El secuestro de la madre de uno de los jóvenes procesados por la muerte de Matías Bragagnolo parece ser el primer paso de una venganza de película. Según se deduce de varios mails amenazantes, sería el “ta” de una serie de tres golpes.
› Por Raúl Kollmann
“Como ya sabrá, la vida es boomerang que uno tira y vuelve. Hay otro juego que se llama ta-te-ti. Es ir descartando personas. Jugaremos al ta-te-ti. ¿A quién le tocará? ¿Al patotero asesino de tu hijo? ¿A tu pequeña hija o a tu atractiva y trabajadora mujercita? ¿Quién te duele más?” Este mail diabólico fue el prólogo del secuestro de María del Carmen Guillín, madre de M, uno de los jóvenes procesados por el caso Bragagnolo. Cuando la mujer ya estaba en poder de sus captores, su marido, Marcelo Negreira, recibió un mensaje de texto en su celular: “Ya empezó la venganza y sabés a quién tenemos”. El mensaje venía desde el celular de su esposa, ya secuestrada. La macabra jugada terminó al anochecer de ese 17 de abril, con Guillín arrojada frente a la gobernación bonaerense y con más de 50 lesiones constatadas por los médicos forenses. En el estómago le marcaron varias cruces, pero se ve nítida la primera sílaba: ta. Daba a entender que todavía faltan las venganzas que corresponden a te y ti. El fiscal Luis Comparatore, que investiga el caso, ordenó una larga serie de medidas, entre ellas la reconstrucción del secuestro, pero no parece fácil encontrar a los responsables.
El primer mail llegó a la casilla de la panadería de los Negreira el 13 de abril. Fue enviado desde el locutorio Disca2, ubicado en Santa Fe al 3000. Como son numerosas las personas que utilizan las computadoras de ese lugar, hasta el momento fue imposible identificar al que mandó el mail. De todas maneras, al día siguiente se mandó un segundo correo desde el mismo lugar. El tono sórdido creció y el texto vincula el caso del secuestro de Guillín con la muerte de Matías: “Hombres son los que educan bien a sus hijos, ése no es su caso, por lo tanto le daré una pista de este juego. El ta-te-ti es una palabra para cada uno de su familia. Lo que usted no sabe es cuál sorteará con cada letra. Tiraré los dados, como verá son sólo tres letras. Usted no entra en el juego. Será espectador y sólo mirará y sufrirá de a poco. Este plato se come frío y lento. Sé cada uno de sus pasos y de los tres ta-te-ti. El juego empieza, mi juego”.
Guillín y Negreira son los padres de M. que jugó un papel protagónico en el caso Bragagnolo. Cuando Matías va a comprar alcohol y golosinas a un kiosco de Salguero y Figueroa Alcorta, M es el primero que se enfrenta con él. La versión más creíble es que M lo provoca y, siendo de mayor tamaño que Matías, prácticamente lo desafía a pelear. En ese enfrentamiento, M se llevó la peor parte, aunque la segunda autopsia sostiene que un golpe que le propinó en ese momento –y que no dejó ninguna huella en el cuerpo de Matías– supuestamente desencadenó el proceso en el que el chico, después de una persecución y varios minutos de tensión, empezó a sentir una falta de aire y terminó muriendo.
M fue procesado por la jueza María Teresa Salguiero por homicidio preterintencional, que consiste en tener la intención de dañar a otra persona y, sin quererlo, sin utilizar arma de fuego o cuchillo, por ejemplo, se produce la muerte. La pena va de tres a seis años de prisión, es excarcelable y los defensores de los jóvenes procesados ya presentaron una apelación ante la Cámara, que siempre fue muy crítica de la forma en que la jueza llevó adelante la causa. El hecho de que M Negreira tuviera un papel tan protagónico en el caso Bragagnolo hace que sus padres estén convencidos de que el secuestro de la mamá, María del Carmen, tiene relación con lo ocurrido con Matías. Los mails también apuntan para ese lado.
Para el fiscal las cosas están lejos de esclarecerse. Los criminalistas sostienen que es extraño un secuestro en Rodríguez Peña y Santa Fe un día hábil a las 17.20, aunque aquel martes fue especial: fue la tarde de la última tormenta casi tropical que se desató sobre Buenos Aires. Ya estaba oscuro y la gente se guarecía. En la reconstrucción realizada la semana pasada, la conclusión fue ambigua. Alguien debió ver lo que ocurría, pero tampoco se puede descartar del todo que en aquella jornada tormentosa una persona se acercara de atrás a María del Carmen, la encañonara discretamente y la haya hecho subir a un auto.
