio Sidus hizo nacer a la ternera Pampa. Al año siguiente, la misma firma de biotecnología produjo, también por clonación, una ternera transgénica llamada Pampa Mansa, capaz de producir, con su leche, hormona de crecimiento humana (ver aparte). Las terneras Patagonia ofrecerán insulina humana.
Hoy por hoy, clonar una vaca es fácil. Por una parte, hay que obtener un óvulo y quitarle el núcleo. Por otra parte, se toma una célula de un feto, en este caso de raza Jersey –una de las mejores productoras de leche–, se le extrae el núcleo y se lo introduce en ese óvulo. A partir de esta intervención, “se da un fenómeno de reprogramación –explicó Andrés Bercovich, gerente de Desarrollo Tecnológico de la misma empresa–: el óvulo se comporta como si hubiese sido fecundado”; empieza a multiplicarse para formar un embrión que, siete días después, puede ser implantado en el útero de la vaca que lo albergará hasta el nacimiento; el animal que nazca será genéticamente idéntico a aquel feto: un clon.
Pero, en el caso de Patagonia, antes de introducir el nuevo núcleo en el óvulo fue necesario modificarlo: introducirle el gen que ordena la fabricación de insulina humana. Llegado este punto, a los investigadores de Bio Sidus se les planteó un problema: las vacas también son sensibles a la insulina humana: la que ellas mismas produjeran, al hacer bajar en exceso el azúcar en su sangre, las enfermaría y mataría. (Distinto es el caso de la hormona de crecimiento humana que, producida por vacas transgénicas, sólo tiene por efecto que, además de aquellos hermosos ojos, desarrollen unas enormes tetas.)
¿Cómo hacer para que Patagonia produjera insulina humana sin morir en el intento? El equipo de construcciones genéticas de Bio Sidus –integrado por Aída Prync, Mariana Papouchado, Norberto Judewicz, Nahuel Fernández y Marcelo Foti– encontró una solución inédita: modificó el gen de la insulina humana de modo que le ordene al animal fabricar una molécula muy parecida a la insulina, una “precursora de la insulina” que –se verificó mediante ensayos– no tenía ningún efecto en el animal. Una vez obtenida de la leche de las vacas Patagonia, la precursora se podrá modificar fácilmente en laboratorio, agregándole una enzima, para transformarla en auténtica insulina humana.
Patagonia y sus compañeras son todavía muy jóvenes como para dar leche, pero no hay tiempo que perder: en diciembre de este mismo año, los investigadores utilizarán drogas de inducción a la lactancia, para verificar que efectivamente su leche contiene el precursor de la insulina humana. Para febrero de 2008 prevén elegir una de las vaquitas, la mejor, para que sea la madre fundadora del “rodeo”: sus hijas –ya no por clonación, sino por el atractivo que esos ojos, esas tetas, ejercen sobre el semen toruno– conformarán la “Dinastía Patagonia”. En los últimos meses de 2008, la empresa prevé efectuar la presentación ante las autoridades nacionales e internacionales para gestionar el uso comercial de esta insulina. Según precisó Melo, “con la producción de 25 de estas vacas alcanzará para cubrir las necesidades de insulina de la Argentina”.
En la Argentina hay un millón y medio de diabéticos, de los cuales más de 300.000 requieren inyecciones cotidianas de insulina, esto es: 200 kilos del fármaco cada año, valuados en 50 millones de dólares. Actualmente, la que se produce en el país es insulina “humanizada”, obtenida de páncreas de cerdo y modificada para hacerla igual a la del ser humano. Pero entre el 70 y el 80 por ciento debe importarse: se la obtiene a partir de bacterias y levaduras modificadas genéticamente para que la produzcan, pero esto requiere enormes inversiones y tiene elevados costos. “El costo de la que obtendremos de las vacas Patagonia será un 30 por ciento más bajo”, anunció Marcelo Criscuolo, director ejecutivo de Bio Sidus.
¿Por qué la Argentina es el primer país del mundo en desarrollar esta tecnología? “Porque su clima y su suelo ofrecen las condiciones más favorables a la cría de ganado vacuno; los costos son bajos y ya contamos con razas de alta calidad; y, también, porque contamos con recursos humanos altamente calificados en el área”, explicó Criscuolo.
Las vaquitas Patagonia serán presentadas oficialmente hoy, en la Rural, con la presencia de Rubén Hallú –rector de la UBA–, Marcelo Míguez –decano de la Facultad de Agronomía y Veterinaria– y Ginés González García –ministro de Salud de la Nación–.
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