Treinta y dos campanadas, una por cada víctima de la masacre ocurrida hace una semana en la Universidad de Virginia, marcaron ayer el reinicio de las actividades en esa casa de estudios de Estados Unidos, en la que los 26 mil estudiantes se reincorporaron a clases. A las 7.15 (hora local), alumnos, profesores y autoridades se reunieron frente a la residencia estudiantil, para recordar a Ryan Clark y Emily Hilscher, las dos primeras víctimas. Luego, a las 9.45, guardaron un minuto de silencio por las 30 personas muertas en el segundo tiroteo, mientras sonaban 32 campanadas y se soltaban 32 globos blancos y miles con los colores de la universidad: marrón y naranja. El edificio Norris, en el que fallecieron 30 de las víctimas y el agresor Cho Seung-hui, y donde se registraron las más duras escenas de terror, permanecerá cerrado el resto de trimestre.
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