Los bomberos no pueden controlar los catorce focos de incendio, que se extienden desde Los Angeles hasta la frontera con México. Bush declaró el estado de emergencia y mañana va a la zona del desastre.
El fuego no cede en el sur de California y ya son más de medio millón de personas evacuadas, un millar las casas destruidas y al menos dos las personas fallecidas como consecuencia de los incendios generados hace tres días. Las llamas ya cruzaron las fronteras y afectan el norte de México. El presidente George W. Bush decretó el estado de emergencia para combatir el fuego y anunció que mañana viajará a la zona del desastre, junto a sus ministros.
Este martes al menos 14 incendios seguían devastando el sur de California, desde el norte de Los Angeles e incluso cruzando la frontera y avanzando en territorio mexicano. Los focos comenzaron el domingo, se cree que como consecuencia de la sequía, aunque no se descarta que se hayan iniciado en forma intencional, y se expandieron por efecto de los vientos del desierto. Las ráfagas fuertes y cambiantes más las temperaturas elevadas para la época estimulan las llamas, que ya devoraron 1355 kilómetros cuadrados y amenazan con sobrepasar la capacidad de los bomberos para controlar una de las peores crisis de incendio en la historia de California.
Algunos incendios son tan extensos que se pueden apreciar desde el espacio, y el humo es tan denso que los radares meteorológicos los confunden con nubes. “Aproximadamente 513.000 personas en el condado de San Diego han recibido órdenes obligatorias de evacuación y adicionalmente se ha recomendado a otras 12.000 personas abandonar sus casas”, amenazadas por las llamas, indicó la oficina del condado, 200 kilómetros al sur de Los Angeles, fronterizo con México.
Después de que Bush declarara el estado de emergencia en California, el Departamento de Defensa estadounidense ordenó la movilización de aviones, helicópteros y 550 marines para ayudar a los bomberos. Cuatro aviones C-130 de la Guardia Nacional (equipados para lanzar productos químicos que retardan el avance del fuego) y helicópteros cisterna fueron enviados a la base californiana de Point Magu. En tanto, centenares de bomberos se sirvieron de 316 camiones, 19 aviones cisterna, 15 excavadoras y ocho helicópteros para combatir el infierno durante la noche.
En San Diego, el punto más afectado por el fuego, unos 10.000 damnificados por las llamas amanecieron el martes en el estadio Qualcomm, convertido en un gran refugio, lo que hizo acordar a los evacuados de Nueva Orleans. “Agradezco que estamos todos a salvo, no me importa nada más”, dijo Nancy Canfield, que logró escapar del fuego con su familia y refugiarse en el estadio.
En varias regiones del Estado, incluyendo Los Angeles, este año hubo un record de sequía que hizo que la zona de los cañones –muy cotizada en el mercado inmobiliario y donde viven las clases altas– se convirtiera en blanco del fuego. “Es un momento trágico para California”, dijo el gobernador Arnold Schwarzenegger el lunes tras visitar las zonas afectadas, incluyendo el exclusivo balneario de Malibú, al borde del océano Pacífico y al oeste de Los Angeles.
“No nos movemos de aquí porque quiero estar segura de que mi casa esté a salvo”, contó Dearlen Reid, una mujer de 74 años, que acampaba con su automóvil en un estacionamiento de la costa, y veía hacia las colinas el curso del incendio aferrada a cajas de fotos familiares, vestidos de novia –el de ella y el de su madre– y joyas.
“El departamento de bomberos y las fuerzas de seguridad están sobrepasadas porque hay demasiados incendios propagándose. Los vientos son erráticos e impredecibles, no se puede decir hacia dónde se moverán los fuegos ni cuándo”, apuntó.
Los incendios ya han llegado a territorio mexicano, en el estado de Baja California, donde un tramo carretero se vio afectado por las llamas, informaron el martes autoridades federales y estatales de México. “Una parte del incendio ya pasó del lado estadounidense al mexicano. En México no ha llegado ni a 20 o 30 hectáreas”, dijo el secretario de Medio Ambiente, Juan Elvira.
Los residentes de Malibú huían de sus casas con valiosas obras de arte, cajas repletas de fotos familiares y hasta una tortuga gigante como mascota, que quisieron salvar del infierno de las llamas en este balneario del Océano Pacífico. En el estacionamiento de Duke’s Dinner Bar, unos 30 residentes acampaban el lunes preocupados por la suerte de sus casas luego de abandonar de mala gana mansiones encumbradas en cañones desérticos, amenazadas por un fuego furioso.
El exclusivo centro de rehabilitación Promises –famoso por haber tratado a estrellas como Britney Spears y Lindsay Lohan– también fue evacuado, y según la página TMZ.com, celebridades como Sean Penn, Olivia Newton-John, el director de la película Titanic, James Cameron, y la supermodelo Cindy Crawford están entre los damnificados por el incendio.
La productora de televisión Patricia Clifford decidió acampar en su BMW sport desde las 4.30 (11.30 GMT), aterrada por la fuerza del fuego en la noche. “No pego un ojo desde el sábado. He dejado mi casa este lunes porque estaba muy asustada”, dijo a AFP. “Mi marido se quedó porque sabe lo que tiene que hacer cuando llegue el fuego.”
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