Tiene la foto, el nombre, un chip y una enorme identificación alfanumérica para que el público pueda verificar por Internet si está habilitado. El sistema se extenderá a toda la seguridad privada.
A partir de este fin de semana, los patovicas que trabajan en los boliches porteños deberán estar identificados con una credencial visible, con su foto, número de documento y un código alfanumérico personal. Se trata de una tarjeta digitalizada, dotada de un chip con toda la información del personal de seguridad, que el inspector de la ciudad podrá corroborar en el instante, durante una inspección. Según explican en el gobierno porteño, la medida apunta a facilitar el control y a que los propios concurrentes a las discotecas u otros espectáculos que cuenten con personal de vigilancia sepan quiénes son las personas que están a cargo de la seguridad y puedan denunciar cualquier irregularidad. El sistema de credenciales se extenderá, antes de fin de año, al personal que custodia los espectáculos deportivos y a todos los agentes de seguridad privada, en cumplimiento de un requisito exigido por ley.
La credencial será otorgada por el Ministerio de Gobierno porteño, a través de la Dirección General de Seguridad Privada, organismo que hoy finalizará con la entrega de las credenciales a los 995 patovicas registrados en la ciudad, a quienes el gobierno porteño llama por la más amigable denominación de “personal de seguridad privada en locales bailables”.
“Con estas credenciales, el Estado porteño pone en juego nuevas herramientas que otorgan mayor transparencia a la actividad de seguridad en locales bailables y eventos masivos”, dijo el ministro de Gobierno, Diego Gorgal. “El mecanismo no sólo permite un mayor control por parte del Estado sino que posibilita un mayor control social sobre la actividad”, agregó.
El control de la actividad de los patovicas en el ámbito de la ciudad comenzó en 2004, después de una serie de hechos de violencia en los que jóvenes fueron golpeados en discotecas por personal de seguridad. En ese momento, durante la gestión de Aníbal Ibarra, se creó el registro obligatorio para el personal que trabajaba en la custodia en los boliches. “En enero de 2005, cuando comenzaron los operativos de control después de la tragedia de Cromañón, había sólo 20 inscriptos en ese registro –recuerdan en el Ministerio de Gobierno–. Como consecuencia de las inspecciones, un año después, ya eran mil los registrados y llegaron a ser 1400, aunque la cantidad de personal habilitado hoy es de 995”, dijo a Página/12 Marcelo Martínez, director de Seguridad Privada de la Ciudad. La diferencia puede obedecer –según explicó– a que muchos pudieron haber dejado la actividad o bien a que tienen su renovación, que debe ser anual, pendiente.
Como si fuera un documento de identidad patovica, la credencial incluye la foto, la firma y la huella dactilar del agente. También consta en el reverso la empresa de seguridad a la que pertenece. Y en ambas caras, con caracteres de gran tamaño, consta el código alfanumérico que identifica al patovica, que consta de tres letras y un número. “Ese código es fácil de memorizar, de manera que si un concurrente tuvo algún problema puede corroborar si esa persona está inscripta en el registro, en el sitio de la ciudad (www.buenosaires.gov.ar entrando por Ministerio de Gobierno, Seguridad Privada, consultas de personal de seguridad) o hacer la denuncia sobre irregularidades o comportamientos impropios”, precisó Martínez.
Las credenciales no pueden falsificarse pues cuentan con un chip, prácticamente invisible, donde están incluidos todos los datos del legajo del patovica. “Cuando el inspector coloca la tarjeta en su palm, puede comprobar en el momento si se trata de una persona inscripta y si tiene los trámites de habilitación al día”, explicó el secretario de Control Comunal, Manuel Izura.
En el caso de que un boliche esté trabajando con personal sin credencial, no inscripto o con la habilitación vencida, será sancionado el local, el patovica y la agencia de seguridad para la que trabaja.
“De los 995 inscriptos, la gran mayoría son contratados por empresas de seguridad, ya que los boliches tercerizan ese servicio. Menos de un 10 por ciento son contratados directamente por los locales bailables”, explicó Martínez. Para ser habilitados como patovicas, los aspirantes deben primero realizar un curso inicial de 60 horas, que incluye asignaturas como derechos humanos y legislación antidiscriminación (los problemas más habituales que suele manifestar este personal). Luego, anualmente, deben renovar la habilitación tras realizar un curso de 35 horas, en alguno de los “institutos educativos incorporado a la enseñanza oficial” que celebraron convenios con el Ministerio.
“Con la identificación de este personal se cierra un ciclo que comenzó con el registro”, afirmó Izura. Pero ésta es sólo la primera parte de un largo proceso de identificación de los agentes de seguridad privada.
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