Más que una cuasi colisión entre dos aviones –cuya veracidad se debatió durante toda la jornada–, se registró ayer una clara colisión entre las entidades gremiales de los pilotos, los técnicos y los controladores aéreos, por una parte, y, por la otra, el Ministerio de Defensa, todavía a cargo de la seguridad aérea. Según los gremios, dos aviones estuvieron a punto de chocar, debido a la falta de radar en Ezeiza y porque “la ministra (Nilda Garré) no ve los riesgos existentes”. Según la ministra, “no existió incidente alguno” y las denuncias provendrían de que “hay sectores interesados en ocupar el espacio que dejará libre la Fuerza Aérea”; por lo demás, ninguna de las compañías aéreas involucradas efectuó la denuncia. Entretanto, prosiguen las demoras en los vuelos, atribuidas a la falta de uno de los dos radares. ¿Por qué, sin embargo, el año pasado, cuando los radares salieron de servicio por un mes entero, no hubo estos problemas? El jefe de la torre de control de Ezeiza –y miembro de la Asociación de Controladores– contestó que, entre otros motivos, “la incertidumbre sobre el pasaje de la autoridad aeronáutica, desde la Fuerza Aérea al Ministerio de Planificación, nos afecta”.

Pablo Biró, secretario gremial de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), denunció ayer una “cuasi colisión”, que se habría producido “entre un avión de United Airlines y otro de Andes, entre las ocho y las nueve de la mañana, en el límite entre Buenos Aires y Córdoba”. El incidente se habría resuelto “gracias al TCAS (Traffic Colision Avoidant System), equipo que, a bordo del avión, detecta el riesgo y da directivas al piloto para una maniobra evasiva”. El titular de la Asociación de Controladores de Tránsito Aéreo (ACTA), César Salas, también sostuvo que “un avión MD 80 de la empresa Andes tuvo que bajar abruptamente dos mil pies (algo más de 700 metros), al estar en la misma línea de 35 mil pies que un Boeing 777 de United, a una distancia de unos 20 kilómetros; a esa distancia, el choque se puede producir en segundos”. El dirigente de Controladores citó como causa “que no hay cobertura de radar”.

Nilda Garré, ministra de Defensa, contestó que “no hubo incidente alguno” y “ninguna de las dos compañías aéreas formuló ninguna denuncia”. United Airlines afirmó que el vuelo de referencia, el 847, que venía desde Washington, no registró incidentes. Garré observó que, si las empresas aéreas internacionales advirtieran situaciones de peligro, “lo primero que harían sería cancelar los vuelos a la Argentina, ya que no correrían semejante riesgo”. La funcionaria vinculó las denuncias con el traspaso de la autoridad de la Fuerza Aérea a la órbita civil: “Hay sectores interesados en ocupar ese espacio”, sostuvo, y afirmó también que “el problema es por algunos niveles de rebeldía de personas que trabajan en el control del tránsito aéreo”.

“Como asociación de controladores estamos siendo ignorados por el Ministerio de Defensa”, retrucó Salas, y denunció “el mal asesoramiento” de la ministra, por personas “obsecuentes a jefaturas militares, que tratan de negar que el sistema está colapsado”. Según el titular de ACTA, “seguimos sufriendo una presión militar muy grande, pese a que disminuyó por la intervención del Ministerio de Planificación, que nos apoyó para buscar la recategorización y jerarquización anhelada por nosotros. Pero en el Ministerio de Defensa hay un sector encubierto, que hace de tapón para dificultar el traspaso a la órbita civil”.

También Juan Pappalardo, titular de la Asociación de Personal Técnico Aeronáutico (APTA), criticó a la ministra: “Al principio podíamos decir que estaba mal asesorada pero ya no es así: la ministra tiene desorientación espacial”. Biró, de APLA, sostuvo que “la ministra no ve los riesgos existentes a menos que el accidente ocurra delante de sus narices”.

Marcelo Paredes, jefe de la torre de control de Ezeiza y miembro de ACTA, prefirió no citar la fuente que, en su gremio, habría señalado la cuasi colisión, ya que “queremos preservar la integridad física del controlador”, quien habría sido amenazado con sanciones por sus superiores de la Fuerza Aérea.

–¿Por qué, según el informe que hace unas semanas presentó la OACI (Organización Internacional de Aviación Civil), los dos radares de Ezeiza estuvieron fuera de servicio durante un mes el año pasado, por mantenimiento, sin que se generaran riesgos ni demoras? –preguntó Página/12.

–Este año hay mucho más tránsito que el año pasado –contestó Paredes–. Y no se trata sólo del radar: en Ezeiza somos sólo 16 controladores, cuando tendríamos que ser por lo menos 36; el año pasado teníamos las licencias al día y ahora no; y la incertidumbre sobre la fluctuación de la autoridad entre la Fuerza Aérea y el Ministerio de Planificación nos asusta, nos afecta. Queremos pasar a Planificación, salir de este sistema que nunca nos cuidó.

Ante la misma pregunta, el brigadier José Antonio Alvarez, comandante de Regiones Aéreas, contestó a este diario que “el año pasado no hubo congestión porque los operadores pueden manejar los intervalos entre aviones con flexibilidad: si hay menos tránsito, se acortan los lapsos. Pero ello requiere un procedimiento homogéneo: actualmente hay diferencias de criterios entre los diferentes turnos de controladores, y eso multiplica las demoras”.

El informe de la OACI, fechado el 12 de abril, a la vez que desestima que la ausencia de radares constituya un riesgo, señala como “potencial peligro para las operaciones aéreas” la “falta de vigilancia de la seguridad operacional por la autoridad aeronáutica”, y señala que “no se aplican correctamente los acuerdos y procedimientos establecidos”; la OACI pide que “con urgencia” se establezcan “las acciones correctivas pertinentes a fin de superar la situación existente, que podría poner en riesgo la seguridad de las operaciones aéreas”. Página/12 intentó en vano, durante la jornada de ayer, comunicarse con la ministra Nilda Garré para preguntarle por el cumplimiento de esa urgente recomendación.