Los Negreira declararon que vienen sufriendo amenazas desde que ocurrió el caso Bragagnolo. En general, textos escritos en papel que les tiran por debajo de la puerta de su vivienda. Los mails empezaron a llegar a los dos meses de la muerte de Matías. Y también hubo un tiempo en que vieron un Fiat Siena sospechoso en la puerta de su casa casi todos los días. En ese momento hicieron la denuncia en la comisaría 19ª e incluso un patrullero se acercó para hablar con el ocupante del Siena. El fiscal Comparatore ya libró oficio a la comisaría para pedir explicaciones.
Guillín relató en la causa que alguien se acercó de atrás, le apoyó lo que parecía un arma y le dijo “quedate tranquila, subí al auto”. Ya dentro del vehículo le pusieron una capucha, la obligaron a tomar una pastilla y le advirtieron que “no nos interesa tu plata. Yo ya tengo plata”. El auto, aparentemente, fue introducido en un garaje, donde a Guillín le propinaron una terrible paliza con lo que podría ser una manopla. Luego la metieron en el baúl, el coche anduvo unos 30 minutos, momento en el que la volvieron a poner en el asiento trasero. En esa circunstancia le descubrieron los pechos y el tórax y pasaron a tajearla con un elemento punzante. Según los forenses, se distinguen claramente dos inscripciones iguales con la sigla ta.
Después de una segunda tanda de golpes, la empezaron a rociar con un líquido que, por el olor, parecía alcohol. No bien terminaron, escuchó el sonido de un encendedor. “En un rato te prendo fuego. Te mojamos bien”, la amenazaban. “Listo, cortala. Ya está bien. Ya fue”, dijo quien parecía el jefe. “Ahora te vas a dar vuelta. Cuando se abra la puerta, salís del auto sin mirar atrás. Si mirás atrás, te pego un tiro.” Del relato de Guillín, que es española, resalta una palabra, “zorra”. La mujer contó en varios tramos de su relato que los individuos utilizaban esa palabra para agredirla, pero lo cierto es que no parece propia del léxico argentino.
Lo cierto es que tres testigos, un policía y una pareja, ven cómo Guillín es arrojada del auto a 25 metros de la gobernación bonaerense. Eso hace todavía más inexplicable el caso: ni Felipe Solá ni León Arslanian tuvieron nada que ver con el caso Bragagnolo. Es cierto que resulta llamativo que a una persona que la secuestran en Capital la terminen arrojando en La Plata. ¿Quién se toma el trabajo y el riesgo de transportar una secuestrada a esa distancia?
La hipótesis del autosecuestro parece más que remota. Página/12 accedió al informe médico firmado por el doctor Leandro M. Bayón. Es un listado interminable de hematomas, escoriaciones (que son los tajos), esquimosis, edemas inflamatorios. Las lesiones son más de cincuenta, en la cabeza, el pecho, los brazos, la cara, los hombros y prácticamente todas las partes del cuerpo. “La mataron”, consignó un médico que dialogó con este diario.
El gran interrogante es qué hay detrás del secuestro de Guillín. Como ya se sabe, Negreira afirma que todo tuvo que ver con el caso Bragagnolo, porque antes nunca había sido amenazado. Marcelo Bragagnolo rechaza esa relación, califica a N de asesino, ha dicho que los Negreira son mafiosos y que las cosas pueden tener que ver con otros motivos. Negreira contraatacó, según contó su abogado, Juan Carlos Palacios. Dijo: “Nosotros no somos mafiosos. Nunca tuvimos nada que ver con Massera, bienes de desaparecidos y la quiebra de algún banco y financiera”, en tácita referencia a Bragagnolo. En su respuesta a esas acusaciones, Bragagnolo argumentó que su hermano es uno de los fundadores de Human Rights’ Watch, una de las organizaciones de derechos humanos más conocidas del mundo. Y, además, sostiene que siempre mantuvo una actitud legalista en el caso de la muerte de su hijo.
Como se ve, los cruces son durísimos y flotan un poco en el aire en tanto y en cuanto no haya ningún detenido por el secuestro y, a partir de allí, hubiera alguna posibilidad de investigar quiénes son los culpables. Para redondear, es casi seguro que el fiscal federal Comparatore dejará la causa. Es que no se trata de un secuestro extorsivo, que son competencia del fuero federal. En ese caso la causa –con pocas perspectivas de esclarecimiento– pasará a la Justicia ordinaria.
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