Dom 28.10.2007

SOCIEDAD

La policía encontró sangre en el auto del principal sospechoso

Estaba en tres lugares del Corsa de Leandro Colucci, el estatal que está en el centro del caso del asesinato de los tres policías en La Plata. Declaró la “amiga” de un muerto.

› Por Raúl Kollmann

Los investigadores policiales y judiciales encontraron sangre en el Chevrolet Corsa de Leandro Colucci, el empleado del Ministerio de Desarrollo Humano bonaerense al que se sindica como cabeza del triple homicidio de la planta transmisora de La Plata. Un taxista ya había advertido que los homicidas huyeron en una camioneta patrullero y en un Corsa blanco. La sangre se habría encontrado en el tablero, en el piso del baúl y en el asiento trasero, pero falta un dato clave: si pertenece o no a alguna de las víctimas. Paralelamente se conocieron más elementos sobre la trama pasional. En la causa declararon la joven Noelia y su madre. La muchacha –tal como adelantó Página/12 en exclusiva– es policía y recibió la noche del crimen un mensaje de texto de Colucci: “Primero fue Cachorro, ahora están velando a Ale y la próxima sos vos”. Cachorro sería otro novio que tuvo Noelia, asesinado en confusas circunstancias; Ale es Alejandro Vatalaro, uno de los policías asesinados.

La madre del segundo detenido, Gustavo Mastrovitta, de la barrabrava de Estudiantes, aseguró que su hijo es inocente, aunque admitió que recibió un balazo en la mano. Nélida Grande dijo que Gustavo le contó que le produjeron la herida en una tentativa de robo, mientras que frente a los investigadores afirmó que fue en un partido. La incongruencia no es decisiva porque un hijo puede darle una versión distinta a su madre. Por su parte, la esposa de Mastrovitta también sostuvo la inocencia de su marido: “Los cuchillos que se llevaron eran los que uso para cocinar. Esto es un abuso y espero que nos pidan perdón”.

Según la hipótesis sustentada por el Ministerio de Seguridad, que conduce León Arslanian, los hombres de Investigaciones de la Bonaerense y las fiscales Leyla Aguilar y Cristina Larroca, Colucci es una persona con gravísimos problemas psiquiátricos –lo definen como un psicópata– que recurrió a cuatro pesados para perpetrar el crimen pasional. El objetivo fue Vatalaro por su relación con Noelia. Salvador, padre de Vatalaro, admitió que ese vínculo existía pero no pudo confirmar si eran novios, porque Vatalaro nunca le presentó a la chica. La sospecha de que el crimen fue esencialmente contra Vatalaro se basa en que los agresores demostraron especial saña con él.

Los investigadores afirman que el propio Colucci participó del triple asesinato. El estatal es hincha de Estudiantes y habría recurrido a Mastrovitta, al ex policía Fabián Giannotta, exonerado de la fuerza en 1997, y a dos barrabravas más, uno de ellos de apellido Urién.

Las detenciones de Colucci y Mastrovitta deben ser convalidadas ahora por el juez César Melazo sobre la base de las pruebas que le presenten. No faltan quienes dicen que las evidencias no son sólidas y que no cierra que en la casa de los detenidos se hayan encontrado prendas con sangre, cuando la lógica indica que cualquiera que hubiera participado de un crimen de tanta repercusión habría quemado todas las pruebas.

Este diario consultó con tres criminalistas que en principio creen que la investigación está bien orientada y que lo ocurrido en La Plata parece un crimen pasional. Sin embargo, los expertos insisten en que debe haber una evaluación muy seria de las pruebas y que podrían no ser tan contundentes. “Es muy importante el balazo que tiene Mastrovitta –señaló uno–, porque parece demasiada casualidad. Pero hay que seguir milimétricamente cuál es su explicación. También las pericias de la sangre son decisivas.” Otro de los criminalistas consultados por Página/12 dijo que “es posible que no hayan quemado la ropa con sangre. Los barrabravas son patoteros que cometen torpezas increíbles. No sería la primera vez que la policía científica encuentra ropas con sangre en la casa de un barra que protagonizó un hecho grave. Ahora bien, hay que demostrar que la sangre es de alguna de las víctimas. Hoy por hoy, en un caso tan delicado, veo difícil que se planten pruebas. Podrían sobrevalorar la evidencia, decir que son pruebas categóricas cuando no lo son, pero hay demasiados ojos en este caso. La línea de investigación no me parece descabellada”.

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