Sáb 27.10.2007

SOCIEDAD  › ABRIO EL PRIMER CINCO ESTRELLAS GAY DE LA ARGENTINA

Un hotel con estilo diferente

Está en San Telmo y la habitación más barata cuesta 180 dólares. Orientado al turismo gay, también recibe a heterosexuales. Tiene una piscina de piso transparente y un estilo acorde al gusto gay.

› Por Pedro Lipcovich

Por ejemplo: en las habitaciones del Axel Hotel Buenos Aires –“primer hotel gay de Latinoamérica”, que se inauguró ayer–, cuando uno, en busca de intimidad, cierra la persiana, al mismo tiempo está abriendo el placard, porque una única hoja corrediza sirve para las dos funciones: es que “entre los gays, la ropa del placard se muestra, no se oculta”, explican los responsables del Axel. Más allá de representar la metáfora del orgullo gay, que solicita “salir del placard”, el caso puede ilustrar una enseñanza plasmada en el Axel: ser gay, hoy, tiende a ser, antes que una elección sexual, un estilo de vida comunitario; el hotel gay lo es porque su arquitectura misma responde a ese estilo, más allá de las preferencias eróticas de cada pasajero. En sus amplios espacios vidriados, en la posibilidad de mirar y ser mirado desde aquí y desde allá, en los cartelitos que permiten solicitar please, disturb, en la piscina de fondo transparente, visible desde todos los pisos, en el solario y el gimnasio, el Axel propicia una sociabilidad abierta, con eje en los cuerpos. El hotel es el segundo de una cadena que se inició en Barcelona y promete revolucionar la movida gay porteña: además de las habitaciones –su precio va de 180 a 450 dólares por día, sus previsibles clientes son turistas extranjeros–, los espacios de reunión que ofrece están pensados para convocar a “la movida gay porteña”, según sus dueños. El emprendimiento requirió una inversión de cinco millones de euros, que sus dueños proyectan recuperar en tres años.

“En 2003 se inauguró nuestro Axel Hotel Barcelona, donde las personas de la comunidad LGTB (lésbico, gay, transgénero, bisexual) pueden sentirse a gusto y respetados. Seis meses después, necesité cogerme unas vacaciones y acabé en Buenos Aires, donde tuve muy buena acogida de los argentinos”, contó Juan Juliá Blanch –propietario de la cadena Axel– conociendo perfectamente el doble sentido porteño de las palabras que utilizaba. Seriamente, prosiguió: “Ante la oferta turística de nivel mundial de esta ciudad, la gastronomía, la cultura, el shopping, el ocio, la buena onda, pensé: ¿por qué no un segundo Axel Hotel?”

La ubicación elegida fue en Venezuela al 600: “Preferimos San Telmo antes que otros barrios como Recoleta, porque al dialogar con la comunidad gay local supimos que querían impulsar a San Telmo como barrio gay, como lo es en Madrid el barrio de Chueca, que frenó su deterioro y creció mucho”, contó Juliá. El hotel tiene 48 habitaciones, cuyo precio va desde 180 dólares, las más económicas y en temporada baja, hasta 450 para las suites más caras.

El corazón del hotel es la piscina climatizada, de fondo transparente, que está en el quinto piso y puede verse desde todos los demás; funciona como una especie de claraboya: hasta la planta baja llega la luz, recortada sólo por los cuerpos de los bañistas. Es que las habitaciones se organizan en torno de un amplio espacio central y la multiplicación de paneles vidriados permite mirar y ser mirado en todos los ángulos y distancias. “Sí, está pensado para que se pueda ver desde todas partes”, comentó Tess Oriol, directora de marketing de Axel Hotels, y agregó que “además de los cartelitos clásicos a disposición del pasajero, Do not disturb, etcétera, se ofrece otro: Please, disturb: la idea es propiciar la sociabilidad propia de la comunidad gay; aquí nadie se esconde de nadie”. También el sauna seco tiene una ventana que permite el contacto visual con la piscina y los aparatos de gimnasia: “Atendemos al culto del cuerpo, propio de la comunidad gay”.

Ya en las habitaciones, la bañera se ofrece a las miradas, sólo separada por un tabique transparente. Y el panel corredizo que corta la luz de la ventana es el mismo que cierra el placard, que así, toda vez que los ocupantes del cuarto se aíslan del exterior, queda abierto: “La ropa de los placares también es para mostrar”, explicó Oriol. También, entre las amenities de la habitación, se incluye un preservativo, pero esto podría o debería formar parte del equipamiento de cualquier hotel.

El Axel se promete hetero-friendly –“No le preguntamos a nadie por sus preferencias sexuales”–, pero previsiblemente su clientela predominante será de hombres gays: “Las mujeres suelen preferir vacaciones menos urbanas –según Juliá–; los gays varones son más cosmopolitas y extravertidos; les gusta hacerse de amigos, conocer gente, y el Axel está previsto para que la persona no se quede en su cuarto”. El bar y el sky bar al aire libre se ofrecen como “puntos de encuentro” para que “la movida gay local pueda mezclarse con los turistas”.

–La ciudad de Buenos Aires, hoy estimada como gay-friendly, tiene sin embargo una historia de represión policial contra la homosexualidad: ustedes apuestan a que esa situación no volverá a presentarse –observó Página/12.

–Con la globalización, es difícil retroceder en materia de derechos humanos –contestó Juliá–: Internet permite que todo se conozca en todas partes, e iniciativas como la del Axel vienen también a consolidar lo que se ha alcanzado.

En todo caso, Juliá no ve en el horizonte porteño ningún gobierno dispuesto a traerle problemas a un empresario que invirtió cinco millones de euros. Juliá piensa recuperarlos en tres años; la ocupación prevista del hotel es del 60 por ciento de las habitaciones en lo que resta de 2007 y del 70 por ciento en 2008. “En el Axel de Barcelona, la ocupación llega al ciento por ciento los fines de semana, pero es porque las distancias son más cortas y muchos ‘salen del armario’ sólo en el week-end”, comentó Juliá.

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