Mar 15.01.2002

SOCIEDAD  › LOS CHANGARINES PERSIGUIERON A PALOS A PIQUETEROS QUE RECLAMABAN COMIDA

Una batalla campal en el mercado

En momentos en que en el Mercado Central se jugaba una dura interna, unos 600 piqueteros se presentaron a pedir comida y cerraron el paso a los camiones. Los changarines salieron a enfrentarlos con palos y fierros. Ya en la autopista, un piquetero resultó herido. Anoche se anunciaron renuncias y cambios en el Mercado.

› Por Horacio Cecchi

Todo fue de golpe y a los golpes. La desmesura de un millar de changarines, blandiendo palos y fierros, se lanzó sobre unos 600 piqueteros desocupados de La Matanza que reclamaban cajones de comida a las puertas del Mercado Central y cerraban el acceso de los camiones, los mismos camiones que esos mismos changarines debían –y no podían– cargar o descargar a razón de 20 centavos el cajón. El enfrentamiento entre explotados y hambrientos, patética síntesis del fondo de la crisis argentina, derivó después del apaleamiento a los piqueteros, en la toma por asalto del directorio del MC por la propia tropa de changarines, con sus propios e históricos reclamos: echar a palos al directorio. Por la tarde, Felipe Solá y Aníbal Ibarra (ver aparte) se reunían para decidir la reducción de directores, de gastos y de conflictos, en un escenario que moviliza 600 millones de dólares anuales, y una cifra en negro, fuera de todo corralito, y tan o más oscura que las internas políticas que allí dentro se dirimen. “Nos usaron”, reconocería más tarde el líder piquetero Juan Carlos Alderete.
Aunque patética, la gresca entre changarines y piqueteros no se reduce a un pleito por comida. El Mercado Central, además de ser el centro abastecedor de frutas y verduras, es una inextricable telaraña de internas políticas y clientelismo. Los seis sillones del directorio (dos por Nación, dos por Ciudad, y dos por provincia de Buenos Aires) responden, cada uno, a sus propios mandos. Los operadores, consignatarios y productores y unos 1200 changarines agrupados en una cooperativa, históricamente se opusieron al directorio, al que acusan de “corruptos que cobran sueldos de 10 mil dólares y designan asesores y secretarios de favor”, según declaró a Página/12 Norberto Sánchez, representante de los operadores.
Es norma en el MC que en el invierno, cuando las operaciones decaen, que los operadores reclamen la disminución del alquiler de los puestos (alrededor de 1500 pesos mensuales). “Es costumbre que lo bajen entre 20 y 25 por ciento, y en temporada lo suban”, describió un operador. Pero este año, la crisis llevó el reclamo a un 50 por ciento. El pedido no tuvo eco, la cuerda se tensó, hasta que la noche del miércoles pasado el directorio aceptó hacer la rebaja, por dos meses. Ya era tarde. Los operadores fueron por más: reclamaron la renuncia de los seis directores: Rodolfo O’Reilly y Luis Vito, nombrados por Nación; Juan Carlos Farizano y Carlos Grinberg, por Ciudad, y Juan Carlos Piriz y Manuel Fresco, por la provincia.
Los dos primeros, según los operadores, “estaban dibujados” tras la retirada radical. Farizano desembarcó después del 10 de diciembre en reemplazo de Horacio Vivo. Según changarines y operadores, Piriz responde a Alberto Pierri y Fresco, a Alberto Balestrini. El jueves a las 22.30, el directorio en pleno presentó su renuncia. “Pero el viernes a la mañana Piriz estaba fogoneando para dividirnos. Se ve que quería que no le aceptaran la renuncia”, denunció un operador. Síntesis, el MC era tierra de nadie.
Fue a ese escenario que llegaron los hambrientos a pedir comida, según algunas versiones “empujados” para complicar la interna. Alrededor de las cinco y media de la mañana de ayer, una columna de unos 600 piqueteros de la Corriente Clasista Combativa de La Matanza llegó a las puertas del MC. Se situaron frente al acceso, cerrando el paso a los camiones que debían descargar mercaderías. Una comisión se dirigió a negociar la entrega de comida con el directorio. “Ya lo habíamos hecho antes y nunca hubo problemas”, dijo a Página/12 el líder piquetero Juan Carlos Alderete. Pero la comisión se enteró de que no había directorio con quien negociar.
Se hicieron cargo los operadores. “Les propusimos cinco bultos por operador –describió la tratativa Sánchez–, pero no aceptaron”. “Qué vamos a aceptar si no alcanza para nadie. Acá hacen falta camiones”, exigió Ramón Arce, de la CCC, y obturaron los cuatro ingresos. Sincamiones, no hay carga ni descarga, y sin ella, ni los operadores venden ni los changarines cobran sus 20 centavos por bulto. A media mañana, el rumor que corría entre ellos sintetizaba los dos enemigos en uno: “Esto es una movida de Piriz”, decían entre ellos, vinculando a Moncho Arce como un puntero del pierrista, según juran y perjuran algunos operadores y changarines. Más tarde, el mismo Alderete desmintió a este diario ninguna conexión con el director. “Con Pierri y su gente sólo tenemos enfrentamientos. Arce es piquetero, no tiene nada que ver con Piriz”.
La respuesta a la clausura fue casi gutural. Un malón de changarines, con palos y fierros se lanzaron sobre los piqueteros, que huyeron hacia Riccheri. En el enfrentamiento, que fue persecución, un piquetero de apellido López fue embestido por un auto en la autopista y terminó internado con muy graves heridas.
A las 11, expulsados los piqueteros, los changarines se lanzaron sobre el directorio. Sólo encontraron a Piriz. “Si no lo sacaba la policía lo matábamos”, reconoció Miguel Radaelli, líder de los changarines. “Fuimos usados”, reconocía ayer Alderete, antes de una asamblea en la que intentó calmar los clamores de venganza de 8 mil piqueteros.

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