El organismo estadounidense prometió entregar las pericias a fin de julio, pero no sólo no lo hizo, sino que tampoco informa cuándo lo hará. En qué punto está la causa.
› Por Raúl Kollmann
El FBI sigue sin entregar su informe sobre las muestras recogidas en la habitación donde asesinaron a Nora Dalmasso. El delegado en la Argentina de la organización policial norteamericana, William Godoy, había prometido resultados para julio, pero transcurrida más de una semana de agosto, en Río Cuarto y en la fiscalía de Javier Di Santo siguen sin recibir las conclusiones del análisis de pelos, un pedazo de sábana, un trozo del cinturón de la bata e hisopados anales y vaginales recogidos cuando se descubrió el cuerpo sin vida de Norita. Las dos ramas de la familia de la víctima, los Macarrón y los Dalmasso, presentaron sendos informes en los que ratifican que hubo violación. Incluso los textos firmados por el criminalista Raúl Torre y el forense Osvaldo Raffo hablan de un psicópata que perpetró “un ataque contra la integridad sexual de la víctima”. A esa conclusión ya había llegado, de hecho, el fiscal Di Santo, ya que en las dos imputaciones que hizo calificó los hechos como abuso sexual o violación seguidos de muerte.
El informe del FBI es decisivo y, si no aporta un perfil genético, el crimen de Nora Dalmasso corre serio riesgo de quedar impune. El fiscal Di Santo recurrió al laboratorio ubicado en Quantico, Virginia, para que no se pudiera argumentar que se hicieron maniobras o trampas con los rastros del homicida. Sin embargo, ya han transcurrido ocho meses sin respuesta. El 14 de junio pasado, el delegado del FBI en la Argentina, William Godoy, le dijo al diario La Voz del Interior que el informe sería entregado antes de finales de julio. Por ahora, no sólo la fiscalía no recibió lo prometido, sino que Di Santo carece de todo dato sobre el informe: cuándo se entregará y, sobre todo, si han podido determinar o no algún perfil genético.
En los últimos tiempos hubo mucha polémica alrededor de las dos hipótesis que de entrada se manejaron sobre el crimen: la de un ataque de locura de un homicida que mantenía una relación consentida con Norita o la de un sujeto que la venía acechando a escondidas, la atacó y la violó. Ese debate está zanjado, al menos desde el punto de vista judicial. El fiscal Di Santo hizo hasta el momento dos acusaciones:
u Contra el pintor Gastón Zárate, a quien imputó por violación y homicidio. La Cámara valoró las pruebas presentadas por Di Santo, pero ante el escándalo que se produjo en Río Cuarto por la detención del pintor, los magistrados le dijeron al fiscal que debía corroborar sus evidencias con el perfil genético del homicida que, supuestamente, saldría de los estudios del FBI.
u Di Santo también acusó a Facundo Macarrón, con grado de sospecha leve, por homicidio y abuso sexual. El fiscal se apoya en un informe del Ceprocor que estableció la existencia de un perfil genético masculino de la rama Macarrón en células encontradas en la vulva, la vagina, sábanas y un trozo del cinturón de la bata procesados por el laboratorio cordobés. La defensa de Facundo, a cargo del abogado Marcelo Brito, ya presentó un pedido de nulidad de ese estudio e incluso cuestiona la forma en la que se levantaron las muestras de la escena del crimen. Más allá de ese debate científico-criminalístico, el fiscal no tiene pruebas contra Facundo, entre ellas la fundamental: no ha podido establecer que el hijo de Nora haya estado en Río Cuarto la madrugada del crimen. A eso debe sumarse que tampoco hay testimonio alguno de peleas ni de relaciones incestuosas entre madre e hijo.
Brito cree que los rastros genéticos, si es que existen, pertenecen a Marcelo Macarrón, marido de Norita, y corresponden a su convivencia habitual. También respecto de la acusación contra Facundo, el informe del FBI es fundamental.
En los últimos días, Diego Estévez, el abogado de la familia Dalmasso, es decir de los padres de Norita y del hermano de la víctima, presentó un informe en el que ratifica que la mujer fue víctima de un ataque sexual, obra de un psicópata, pervertido sexual, que conocía la casa y los movimientos de Nora. “Ese sujeto sabía que ella se quedó sola y fue a su domicilio el sábado a la madrugada con el único objetivo de violarla. Esta hipótesis fue investigada superficialmente y se debe buscar en quienes conocían la casa, los que trabajaban en ella y no en el círculo íntimo”, definió Estévez ante el fiscal.
En el mismo sentido se pronunciaron el criminalista Torre y el forense Raffo. Ambos hicieron estudios profundos de las lesiones que presenta el cuerpo de Norita. Raffo identificó, uno por uno, los rastros del ataque sexual, incluyendo lesiones genitales y paragenitales, mordeduras y rastros de agresiones en los senos, golpes en la cabeza, raspones en el codo. Torre detalló la mecánica del hecho con muchísima bibliografía de apoyo con la que demuestra que se trata de un caso muy típico por la forma en la que fue encontrado el cuerpo, desnudo, con las piernas abiertas y el método del homicidio, el estrangulamiento, habitual en los asesinatos después de una violación. Señala Torre que el homicida planificó el ataque con anterioridad, estuvo al acecho aquella noche y, en función de la inspección de la escena del crimen y las lesiones de la víctima, dictaminó que el ataque se produjo después de que Nora terminara de bañarse y lo perpetró un individuo con perfil psicopático.
Los escritos de la familia Dalmasso y de los Macarrón quedaron incorporados a la causa, pero parecen destinados más bien a quedar como documentación para un eventual juicio oral. Lo más urgente, la prueba que puede encaminar la investigación es el informe del FBI. Pero por ahora no aparece y constituye un gran signo de interrogación.
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