El tradicional edificio del Parque Tres de Febrero celebra su aniversario con una semana de actividades, hasta el sábado. Por allí pasaron unos 9 millones de personas en 33 mil funciones.
Del aula de la escuela al medio del universo, a sólo un viaje en micro de distancia. La experiencia de la visita al Planetario es una de las imágenes que inevitablemente caracterizan la época de la primaria en la memoria de muchas generaciones de alumnos. Tantas camadas de estudiantes como las que pasaron por ese lugar mágico en los últimos 40 años, justamente los que el edificio con forma de pelota cumple hoy. Por ese motivo, esta mañana comenzará una serie de actividades que se extenderán hasta el sábado e incluirán una fiesta de telescopios, encuentros con científicos y conferencias.
Los cráteres de la Luna y la ubicación y luminosidad de Saturno y Júpiter son algunas de las imágenes que buscarán observar los aficionados a la astronomía que el sábado, a partir de las 18, participen de la fiesta de telescopios. Ese evento se llevará a cabo en el parque del Planetario y tiene como consigna que quienes tienen telescopio propio lo lleven para realizar una vista conjunta y compartida del cielo.
Esa será una de las actividades de la grilla de cuatro días, que también incluye el V Encuentro del Grupo de Planetarios del Mercosur, en el que científicos y directivos de planetarios de América latina debatirán sobre la importancia de estos edificios para la divulgación científica, charlas especializadas y una conferencia sobre etno y arqueoastronomía. El congreso se cerrará el viernes a las 18 con una presentación del Coro Kennedy en el predio de los bosques de Palermo.
Fue el 13 de junio de 1967, cuando los alumnos del Comercial 1 de Banfield y el Santa Unión de los Sagrados Corazones, de Capital, llegaron al semiesférico sin imaginar lo que iban a ver. Algo les habían anticipado, pero la idea que se habían hecho fue ampliamente superada cuando Antonio Cornejo, el primer director del planetario Galileo Galilei, encendió las estrellas y ese techo cóncavo que no prometía mucho se transformó en un vasto espacio lleno de constelaciones. Ni más ni menos que la Vía Láctea.
Esos chicos fueron seguidos nada menos que por nueve millones de personas, que desde ese momento hasta hoy pasaron por el célebre edificio, en alguna de las 33 mil funciones que el lugar dio en sus 40 años de vida. El lugar consta de cinco pisos, seis escaleras y una sala circular de 20 metros de diámetro, con 360 butacas reclinables. La vedette es la cúpula semiesférica que sirve como pantalla y recibe las imágenes de cien proyectores.
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