Una familia de Pilar fue asaltada en su chalet de dos plantas de la calle Juan Manuel de Rosas 195 por tres delincuentes que los golpearon, amenazaron y robaron hasta las monedas del chanchito del nene de 5. El hecho, que trascendió ayer y tuvo como víctimas a los cinco integrantes de la familia Ilincheta, ocurrió el viernes pasado, durante la madrugada.

Todo comenzó cuando Leonardo, el hijo de 23 años de los Ilincheta, llegó de su trabajo como barman y al entrar al parque fue abordado por tres asaltantes armados y encapuchados que lo obligaron a desactivar la alarma y entrar a la casa.

“Me estaban esperando dentro del parque de la casa, me metieron adentro a los golpes, nos ataron a todos y nos golpearon un largo rato”, señaló más tarde Leonardo. Ya dentro, los delincuentes subieron al dormitorio de los padres, Jorge y Adriana Ilincheta, de 47 y 44 años, una pareja de comerciantes que se dedica a la compra y venta de autos usados.

“Prendieron la luz y entraron al cuarto apuntándole a mi hijo mayor en la cabeza. A mí me ataron a la cama con unas remeras de lycra, me taparon la cara y me golpearon con un destornillador”, dijo Adriana. La mujer indicó que a su marido “lo ataron con vendas elásticas” y a su hijo Leonardo “con cables de teléfono”.

El más chiquito de los Ilincheta, de cinco años, dormía en otro cuatro y los delincuentes respetaron el pedido de no despertarlo. Igual, entraron al cuarto y le robaron la alcancía. Después se ensañaron con los varones, buscando que les revelaran dónde tenían dinero. A Leonardo lo amenazaban con clavarle el destornillador en el tímpano. “Sólo buscaban plata, querían efectivo y nada más.”.

A las 6 de la mañana llegó de festejar el Día del Amigo Matías, de 21 años, a quien recibieron a los golpes. Los chorros, de todos modos, eran afectos a los lácteos y la vida sana, ya que tomaron tres yogures y robaron un pack de Actimel.

El trío se fue robando unos dos mil pesos, las monedas del nene y el pack para cultivar su flora intestinal. Dejaron todo revuelto. Y, para colmo, los Ilincheta tuvieron que hacer cinco llamados al 911 para conseguir que los atendieran. Desde la comisaría les dijeron que no ordenaran todo, y cuando llegaron los de la Policía Científica les dijeron que no podían levantar rastros porque no habían dejado las cosas como estaban.